El fenómeno atmosférico María fue algo más que un simple huracán que visitó nuestra isla. Este evento devastador, además de todas las necesidades que impuso a los puertorriqueños, nos brindó grandes oportunidades y grandes retos.
Desde el Instituto para el Desarrollo de las Comunidades en el Recinto Universitario de Mayagüez (RUM), nuestros estudiantes y facultativos acudieron al llamado de socorrer al país con los objetivos de empoderar a la comunidad, coscienzar a las próximas generaciones y garantizar un futuro resiliente para Puerto Rico.
El instituto con sus 15 años de experiencia en la labor comunitaria no solo otorga experiencias de aprendizaje participativo a nuestros futuros profesionales, sino que les permite experimentar en carne propia la necesidad de nuestro pueblo. Nuestros alumnos se insertan en las diversas comunidades de nuestro archipiélago y viven experiencias que les permiten crecer y reconocer el verdadero Puerto Rico, ese que María sacó a flote, el que nosotros teníamos muy oculto y fuera del ojo público.
Los estudiantes en grupos interdisciplinarios se insertan en las comunidades como recursos, maestros y como estudiantes de los maestros comunitarios en un ejercicio de ciencia y conciencia. La participación trasciende el típico esquema jerárquico del salón de clases y permite un intercambio del conocimiento con un solo fin: poder aportar a satisfacer la necesidad de las personas de la comunidad.
Las lecciones aprendidas en este ejercicio de paciencia, voluntad, arraigo y frustración se funden en la conciencia del participante provocando memorias profundas que permanecerán con nuestros estudiantes y ciudadanos por el resto de sus vidas. Estas experiencias y conocimientos adquiridos son envidiados por todo docente que se limita a la enseñanza tradicional de las cuatro paredes al que llaman aula, aunque en realidad sea una jaula.
¿Cuándo en un curso tradicional podemos esperar reflexiones tan profundas de nuestros estudiantes como las que cito a continuación:
“Hoy tienes una nueva perspectiva de lo que es Puerto Rico”.
“El trabajo… tocará lo más profundo de tus sentimientos y te hará darte cuenta de la realidad actual de tu pueblo, y más aún, de tu país”.
“Esta experiencia fue mucho más de lo que yo imaginaba, no esperaba encontrarme con personas tan amables y dispuestas a luchar por lo que les pertenece y dejar sentir y escuchar su voz”.
“Esta experiencia me hizo sentir útil para mi pueblo y me acompañaba un sentido de satisfacción cada vez que lograba aportar algo para mejorar la comunidad”.
“Aquí ambos obtienen beneficios, tanto la comunidad como el estudiantado”.
“No serás un estudiante que solo va a la universidad a cumplir con lo académico, sino que serás un estudiante que se preocupa por el bienestar y calidad de vida de otras personas y está dispuesto a mejorarla”.
“Habrás cumplido con tu deber de ciudadana de reducir la desigualdad que afecta el país y no serás una estudiantes más…”
“Esta experiencia me ayudó a entender que nosotros mismos tenemos el poder en nuestras manos para mejorar a Puerto Rico”.
La realidad es que sería muy difícil, por no decir imposible, que nuestros estudiantes logren reflexionar con esta profundidad en nuestros cursos tradicionales. Este nivel de compromiso social, de despertar social solo lo logramos cuando nuestros estudiantes salen a la calle y ven, palpan la necesidad del pueblo, cuando salen de su entorno y de su burbuja que con tanto empeño sus padres les han construido para protegerles con la esperanza de que no pasen lo que ellos pasaron.
No solo nuestros estudiantes se conectan con la comunidad, sino que muchos de los padres y madres se suman y participan reconectando con la necesidad del pueblo y apoyando orgullosamente a su progenie.
En estos momentos tan difíciles en que se nos cuestiona qué hacemos desde la universidad pública, desde nuestros puestos privilegiados, que se legisla para que no cobremos cuando los portones están cerrados, que nos amenazan con recortes financieros y modificaciones a nuestros beneficios, que atentan contra nuestra existencia, nosotros, la comunidad universitaria comprometida con la educación superior y el país, salimos a la calle con nuestros estudiantes a apoyar a las comunidades que más necesitan y que más nos enseñan a educar nuestros profesionales del futuro para construir un mañana responsable, sensible y resistente en el cual Marías futuras no sean eventos que marquen la conciencia colectiva de un pueblo en sufrimiento.
El autor es profesor en el Departamento de Biología del Recinto Universitario de Mayagüez, colaborador del Instituto para el Desarrollo de las Comunidades y de la Junta Directiva de la Asociación de Profesoras y Profesores del Recinto Universitario de Mayagüez (APRUM).