Hoy, Puerto Rico amaneció con la triste noticia de la inesperada partida del director de Ediciones Callejón, Elizardo Martínez, un incansable trabajador de la industria del libro, quien por varios años perteneció a la Junta Editorial de Diálogo.
A todos los que lo conocimos, en la universidad, en el mundo de las artes, en el de las letras y en la gran escuela de la vida, nos estremeció la noticia. Y es que Elizardo fue una persona extraordinaria, única, uno de esos seres irrepetibles. Tenía una personalidad encantadora. Era un gran conversador, honesto, íntegro, sensible, culto, con un gran sentido del humor.
Aunque no nació aquí en la Isla, amaba profundamente este país. Era un entusiasta de la cultura puertorriqueña, particularmente todo lo relacionado con la historia y la literatura. También amaba el teatro y la danza.
Estuvo en Diálogo en dos etapas distintas. A mediados de la década de 1990 colaboró en el área de ventas. Fueron muchas las vivencias y anécdotas que guardamos como un tesoro de aquella época. Con su carisma y dinamismo pronto logró entablar estrechos vínculos con todos los que conformamos ese equipo de trabajo, comandado en ese entonces por Luis Fernando Coss.
Nunca olvidaré que Elizardo demostraba amar tanto a esta Isla que, al principio de conocerle, no sabía que no era puertorriqueño. No conocía mucho de él entonces, solo que vivió afuera y había regresado recientemente.
Recuerdo una ocasión en que me percaté de su acento cubano que le dije en son de broma: “Oye Elizahdo, chiquitico, con tanto tiempo viviendo en Miami se te ha pegado tanto el acento cubano que hasta pareces cubano”. Me miró fijamente y en un tono muy serio me dijo: “Odalys, yo no parezco cubano, yo soy cubano”.
No lo podía creer. Pensé que estaba bromeando. Hasta le pregunté a Ricardo Alcaraz, que lo conocía de hacía muchos años, si era cierto. Cuando lo corroboré sentí tanta vergüenza y le pedí mil disculpas. Desarrollamos una bonita amistad a partir de ahí.
Durante nuestras conversaciones también conocí su devoción por sus dos grandes amores: su esposa, la teatrera Maritza Pérez Otero y su hija Yara.
Comprendí desde entonces que eso de que Puerto Rico y Cuba son “de un pájaro las dos alas”, no era un mero estribillo. Aquella frase se tornó en certeza en la vida de Elizardo.
Más tarde, entre el 2007 y 2009, regresó para formar parte de la Junta Editorial de Diálogo. Era un gozo verle llegar con su alegría y entusiasmo. Una vez culminó su labor en la junta siguió trabajando en lo que realmente le apasionaba: el mundo de los libros.
Desde Ediciones Callejón impulsó la publicación de valiosas investigaciones literarias e históricas. También fue un gran promotor de escritores jóvenes. Dio mucho a este país y pienso que aún le faltó tiempo para seguir dando.
En su perfil en Facebook muchas personalidades del campo de las artes se han expresado consternados ante su pronta partida. En Diálogo también nos sentimos muy entristecidos. Ha sido un golpe muy duro e inesperado.
Se nos fue “el amigo de la palabra”, “el hombre que apostaba a los libros”, como escribieron en esa red social algunos de sus amigos.
¡Descansa en paz Elizardo querido, el gran guajiro! ¡Te extrañaremos!
Nos hacemos eco de estas poderosas palabras que te dedicara Chemi González: “Me da pena con la misma muerte que al toparse contigo como decía Benedetti sobre Roque Dalton ‘no sabrá que hacer con tanta vida’”.