Un examen de los ensayos y de los escuetos planes de trabajo académico-administrativos de los siete aspirantes a la presidencia de la Universidad de Puerto Rico (UPR) deja entrever que las propuestas que plantean resuenan con otras hechas anteriormente que, por la burocracia e intereses políticos –como plantean varios candidatos–, no se han implementado.
Pero no todo es reciclaje: las dos mujeres aspirantes a presidir la UPR –Alexandra Medina Borja y Anny Morrobel Sosa– reconocen el potencial que tiene el centro docente para, a la luz de los huracanes Irma y María, orientar sus propuestas académicas y de investigación hacia temas como el manejo de desastres, la resiliencia de la infraestructura energética y fuentes de energía renovable, tratamiento de aguas, construcción resistente a huracanes y resistencia del sistema de salud frente a fenómenos atmosféricos. Esto, argumentan, haría a la institución experta en problemáticas cada vez más frecuentes a nivel global.
El pasado jueves, el Comité de Búsqueda y Consulta de la Junta de Gobierno de la UPR publicó la lista de los siete aspirantes a la presidencia en propiedad. Además de Medina Borja y Morrobel Sosa, completan el grupo Arturo Avilés, Carlos Colón de Armas, Jorge Haddock, Keith Terrence Miller y José Wiley.
El puesto ha estado ocupado interinamente desde julio de 2016, cuando la Junta de Gobierno destituyó al entonces presidente Uroyoán Walker Ramos en medio de las irregularidades por la concesión de becas presidenciales. El proceso de búsqueda y consulta lleva más de un año y medio, y se atrasó por el paso de los dos ciclones en septiembre.
Consenso en fuentes de ingresos y descentralización
Los planes de trabajo académico-administrativos consultados son preliminares, o más bien, un esbozo muy general de las ideas de los aspirantes. Avilés y Colón de Armas, que son profesores a tiempo completo en el sistema, indicaron que no favorecen el cierre de unidades, ni aumentos desmedidos en el costo de la matrícula.
Básicamente los siete candidatos reconocen que la actual oferta académica debe revisarse para, por un lado, eliminar los programas duplicados y los programas que estén en incumplimiento con las tasas de retención y graduación.
La eliminación de programas daría paso a la creación de otros que atiendan la demanda de empleos en áreas como análisis de datos, automatización (automation) y propiedad intelectual.
Resulta curioso que varios candidatos –Morrobel Sosa, Haddock y Miller siendo los más explícitos– planteen la necesidad de que el estudiante se exponga a una experiencia académica transdisciplinaria (combinar grados de ciencias con grados de artes liberales) cuando en la discusión pública sobre el futuro de la UPR se perfila que esta se reducirá a cuatro o cinco recintos –con las restantes unidades como satélites– donde los currículos se enfocarían en disciplinas relacionadas.
Por ejemplo, a Mayagüez se unirían los campus de Arecibo, Aguadilla y Utuado, donde la enseñanza e investigación giraría en torno a ingeniería, la agricultura y lo aeroespacial. Nada se dice, empero, de qué ofrecimiento en artes liberales se daría en ese conglomerado.
Medina Borja, Colón de Armas y Wiley, por otro lado, apuestan a aumentar los ingresos a la UPR por medio de donaciones de exalumnos y de entidades privadas que permitan financiar ya sea la operación de la universidad o la modernización de su infraestructura.
Wiley ofrece el ejemplo de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Johns Hopkins, que pasó a llamarse la Johns Hopkins Bloomberg School of Public Health luego que el exalcalde de la Ciudad de Nueva York Michael Bloomberg hiciera una donación millonaria al centro docente. Bloomberg ha donado más de $1,500 millones a esa universidad.
Otra fuente de ingresos es la búsqueda de fondos para investigación en entidades privadas y gubernamentales. Este proceso se ve limitado por la extensa burocracia, planteó Medina Borja en su propuesta, y quien labora en la Fundación Nacional de las Ciencias. La investigadora favorece que, independientemente de cómo se termine reestructurando la UPR en cuanto a los conglomerados, el rol de la Administración Central se reduzca al mínimo.
En teoría, todos los candidatos están conscientes de que aumentar la oferta académica online es clave para atraer a adultos profesionales que interesan proseguir estudios, pero trabajan, así como estudiantes internacionales y puertorriqueños en la diáspora. Además, las clases en línea permitirían que los estudiantes puedan tomar clases que se ofrecen en otro conglomerado sin tener que desplazarse hasta este. Esto, además, ayudaría a retener y atraer a estudiantes.