La pregunta que encabeza este texto se podría contestar aclarando los principios políticos y las aspiraciones que deben guiar nuestra lucha nacional. Esta categorización es necesaria porque los problemas nacionales determinan un sinnúmero de asuntos regionales y locales. Una agenda de ese tipo podría apelar a una mayor cantidad de personas mientras atendemos otra variedad de problemas sociales y asuntos regionales.
Esos principios y aspiraciones pueden aclararse estableciendo en una mesa de diálogo los puntos de acuerdo entre las diversas organizaciones representadas.
La descolonización, la igualdad económica y la inclusión son principios generales que pueden ser definidos y adoptados por grupos, organizaciones, partidos o comunidades que pretendan trazarse una ruta nacional. Esos objetivos abstractos pueden servir de guía en la discusión sobre qué podemos hacer para acabar con el bipartidismo, la colonia, la junta y sus propuestas.
Algunas de las organizaciones que en Puerto Rico han trabajado en contra de la corriente, en contra de la privatización, de la colonia, de la Junta de Control Fiscal (JCF), del bipartidismo son las siguientes: entidades comunitarias como el Centro de Acción Urbana, Comunitaria y Empresarial de Río Piedras (Cauce) y Casa Pueblo y otras de enfoque económico como el movimiento cooperativo y de autogestión radical como son hoy los Centros de Apoyo Mutuo.
También lo han hecho organizaciones políticas como el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), el Partido del Pueblo Trabajador (PPT), el Movimiento Unión Soberanista (MUS), el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), Movimiento Independentista Nacional Hostosiano (MINH) y el Movimiento al Socialismo (MAS). De alguna forma u otra, todos han aportado a luchar a favor de los objetivos de mencionados arriba.
Los objetivos generales que mencionamos tienen grandes detractores: el Partido Nuevo Progresista (PNP), el Partido Popular Democrático (PPD) y el gobierno de Estados Unidos. Cambiar el sistema de partidos actuales en conjunto con el modelo de relaciones con Estados Unidos implica un cambio de régimen político.
Si bien un cambio de régimen no garantiza el fin de la desigualdad y la pobreza, si ayudará a mejorar nuestra condición económica de subdesarrollo. La mayoría de los países latinoamericanos cuando lograron su independencia vivieron un periodo de modernización y crecimiento.
A diferencia de estos países y para su beneficio, Puerto Rico no tiene una estructura social tan compleja, no es un país grande, ni federado, ni altamente heterogéneo en comparación con México, Brasil y otros.
El independentismo siempre ha argumentado que la soberanía es una llave a disposición de una serie de poderes políticos. Estos poderes pueden ser utilizados en favor de una mejor sociedad.
No obstante, muchos no queremos que esta llave nos dirija al vacío o a algo peor de lo que ha existido. Por eso, tienen razón algunos líderes independentistas cuando sugieren recuperar un viejo discurso: “¡Soberanía o independencia! ¿Para qué?”
El interés de acabar con la colonia no debe ser un fin en sí mismo. Debe radicar en un discurso materialista que rechace cualquier alianza con la derecha económica y que abra sus puertas a una alianza entre los sectores que creen en una transformación profunda de largo alcance. De aquí que el proyecto contra la privatización tenga una importancia vital porque la derecha siempre defenderá lo privado.
Por ejemplo, para quienes ven una posibilidad de cambio en líderes como Carmen Yulín Cruz, es importante tomar en cuenta sus expresiones sobre la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE). La alcaldesa de San Juan, en entrevista con Bárbara Figueroa de Primera Hora ya afirmó que estaba de acuerdo con una Alianza Público Privada para la AEE.
Dijo que se comunicó con Héctor Ferrer para decirle que el camino los había puesto juntos de nuevo porque ambos estaban de acuerdo con la APP. Por eso, a la hora de considerar cualquier tipo de alianza, se debe tener claro qué personas tienen intereses contrarios a nuestros intereses nacionales.
