El insólito caso del cadáver de un empleado de la Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) encontrado en la parte trasera de su vehículo cinco días después de haberse ocupado el vehículo, crea mucha preocupación sobre cómo se están trabajando las escenas criminales.
En este caso, aunque al momento de ocuparse el vehículo no era una escena criminal, de haberse seguido el protocolo de inventario (PPR 128) de manera diligente, al descubrir el cuerpo inmediatamente la escena se hubiera convertido de inmediato en una escena criminal.
Ahora, tras ocurrir esta situación tan lamentable como vergonzosa, va a requerir prestar más atención a los detalles al levantar evidencia científica por parte de los técnicos de la Policía y el Negociado de Ciencias Forenses.
Es significativo señalar lo esencial de un manejo adecuado de la escena de un crimen, así como el peritaje necesario para que se preserve la evidencia de manera ordenada y en cumplimiento de todos los procesos de ley.
Hay un postulado en la criminología que indica que “un caso se gana o se pierde en la escena del crimen”. En este caso el manejo de la escena se ejecutó negligentemente y con total descuido a los detalles. Cuando se llegó al lugar no se debió descartar nada.
Es muy probable que los investigadores regresen al lugar en donde se encontró el vehículo, pero ya la escena puede estar contaminada y lo que se recupere puede traer dudas en un proceso criminal posterior.
El hecho de haberse encontrado la cantidad de $3,000 dólares y un teléfono celular debió haber levantado suspicacia al investigador y debió haber verificado el vehículo por completo.
Siempre quedará la duda de si esta persona estaba viva, aún cuando la autopsia pueda dar una hora aproximada de la muerte. También crea desconfianza en los ciudadanos que diariamente son víctimas del crimen.
Lo que es peor, esta situación se presta para especular si este mal manejo de la escena es consecuencia directa de la frustración y descontento que existe en la Policía de Puerto Rico por los problemas sindicales y de su pensión, falta de equipos, condiciones de cuarteles deplorables, falta de personal y un salario de miseria de cara a los peligros que enfrentan cada día.