La principal oficial ejecutiva del Sistema San Juan Capestrano, Marta Rivera Plaza, solicitó a las principales entidades del gobierno que consideren revisar y emitan un protocolo especial para el manejo de los velatorios y entierros en Puerto Rico.
“No poder abrazar a los familiares y orar cerca de esa persona que ha fallecido, hace que no cerremos el duelo como quizás se cerraba en un proceso normal de tres meses, ahora puede extenderse a más de un año. A raíz de todo esto del COVID 19, el gobierno ha tomado medidas restrictivas eliminando prácticamente los velatorios de las personas que fallecen día a día en la Isla. Sabemos que tenemos que controlar cualquier posibilidad de foco de contagio en esta horrible pandemia. Sin embargo, hay serias confusiones dentro de la industria de las funerarias sobre el manejo de un velatorio y finalmente los enterramientos en los cementerios del país. La pérdida o muerte de un ser humano, ya sea un familiar, amigo o conocido afecta a la salud mental de nuestra población. Es importante que manejemos este asunto con profesionalismo, sobre todo, para proteger la estabilidad emocional de los afectados por la muerte de sus fallecidos”, explicó Rivera Plaza.
La también expresidenta de la Junta de Directores de la Asociación de Hospitales hizo las expresiones en la “Cumbre de Salud Mental 2021”. Recordó que en muchos casos con el fallecimiento de un familiar o amigo se da el escenario de una larga enfermedad, motivo por el cual muchas personas que han estado encargados del cuido de ese paciente se afectan emocionalmente. “La muerte trastoca a todo el componente familiar afectando aquellos más vulnerables”.
“El perder a un ser querido por COVID 19 implica una pérdida distinta, ya que no puedes ni acompañar a esa persona durante la enfermedad, por el riesgo a contagio. Ello hace más difícil superar la pérdida. Aun con otro tipo de enfermedad, una vez que una persona es hospitalizada el núcleo familiar comienza a afectarse, muy en especial los niños que están relacionados con el enfermo. Si la muerte sorprende con un accidente o suicidio el asunto es más complicado, porque es algo que se enfrenta al momento y nadie está preparado para eso. Durante el tiempo de aflicción y durante todo el proceso de duelo, una persona afligida necesita mucho apoyo emocional y en algunos casos la atención de profesionales de la salud mental”, sostuvo.
Agregó que”en San Juan Capestrano tenemos como norma que la búsqueda de fuentes de apoyo puede ser la clave para la recuperación y aceptación de la pérdida para esta persona. Los familiares, amigos, grupos de apoyo, organizaciones comunitarias o profesionales de la salud mental (psicoterapeutas) pueden ser de gran ayuda. El impacto y manejo de la muerte de un familiar es algo complicado y en muchas ocasiones hasta prolongado. En muchos casos de personas fallecidas, la entrega de los cuerpos por las autoridades sanitarias se ha complicado, lo que hace que se presenten complicaciones en el estado de ánimo y salud mental de las personas cercanas al difunto”.
“La pandemia ha traído un efecto muy negativo a todos nosotros con relación al duelo cuando perdemos a los seres queridos súbitamente. Claramente el efecto se ha visto en las hospitalizaciones de nuestro Hospital San Juan Capestrano, con el hecho de que llegan muchos pacientes con depresión, ansiedad e incapacidad de trabajar porque no han podido sanar la pérdida. Como parte del apoyo que se le debe ofrecer a las personas que pierden un familiar, ya sea por condiciones médicas preexistentes, accidentes o víctimas de COVID está el coordinar un velatorio o enterramiento honroso y rápido. Hay mucha confusión con este tema por lo cual se debe aclarar todo lo relacionado con las guías en los cementerios”, indicó.
Opinó que no debe existir la prohibición de una despedida de duelo en un cementerio, la misma debe regularse y que se utilice el menor tiempo posible con la estricta observación de distanciamiento requerido por los protocolos de la pandemia.
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“Recordemos que el momento del enterramiento y el manejo del mismo puede ser el detonante para una crisis en la salud mental de los familiares. El encontrarse en el cementerio para darle cristiana sepultura a una persona es una medida natural de apoyo significativo para enfrentar la pérdida de un familiar. Claro está, todo esto debe ser regulado por los administradores de los cementerios para que se cumpla con los protocolos establecidos”, recalcó.
“La recomendación es que tengamos unos protocolos donde no perdamos la sensibilidad de que la persona tiene un duelo que cerrar para poder no desarrollar lo que se está viendo a nivel mundial, que es el duelo extendido. Tienes a un ser humano que lo que pudo haber sanado en tres o seis meses, tarda más de un año. Esto trae depresión, incapacidad para trabajar y obstaculización en la vida diaria. Para una persona que comienza un proceso de aceptación y adaptación a la realidad de la pérdida de un familiar, es importante cerrar ese ciclo de expresión de amor que se lleva a cabo en el proceso de un enterramiento digno”.
Finalmente dijo que “la negación de aceptar la muerte de un familiar puede llevar a una depresión severa o trastornos emocionales. Las emociones ante la pérdida de un familiar pueden variar desde el silencio o alejamiento hasta pensar en la alternativa del suicidio. El hecho real de vivir más encerrados en estos días de pandemia, complica el ánimo y estado de salud mental de las personas afectadas, pues prácticamente dependen de una llamada telefónica que en muchas ocasiones no se da, ya que el COVID nos mantiene a todos alejados. Es de vital importancia que tan pronto usted detecte cambios en la conducta de esa persona afectada, consulte a un profesional de salud mental, quienes están preparados para ayudar en estos casos”.