En las elecciones presidenciales de 2008 en los Estados Unidos el tema fundamental de la campaña fue la economía. En el 2012 la economía es también el eje central de la contienda presidencial. Dicho esto, el contexto en que se desarrollan ambas campañas es bastante distinto. En el 2008 la economía estaba en crisis. Las acciones en Wall Street estaban en picada, había una pérdida constante de miles y miles de empleos y los bancos e industrias más grandes estaban en una situación precaria. Los Estados Unidos estaban en su peor recesión desde la Gran Depresión e incluso, algunos economistas hablaban de una depresión. Ante esta situación, el candidato demócrata Barack Obama le ganó cómodamente a John McCain, del incumbente Partido Republicano.
En el 2012 la economía está en recuperación, se están creando empleos en vez de perderse y muchos de los bancos e industrias que estaban al borde de la quiebra en el 2008 están reportando ganancias en vez de pérdidas. El problema es que la recuperación y la creación de empleos han sido muy lentas y todavía quedan muchas personas sin trabajo. Esta situación hace que, contrario a 2008, la campaña del 2012 se perfile como una muy cerrada. Para poder entender esto tenemos que analizar cómo es que la economía afecta el voto de las personas.
El tema de la economía es ampliamente reconocido como uno de los más importantes, si no el más importante, en las elecciones de la gran mayoría de las democracias. Por mucho tiempo los científicos políticos asumieron que la conexión entre el estado de la economía y su impacto en las elecciones se daba por la experiencia personal de los votantes. Esto quiere decir que los votantes veían su situación económica personal y eso los llevaba a votar por un candidato u otro. A esto se le llama voto de bolsillo. En términos específicos, ¿qué quiere decir esto? El voto de bolsillo quiere decir que si un ciudadano está desempleado o ha entrado en un periodo de estrechez económica votará por el candidato retador. Si por el contrario la situación financiera de un ciudadano ha mejorado (como al fin conseguir un buen empleo), entonces éste favorecerá al incumbente. Es por esto que oímos a los políticos preguntarles a los votantes si “hoy en día están mejor que hace cuatro años”. Cuando las cosas están mejor usualmente los incumbentes son los que hacen la pregunta. Cuando las cosas están peor son los retadores.
Otra posibilidad es que los votantes no miren su situación personal sino la del país. A esto se le llama el voto sociotrópico. Estos votantes en vez de preguntarse si ellos están mejor o peor que hace cuatro años, se preguntan si el país está mejor o peor que hace cuatro años.
Uno podría pensar que obviamente la situación personal del votante debe tener más peso a la hora de decidir cómo votar que la situación del país. Después de todo la situación personal se siente en carne propia. Sin embargo, múltiples investigaciones en Estados Unidos y otros países han demostrado, de manera bastante convincente, que el factor más importante en influir en el voto es el estado del país, o sea, el voto sociotrópico y no el voto de bolsillo. ¿Por qué? Porque los ciudadanos piensan que aunque ellos estén bien, si el país va mal, tarde o temprano ellos sufrirán los efectos de una economía en problemas, como quedarse sin empleo. Por otro lado si la economía está en franca recuperación entonces una persona desempleada, por ejemplo, podría pensar que ya mismo va a conseguir trabajo pues muchas otras personas están consiguiendo empleo.
El análisis del voto sociotrópico nos hace fácil de entender lo que pasó en el 2008. Con la economía en picada se daba por descontado que ganaría el retador, independientemente que éste fuera Barack Obama o Hillary Clinton. Hoy el asunto es más complicado. Como ya mencioné, la economía está en mejoría, pero ésta es particularmente lenta. Es por eso que en el 2012 el voto sociotrópico es más difícil de interpretar que en el 2008. Por un lado las encuestas indican que la mayoría de las personas creen que el país no necesariamente va por buen camino, pero por otro existe una recuperación.
La consecuencia principal de esta situación es que la elección esté muy cerrada, más que en el 2008. Esto, a su vez, hace que otros factores tengan un poco de más relevancia que en el 2008, cuando la economía opacó todo lo demás. Uno de estos factores es la personalidad de los candidatos. Investigaciones en los Estados Unidos nos indican que uno de los factores que la gente toma en cuenta a la hora de votar es al candidato como persona. Por eso es que vimos tanto énfasis en las Convenciones Demócratas y Republicanas de pintar a su candidato como buen esposo y padre de familia, pero sobre todo, como una persona que entiende las dificultades por las que están pasando millones de estadounidenses. Hasta ahora el candidato que lleva la delantera, tanto en la percepción de que puede mejorar la economía como en que puede entender a sus conciudadanos, es el actual presidente, Barack Obama.
Ante esta encrucijada, ¿qué se puede esperar en el corto tiempo que queda entre hoy y las elecciones? Dos factores son importantes. El primero es el desempeño en los debates. Aunque se ha demostrado que el impacto de los debates es muy pequeño, en una contienda cerrada cualquier cambio es importante. En segundo lugar, el próximo informe del estatus del desempleo es particularmente importante. Si éste resulta ser mejor de lo esperado, puede ser muy buena noticia para el Presidente; si es peor de lo esperado, definitivamente ayudará al retador Mitt Romney.
El autor es profesor en el Departamento de Ciencia Política y Director Asociado del Programa de Estudios de Honor en el Recinto de Río Piedras de la UPR.