Las personas que quieren y pueden transformar a Puerto Rico somos las personas que aspiramos a tener mayores poderes políticos, fomentar modelos no privados de economía, proteger nuestros recursos naturales, tener un estado de derecho inclusivo con las identidades sexuales y de género, entre otros consensos. Estar a favor de esas políticas implica estar en contra del bipartidismo actual y de las relaciones con Estados Unidos.
El discurso que se practica actualmente de parte de algunos líderes independentistas y socialistas, y que proponemos que se adopte en la lucha nacional, debe enmarcarse en la oposición a la JCF y a la colonia. Este discurso sostiene que el modelo económico que nos pretenden imponer promueve pobreza y subdesarrollo mientras la soberanía política busca el bienestar y la redistribución.
Con la soberanía podemos defender y optimizar los servicios públicos, promover un sistema contributivo progresista, incentivar modelos económicos de comercio justo, cooperativas, la autogestión comunitaria. Además, nos brinda los poderes para sustituir a largo plazo el sistema financiero-monetario actual.
Aunque el discurso puede ser aglutinador de quienes pretenden aprovechar esta coyuntura, muchas propuestas de organización política se asumen de parte de muchas personas como verticales o poco efectivas. La propuesta de formar partidos, por ejemplo, suele verse como la más anquilosada.
Es cierto que si tenemos la intención de derrocar el régimen político actual debemos pensar en una estructura política no tradicional. Pero esto no quiere decir que tenemos que alejarnos del partidismo y del institucionalismo.
Los partidos son estructuras de formación política que buscan influir o tomar el poder político. No son una estructura homogénea ya que a lo largo de la historia han tenido diversas formas a medida que se adaptan a las necesidades de su contexto.
Un partido al formar coaliciones de varios grupos con identidades propias –no partidistas– puede llevar el nombre de movimiento. En este tipo de formaciones las estructuras regionales no desaparecen en la fusión política porque mantienen los criterios que los distinguen y diferencian e incluso ninguna organización cambia su identidad.
Si bien es cierto que este proyecto de coalición no debe ser una estructura partidista tradicional, sí requiere de cierta centralización en la acción nacional. Se trata de una diversificación de estrategias coordinadas.
La catalogación que pueda dársele a esta estructura –frente, movimiento, partido o coalición– es infinita. Pero tampoco se trata de pensar en estructuras existentes sino en construir de acuerdo a nuestro contexto el movimiento político necesario para cambiar nuestra historia.
Una vez aclarados los consensos, la mesa de diálogo podrá organizar la actividad política, canalizar la acción concertada o colectiva. Esto, además de coordinar los piquetes y marchas significa organizar las jornadas de desobediencia civil en lugares estratégicos.
La función principal de esta estructura debe ser coordinar el sostenimiento de la lucha hasta que se logre acabar con la colonia y el bipartidismo. Esta estrategia ya la conocemos, sucedió en la lucha contra la Marina en Vieques, en la Universidad de Puerto Rico y en otras luchas importantes.
La diferencia es el contexto en el que nos encontramos, descrito arriba, y los objetivos a los que pretendemos aspirar en esta ocasión. Estos objetivos son más amplios porque son acuerdos nacionales. Los frentes como el que proponemos han funcionado para tomar el poder político en coyunturas de crisis en donde se implementan políticas de austeridad (véase Flavia Freidenberg, (2016) Los sistemas de partidos en América Latina, Tomo I. Instituto Nacional Electoral, México). ¿Por qué no buscar espacios de dialogo común para lograr la transformación si es un método efectivo para tomar el gobierno?
La estructura propuesta no sólo debe pensarse como un ente de resistencia inmediata sino como la base de una lucha y un proyecto político a largo plazo, donde se incluyan todos los frentes, incluso el electoral.
Por primera vez en más de medio siglo los partidos de mayoría irán a las elecciones destruidos, fragmentados y con poco apoyo de sus bases sociales. Además, pudimos observar en las pasadas elecciones los focos de oportunidad con candidatos como Alexandra Lúgaro y Manuel Cidre que tenían muy poca preparación en sus discursos. Ante esa realidad, no podemos desaprovechar el foro de mayor participación política formal.
