Se desató una batalla campal, una lluvia de pedradas, perdigonzazos y lanzamientos de cócteles molotov. Desde el segundo piso de su hospedaje ella observó cómo un agente policíaco apaleaba a un universitario y sin pensarlo le gritó “asesino”. Antonia Martínez Lagares adjetivó a quien precisamente le cegaría su vida. Pareciera ser una muerte anunciada. Era miércoles. Un desfile organizado por la Federación Universitaria Pro Independencia (FUPI) y el Comité de Acción Femenina Universitaria (CAFU) comenzó poco después de la una de la tarde. “Fuera los pitiyankees” leían algunos de los carteles de los manifestantes. Protestaban contra la presencia de reclutadores militares -y su frente de entrenamiento conocido como ROTC- en la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras. Unos en contra y otros a favor, la combinación perfecta para que chocaran ambas partes. Pero, ¿quién comenzó el motín? Hay quienes dicen que desde el interior del edificio del ROTC, otros alegan que desde afuera. La realidad es que no importa quién empezó o no, lo que cuenta es que se desató una lucha agresiva. Los jóvenes manifestantes gritaban: “fuego, fuego, los yankees quieren fuego”. Mientras que cadetes con cascos blancos devolvían las pedradas. Las autoridades pidieron que se movilizara a la Policía para que se suprimieran las demostraciones. Alrededor de las 6:15 de la tarde, la Fuerza de Choque entró al recinto riopedrense. Los casi 5,000 estudiantes desalojaron los predios, corriendo hacia los portones de la amurallada Universidad. De ahí en adelante, el resto es historia. Ese 4 de marzo de 1970 Antonia Martínez Lagares murió en el Hospital Auxilio Mutuo, a las 10:30 de la noche. Tenía 20 años y sólo le quedaban dos meses para terminar su bachillerato como maestra de Español. Su fatídica muerte fue portada de varios periódicos en la Isla, como El Mundo. Su asesinato generó muchas controversias e interrogantes sobre quién fue el verdadero responsable de su muerte. En su editorial “Más violencia en la UPR”, el diario El Mundo señaló que “fue un error el no tomar las medidas adecuadas para evitar que de un lado u otro comenzara la violencia”. Sin embargo, muchos se lavaron las manos como Poncio Pilato. El entonces Superintendente de la Policía, Luis Torres Massa, alegó que “la bala que mató a Antonia no pertenecía a la Policía”, así lo reseñó el periódico El Mundo. Según Torres Massa, el calibre de la bala no coincidía con el de las balas que usaba la Uniformada. En contraste, la versión que ofrecieron los estudiantes que estaban cerca del hospedaje de Martínez Lagares no libraba de culpa al Policía. Ángel López, quien era miembro del Consejo General de Estudiantes, aseguró que varios estudiantes vieron cuando el oficial le disparó a la joven de 20 años. En aquel entonces el presidente de la UPR, Jaime Benítez, decidió utilizar los servicios de la Policía Estatal. Unos apoyaron la decisión del presidente, como lo hizo la Organización de Profesores Universitarios (OPU). La Dra. Leticia del Rosario, quien presidía la OPU, secundó esta medida porque “querían que el recinto retornara a la normalidad y que recuperara el ambiente de desarrollo académico, libre de violencias y luchas políticas a la mayor brevedad posible”. Otros grupos disidieron. La Directiva de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) envió una carta al Consejo de Educación Superior solicitándole “que disponga el retiro inmediato de la fuerza de choque de los terrenos universitarios de Río Piedras”. Asimismo pidieron que se ordenara la reanudación de las clases, tan pronto la Policía abandonara el Recinto. Juan Mari Bras –quien era el Secretario General del Movimiento Pro Independencia (MPI)- declaró para el diario El Mundo que “la fuerza de choque había realizado actos vandálicos como medida para la represión al estudiantado”. En aquel momento, el presidente del Partido Independentista Puertorriqueño (PIP), Rubén Berríos, expresó que la participación de la Juventud Independentista Universitaria (JUI) “era de militancia pacífica, en el proceso democrático, como medio para alcanzar la independencia de la Isla”. Fue el líder de la JUI –José Miguel Pérez- quien hizo el llamamiento a todo el estudiantado para que asistieran al entierro de Martínez Lagares. El viernes, 6 de marzo de 1970 sus restos fueron cargados por un gran tramo por universitarios, mientras entonaban la “Borinqueña”. Nombrada por Berríos como “la primera mártir de la nueva lucha por la independencia”, Martínez Lagares fue enterrada en el Cementerio de la Santa Cruz en Arecibo. Este jueves, se conmemoran los 40 años de su partida. Año tras año se recuerda a quien en vida fue una joven muy arraigada a su patria. Martínez Lagares se convirtió en un himno de lucha para la juventud puertorriqueña. Tal y como escribió Antonio Cabán Vale (El Topo), “aquellos que un día derramaron tus pétalos de sangre no sabían que así echaban las semillas en el aire y, a la vista del pueblo, habían de surgir”. Notas publicadas en Diálogo sobre el tema de la persecución independentista: Aquel 11 de marzo en llamas: https://dialogo-test.upr.edu/es/dialogico/2010/03/deja-vu-aquel-11-marzo-llamas Chagui o la imposibilidad del olvido: https://dialogo-test.upr.edu/en/dialogico/2010/03/deja-vu-chagui-o-imposibilidad-olvido