Y arrancaron los debates, en esta esquina, un favor para el vecino que quiere sacar de su acera, que son públicas, al “borracho” artista que llegó a San Juan un martes a disfrutar de las “Noches de Galería”, como referee, lleva al Gobernador Luis Fortuño, al Alcalde de la capital Jorge Santini, y ahora se les une el representante por el precinto 2 de San Juan, Luis Raúl Torres. Por la otra esquina, los “bebedores empedernidos”, los bohemios que con cervecita en mano se dan tres pasitos de salsa, pa’lante y pa’tras; ó los socialité, que se allegan a una barra más o menos de corte y moda para darse unos “drinks” luego del arduo día de trabajo. Y así, en nuestra madeja de constantes bamboleos, nos vamos agitando en una botella de alcohol para convertirnos todos en una piña colada rancia y pasada de fecha pues buscamos en el anacronismo de las vedas y prohibiciones a lo Enmienda XVIII de la Constitución de Estados Unidos de 1928, un control de eventos que se vinculan más al consumo sustancioso como al “traqueteo” de bajo mundo del problema ilegal de las drogas y a la decadencia social que se perpetua por las ignorancias generales de la irresponsabilidad que nadie quiere hacerse cargo. Pero, nos preguntamos, porque el alcohol debe pagar las consecuencias de un capricho gubernamental que olvida que a través del pesito que deja un estudiante en una “medallita” en la Avenida Universidad aporta a las tan maltrechas, saqueadas y muy mal administradas arcas del gobierno. Porque no se puede ser ingenuo e hipócrita si no le otorgamos un poco de gloria al litro, al “shot” o a la copa, ya que no debemos caer en un proyecto de demonización sobre a lo que a todas luces alegra las penas, ameniza un día de celebración o baja tensiones luego de un estresado día en la universidad o el trabajo. Si bien es cierto que el alcohol en exceso hace daño, reversible o no,- pues quien no tiene en cuenta que todo en exceso es negativo-, todo lo tomado con una celeridad digna de la ignorancia y el compromiso de favores por debajo de la mesa a grupos moralistas o crear proyectos para promocionar administraciones con sellos de pseudo-héroes , nos puede llevar al “caño”, y conste que no dije “cañita”, de la debacle socio-económica, porque lo mal pensado, mal termina. No hago alardes de mi disciplina -estudié Historia en el bachillerato- pero la Historia es la mejor evidencia de lo que podemos hacer y lo que no tenemos que repetir. La ilegalidad tiene un antagónico, pues quien hizo la ley, hizo la trampa, y propiciar al surgimiento de alternativas de consumo y diversión al margen de la ley puede ser peor enfermedad que el remedio propuesto. Ahora no solo quieren controlar el consumo de alcohol pasada las 12 am, ya las Noches de Galería en San Juan resultaron la primera víctima de las mordaces palabras del Gobernador ante la no muy abstemia legislatura, porque no me vengan a decir que el senador tal no se toma su ‘roncito con coca-cola”, y aunque estas nochecitas fiesteras no eran santas de mi devoción, porque privarle al comerciante su sustento, porque decirle al que quiere “janguear” hasta las 4 am que a las doce se tiene que ir a dormir porque el alcohol ya no manará como ambrosía en la barra de la esquinita. No justifico la imprudencias que con par de “palos” cometemos los seres humanos, pero seguir dictando una dicotomía de moral de Estado a base de estadísticas que se le van en contra al proyecto prohibitivo, es querer jugar a ser Papa en fiesta anglicana. La razón y el sentido común bastarían para crear alternativas de control criminal sin penalizar al que no lo es y definiríamos un camino cónsono a favor de la estabilidad social que tanto aspiramos sin desvirtuar el comportamiento humano a base de prejuicios. Al final, no queremos ver a los políticos corriendo como dementes tratando de pasar un proyecto que quiera derogar “la ley seca” de la medianoche como trataron de hacer con el IVU. Más vale precaver que tener que remediar y que no les explote en la cara lo que puede ser un “trago” amargo para el País. Salud.