Por: Stephen Álvarez
El impacto de las millonarias partidas de estímulo económico concedidas por el gobierno federal a la ciudadanía y lo que se percibe como el comienzo de la normalización de la economía a más de un año de la pandemia del COVID-19, ha comenzado a reflejarse en las tiendas y a sufrirlo el bolsillo del consumidor, al registrarse un aumento en precios que a muchos ha dejado sorprendido.
Cada día sube más la gasolina, la madera y los materiales de construcción están carísimos, sin contar con los ya anunciados incrementos en el precio de las carnes, la leche y otros productos de la canasta básica del puertorriqueño. A todo este panorama se le conoce como inflación y la culpa no es de Puerto Rico, explicó un economista en entrevista con periódico El Oriental.
Según detalló Luis Rafael Rodríguez Rodríguez, profesor de economía y estadísticas, y director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico en Humacao, las razones para el aumento en los precios son diversas.
Señaló que, según datos históricos, desde antes de los huracanes Irma y María la inflación en Puerto Rico fluctuaba entre un 5 y 7 por ciento. Después de los huracanes se reflejó un aumento que llevó la inflación a 12 por ciento. Al llegar la pandemia el aumento llevó la cifra a cerca de un 18 por ciento.
El profesor explicó que al ocurrir fenómenos naturales se afecta la producción debido a la falta de servicios básicos como los son la electricidad, falta de accesos y vías de comunicación, provocando una disminución de disponibilidad de algunos productos. “Al haber menos productos en el comercio, el comerciante va a tratar de sacarle el máximo de la ganancia que coge ese recurso reconociendo que está limitado”, apuntó.
Rodríguez Rodríguez también estableció que la materia prima que se utiliza para la producción de bienes y servicios disminuye, por lo que factores de escasez provocan de igual forma un alza en los precios.
“Por otro lado, el aumento en el costo de las utilidades, entiéndase electricidad, agua, telefonía y transporte, también provocan esta situación de inflación”, destacó. Aclaró que, aunque no haya fenómenos naturales, el costo de vida sigue aumentando anualmente precisamente porque los costos de producción van cambiando anualmente.
“Como somos una economía dependiente de que los productos lleguen a través de barcos o vía aérea, al llegar menos productos provoca escasez y esa es la mejor excusa que tiene el comercio para aumentar los precios”, reveló al destacar que el 86 por ciento de los productos son importados.
El economista argumentó que, debido a estos factores, los precios de un producto podrían cambiar varias veces al año. Añadió que la falta de mano de obra, que se experimenta en Puerto Rico actualmente, también puede redundar en un alza particularmente en productos agrícolas debido a que los propietarios de fincas han tenido que contratar empleados extranjeros.
Desempleados prefieren recibir las ayudas
Precisamente sobre la falta de empleados locales y la posibilidad de que muchos puertorriqueños prefieren quedarse en sus casas recibiendo ayudas de desempleo y del PUA, el profesor opinó que eso son medias verdades.
Enumeró que el área productiva en Puerto Rico tiene varias etapas. Trabajadores que pertenecen a las farmacéuticas, industrias de alta tecnología y áreas profesionales que se han mantenido trabajando durante la pandemia. “Esa capa productiva no se vio afectada directamente”.
Identificó en una capa intermedia a los policías, personal de enfermería, bomberos y maestros que de igual manera se han mantenido trabajando hasta el presente.
“Podríamos pensar que el sector laboral que se afectó con la pandemia son todos los asalariados, pero no es así, son aquellos sectores donde verdaderamente impactó la pandemia como, por ejemplo, restaurantes, establecimientos de comida rápida, mueblerías y dealers de autos, entre otros”.
No obstante, Rodríguez Rodríguez mencionó otro sector que no fue afectado por ofrecer servicios de primera necesidad. “Todos aquellos comercios que suplen mercancía de primera necesidad vimos que no se vieron afectados como los supermercados, estaciones de gasolina y farmacias”, especificó.
El profesor expuso que en el sector laboral que se afectó por la pandemia se registraron reducciones de horarios, renuncias y hasta despidos. “A mí me cuesta, como economista, decir que en Puerto Rico las personas no están trabajando porque están recibiendo las ayudas. La realidad es, que el que está recibiendo las ayudas es el que se quedó desempleado y que, aunque han tenido una posibilidad de regresar a trabajar han decidido mantenerse en esa etapa porque son de la capa de producción que su salario es de $7.25 la hora”, aseguró.
El economista reconoció que estas personas reciben mayor ingreso con las ayudas que con el salario que podrían devengar al incorporarse al mundo laboral. “Con las ayudas reciben más y les garantiza por lo menos 18 meses de ingresos en los cuales hasta podrían levantar un capital y luego reincorporarse a la fuerza laboral”, señaló. Sostuvo que entiende que las oportunidades de empleo van a estar disponibles cuando finalice el proceso de otorgación de las ayudas económicas.
Crece la economía
Rodríguez Rodríguez indicó que la economía en Puerto Rico ha mostrado crecimiento de 0.2 por ciento desde el pasado mes de enero. Opinó que, aunque no es un aumento significativo, es un indicativo de que la economía está recuperándose. Adjudicó este crecimiento a las ayudas de estímulo económico que el gobierno federal ha otorgado, incluyendo a los residentes de la Isla.
“Sin duda alguna el dinero que ha llegado producto de las ayudas del gobierno federal ha provocado el abarrotamiento de los ciudadanos en centros comerciales y tiendas por departamento para gastar ese dinero en diferentes artículos de preferencia. También se ha visto un crecimiento impresionante en la venta de automóviles”.
Recomienda cultura de ahorro
El economista recomendó a los puertorriqueños a ser consumidores racionales. Reiteró que se debe tener como prioridad adquirir aquellos bienes que sean necesarios para nuestra sobrevivencia. Subrayó que los primeros recursos para adquirir son los alimentos para cubrir las necesidades personales y de la familia. En segundo lugar, se debe destinar el dinero para el pago de utilidades como pueden ser el pago de la renta y otros gastos comprometidos.
Finalmente, el profesor recomendó establecer una cultura de ahorro. En ese sentido aseveró que se debe ahorrar por lo menos un 10 por ciento de su salario, aunque señaló que para los que se les haga difícil pueden comenzar con un 5 por ciento.
“Es importante ahorrar para levantar un capital que podría servir para complementar el retiro y también hay que sacar algún porcentaje aparte para gastos imprevistos”, concluyó.