“Walter Lippmann tenía razón: el periodismo no puede decir toda la verdad porque nadie puede decir toda la verdad. Todo lo que el periodismo puede hacer es liderar la conversación pública, estimularla, organizarla, mantenerla en movimiento constante y alimentarse de lo que otras conversaciones tienen para ofrecer: la historia, el arte, la ciencia, la religión (…) Al fin y al cabo, la vida social es una sucesión de metáforas y la metáfora que ha gobernado la compresión del periodismo en este siglo ha entrado en crisis” James Carey, “The Mass Media and the Modernity: Between the Modern and the Postmodern” En sus denuncias sobre la utilización de la radio como “aparato exclusivo de distribución”, fue Brecht uno de los primeros en abogar por un uso más comunicativo del medio. El icónico dramaturgo alemán soñaba con la democratización de la radio a través de la participación de los oyentes en sus contenidos y emisiones. La radio es, por mucho, el medio más accesible y democrático gracias a su naturaleza: el lenguaje hablado y la inmediatez. En el sentido utópico, netamente social-académico, se puede afirmar que “la participación radiofónica tiene el indiscutible mérito de actualizar cotidianamente el derecho a la libertad de expresión”. También, el hecho de que los oyentes respondan a sus “ganas y necesidad de hablar” se trata de una necesidad plenamente humana, “que la radio –tal vez como ningún otro medio- es capaz de satisfacer, debido a sus misma características”. La catedrática española Susana Herrera Damas probablemente es la persona que más ha estudiado en toda Iberoamérica la participación de la audiencia en la radio. Como bien avisa desde el título de su ensayo Ventajas e inconvenientes de la participación de la audiencia en los programas de radio, Herrera Damas enumera lo positivo y lo negativo de esta fórmula radiofónica. Porque para encontrar respuestas hay que comenzar por mirar bien las cenizas, iremos a los inconvenientes. El primero de ellos, según Herrera Damas, es la posibilidad de que se multiplique la anarquía informativa. En este punto se advierte que “un excesivo acceso” puede dar publicidad a grupos irrelevantes de la sociedad, lo que representa una limitación de la participación real de una audiencia, además de que permite la variante de que “las intervenciones de los oyentes supongan determinadas formas de injuria o insulto, por el hecho de que cualquier oyente puede amparase en el anonimato”. El segundo punto de Herrera Damas señala la posible utilización de la fórmula de manera tendenciosa. Sobre esto, señala que “los profesionales utilizan la fuerza y el impacto expresivo de las intervenciones, seleccionando sólo aquellas que resulten proclives y favorables a la línea editorial de la emisora y a sus intereses”. Como tercer punto, Herrera Damas habla de la posibilidad de utilizar la fórmula de manera comercial, asegurando que “en los programas de participación se está considerando al oyente más como un animador que como un verdadero participante”, lo que violenta el respeto por el receptor. Un último punto parece crucial, pues plantea que la participación directa de los oyentes en los programas de radio “es susceptible de producir las mismas falsificaciones, engaños, exageraciones o distorsiones que caracterizan el intercambio verbal entre personas”. Al respecto es Julio Rivera Saniel, periodista de WKAQ, quien abre una discusión más cercana y afirma que en Puerto Rico “todo el mundo está a sólo una llamada para tener participación en la radio”. Rivera Saniel asegura que el perfil de las personas que se comunica a las estaciones van “desde el que llama y presenta una opinión muy instruida a aquel que responde de lo que sabe, cuando sabe poco”. Sobre el quehacer de los profesionales de la radio ante esta situación, Rivera Saniel asegura que “es responsabilidad de quienes moderamos estos espacios no dejar que todo el mundo diga lo que quiera, cuando lo que dice no lo dice en la forma que debe decirlo o está motivado por prejuicios. El dejar pasar un comentario cargado de prejuicios infundados convierte a uno en cómplice de ello porque le diste foro”. En opinión de Oscar Serrano, codirector del Centro de Periodismo Investigativo, en Puerto Rico la situación tiene que ver más con la orientación comercial de las emisoras, y dice: “Yo creo que los medios de comunicación se han hecho expertos en generar audiencia en términos comerciales”. A su vez, Yennifer Álvarez Jaimes, periodista de Red 96, estima que “aquellos que escuchan la “radio informativa” en Puerto Rico podrán reconocer cómo los espacios radiales muchas veces se convierten en una especie de circo romano en donde se busca, se destaca y se celebra la confrontación entre los entrevistados”. Álvarez Jaimes reconoce abiertamente que “no es secreto entre los colegas que trabajamos en radio, de que es más común de lo que se piensa que premeditadamente se producen este tipo de encontronazos con el fin de obtener declaraciones fuertes de los entrevistados todo por la idea de subir los niveles de audiencia radial”. La democracia no debe confundirse con el sentir popular. La opinión pública es diferente a la opinión del público. Todo depende de la responsabilidad que conlleve la acción de cada expresión. De muchas maneras –y con más justificaciones- se puede decir que en Puerto Rico la radio sigue siendo utilizada como “aparato exclusivo de distribución”. Aunque el llamado de Brecht iba encaminado a denunciar la proliferación de mensajes políticos y la incapacidad de la audiencia de participar del debate, el ejemplo puertorriqueño deja en claro que la intervención de los radioescuchas en la radio convencional rompe con los esquemas de lo que debe ser una comunicación efectiva ya que “violenta y manipula” el intercambio de mensajes. Imaginemos pues a Bertolt Brecht en su exilio de Hollywood. Por equivocación, el poeta y dramaturgo da con la frecuencia AM de la onda puertorriqueña. Después de un par de minutos, Brecht –ya con la frente sudorosa- muerde sus gruesos anteojos negros. Apaga la radio, toma un volumen de su Vida de Galileo. Abre el ejemplar, toma un bolígrafo y pausadamente escribe: “A mis hermanos puertorriqueños, cuando la verdad sea demasiado débil para defenderse, tendrá que pasar al ataque”. *El autor es periodista y es el Editor de Diálogo Digital Live TV : Ustream