A pocos meses de cumplirse diez años desde que se retirara la Marina de Guerra estadounidense de Vieques, muchos ya están celebrando que la isla se haya liberado de las tropas, que por más de 60 años ocuparon sus terrenos para realizar prácticas militares. Algunos consideran que este suceso fue el punto culminante en la saga de la Isla Nena y que los residentes por fin viven en paz, disfrutando plenamente de los recursos y la singular belleza que siempre ha distinguido a sus tierras.
La realidad dista mucho del final feliz que muchos mantienen en sus recuerdos, cuando los puertorriqueños se unieron en innumerables marchas en reclamo de los terrenos que le pertenecían al pueblo. La Marina de Guerra había dejado enfermedades y muertes a su paso, quedarse callados nunca hubiese sido una opción tan siquiera considerable.
Sin embargo, los pescadores –protagonistas de la lucha viequense- dan prueba de que la Marina estadounidense nunca abandonó la isla del todo. Enfrentan un panorama desolador, pues no solo han tenido que lidiar con el costo humano mientras hubo presencia militar en el municipio, sino que también han presenciado cómo su principal fuente de ingresos va reduciéndose a nada. La actividad pesquera se ha reducido en un 90 por ciento, cifra extremadamente alarmante si se toma en cuenta que gran parte de los habitantes subsisten gracias al producto obtenido en las aguas que rodean a la isla.
Cuando las tropas practicaban en Vieques, las lagunas “Gato” y “Anones” eran los cuerpos de agua que recibían mayor cantidad de desechos debido a que funcionaban como depósito de residuos químicos y restos de armas militares. Como resultado, estas se mantenían cerradas y no había libre acceso de contaminantes al mar.
Las cosas habían cambiado. En un recorrido que realizaron miembros de Casa Pueblo y varios pescadores en el año 2005, dos años después de la salida de la Marina, se descubrió que las lagunas habían sido mecánicamente conectadas al mar, específicamente a la Bahía Salina del Sur.
“Si usted camina por las lagunas encuentra la evidencia más cruda de uno de los escenarios más contaminados posiblemente en el planeta Tierra, no solamente la evidencia de las bombas sin detonar, usted puede encontrar cristales de explosivos […] hay metales pesados, uranio reducido, todo lo que ocurría en ese panorama está en esas lagunas”, denunció Arturo Massol, de Casa Pueblo en Adjuntas.
En el 2003, tras cesar permanentemente las prácticas militares, las tierras viequenses fueron transferidas al Servicio de Pesca y Vida Silvestre (FWS, por sus siglas en inglés) para luego ser incluidas en la Lista de Prioridad Nacional del Programa del Superfondo de la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés). No obstante, estas agencias han manejado la situación de manera irresponsable y aunque han pasado los años, no ha habido ningún cambio en este nefasto escenario.
“Aquí estamos hablando de que ha habido negligencia por parte de los responsables […] pudieron corregirlo, no lo han hecho y hoy observamos 90 por ciento en la reducción de la actividad pesquera en Vieques”, expresó Massol. Alegó que los pescadores han tenido que desplazarse a aguas más profundas y que representan mayor riesgo debido a la existencia de bombas que todavía no han sido detonadas y que no fueron removidas por la Marina estadounidense al dejar la isla.
(Glorimar Velázquez)
Luego de que las tierras viequenses hayan permanecido tan gravemente descuidadas por tanto tiempo, el ambientalista resaltó la necesidad de que las mismas vuelvan a manos de los puertorriqueños.
“Necesitamos que esas tierras se devuelvan al país, estén contaminadas, golpeadas, con la realidad que sea, pero son nuestras y tienen que ser regresadas porque estas agencias no han cumplido, al contrario, han sido negligentes en el manejo de este lugar. Son ahora tan cómplices del daño ambiental como la Marina lo es”, reclamó.
Por su parte, Cacimar Zenón, representante de los pescadores viequenses, denunció que los científicos, investigadores, pescadores y residentes han sido amenazados con arrestos al tratar de entrar al antiguo polígono para investigar lo que sucede en esas áreas. “La FSW no facilita el trabajo, al contrario, están escondiendo ahora mismo la realidad de lo que está pasando allí”, puntualizó.
Aparte de restos de explosivos y cristales, en Vieques se han encontrado elementos químicos que resultan altamente nocivos para los seres vivos. Entre estos se encuentran el plomo, uranio, mercurio y arsénico. También existen residuos de napalm, combustible altamente peligroso que puede reducir a cenizas toda forma de vida y que ha sido utilizado como arma en algunas guerras a través de la historia.
“Considero esto, además de un crimen ambiental, un crimen contra la humanidad. Esto es una violación tan profunda de derechos humanos que no es un problema solamente de Vieques. Esto es un problema de todo Puerto Rico”, enfatizó el licenciado Harry Anduze al explicar la necesidad de que los ciudadanos no esperen por el gobierno, sino que tras haber probado la fuerza de la acción social en ocasiones recientes, vuelvan a unirse a reclamar atención inmediata sobre los derechos de los viequenses y puertorriqueños en general.
Massol exigió de manera contundente al gobierno federal y al gobierno estatal que corrija esta situación lo antes posible. “Hoy estamos emplazando al gobernador, a las agencias federales, a la EPA, Pesca y Vida Silvestre, estamos escribiendo a Casa Blanca, al comité internacional, que trata el tema de Puerto Rico y Vieques a que cierren estas lagunas […] no hay que esperar a mañana, esto es un crimen, un delito”, finalizó.
Según registros oficiales del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), las cifras indican que desde el 2002 hasta el 2004, las libras de pesca promediaban 165,430. Desde el 2007 hasta el 2011, este número redujo dramáticamente a 15,581 libras.