Es necesario crear una alternativa para tomar el poder político tomando en cuenta la articulación de un discurso nacional y la formación de frentes locales, regionales y nacionales. Nos debe servir para luchar pero también para difundir un mensaje y ganar apoyo a las propuestas que representamos. Estas son herramientas que se necesitan para construir un frente electoral.
Aunque para la gran mayoría las elecciones son un cuco y un proceso injusto, también hay una lucha por el poder en donde participan una cantidad importante de personas. El foro electoral sirve para difundir mensajes y promover propuestas específicas por todos los medios de comunicación. Muchos candidatos participan en elecciones con fines organizativos. Un ejemplo de ello fue la candidatura de María de Jesús Patricio, conocida como Marichuy, del pueblo náhuatl en México.
La candidata enfatizó en su discurso que no pretendía ganar la elección sino comenzar un proceso de organización nacional contra el capitalismo. No era una candidata independiente tradicional, representaba a un congreso de pueblos indígenas.
Su candidatura serviría “no para mandar sino para representar, no busca votos a su favor sino que se escuche y que se entienda que la lucha […] es por la vida”, expuso a través de sus panfletos promocionales.
Esto es un ejemplo de una forma distinta de presentarse a las elecciones: 1) modelando la honestidad y claridad de nuestras intenciones políticas –organizar más que ganar– y 2) dando visibilidad mediante el discurso a la base política a la que se responde –servir y no servirse–. Es un proyecto que busca escuchar y hablar a todos los explotados para que tengan conciencia de su condición y sepan que el camino es la organización.
La estructura que proponemos intenta también evitar el desprestigio al trabajo político de quienes creemos en los mismos objetivos. Ya que los objetivos serán preacordados en una mesa de diálogo nadie debe sentirse ajeno a las causas nacionales. Esto fortalece nuestra representación en los foros donde se difunde nuestro mensaje.
Dicha estructura debe surgir de una necesidad de acción colectiva nacional pero también de la necesidad de apoyarnos entre los diversos frentes, electorales comunitarios, sociales, etc. Como toda organización política, está movida por la solidaridad y el apoyo entre sus miembros y sectores. Ese panorama en donde diversos sectores crean alianzas con el fin de sostener y apoyar las luchas para frenar propuestas, ya se ha practicado en otras batallas.
El apoyo de cualquier persona u organización puede darse de muchas formas, directa e indirecta. Se puede opinar en redes sociales, difundir noticias, hablarles a familiares y amigos sobre los diversos asuntos, asistir a actividades o donar dinero, comida u horas de trabajo. Se apoya en la medida de lo posible pero siempre que se difunda el mensaje se estará haciendo el trabajo nacional aunque sea en pequeña escala.
Las personas que creen en un cambio de país se encuentran en muchos foros: electorales, comunitarios, regionales, gubernamentales, sociales y sindicales, entre otros. Entre todos tendremos desacuerdos irreconciliables pero a la vez podemos enumerar una serie de acuerdos capaces de transformar a Puerto Rico desde los espacios que ya construimos en nuestra organización, sector, o comunidad.
Un proyecto político con un acuerdo de esta índole es una herramienta adicional para lograr los cambios que queremos. Aunque quedan muchas preguntas a futuro, colocar sobre la mesa ese proyecto es un primer paso en la coordinación y la planificación. Nadie puede dudar que los proyectos coordinados y planificados tienen un mejor efecto y funcionamiento que los proyectos descoordinados y no planificados.
Desde este primero de mayo se ha demostrado la intención y necesidad de darle continuidad a la lucha. Una estructura coordinada que incluya los sectores políticos capaces de formarse alrededor de objetivos comunes nacionales podría ser una herramienta útil para darle esa continuidad; sobre todo, para construir una oposición multisectorial con un discurso coherente en contra del gobierno de Puerto Rico y de Estados Unidos.
Este proyecto debe tener la capacidad de organizar la jornada de lucha en contra de la Junta de Control Fiscal y de las medidas que actualmente están llevándose a cabo. Pero también, ya sea a corto o largo plazo y utilizando todos los frentes posibles, debe proponerse ambiciosamente acabar con el régimen político actual y tomar el gobierno.