Aaron Swartz vivió su vida como un pensador, fabricante y crítico. Insatisfecho con la situación de los asuntos mundiales y siendo parte de una cultura de apasionados por la informática (geeks), defensores de la programación gratuita y activistas de la Internet en Cambridge, San Francisco y Nueva York, siempre tomó acción ya fuera escribiendo una secuencia de comandos (un script), liberando data o colaborando con alguna causa pública.
-Gabriella Coleman, antropóloga, escritora, profesora y actual Decana en Ciencia y Tecnología de la Universidad McGill.
Aaron Swartz, programador y activista de Internet, demostró ser un prodigio a temprana edad. A los doce años ya estaba creando sus propios programas. A los catorce fue coautor del ubicuo Rich Site Summary (mejor conocido como RSS), el cual sindica contenido automáticamente para los lectores del ciberespacio. Ese mismo año, contribuyó con la creación de Creative Commons, el sistema alternativo al copyright tradicional que creó Lawrence Lessig. Unos años más tarde, a sus diecinueve años, sus contribuciones fueron parte del lanzamiento de Reddit, espacio virtual con millones de usuarios que discuten contenido noticioso. Reddit fue comprado por Condé Nast, lo cual redundó en compensaciones cuantiosas para Swartz.
Como activista , Swartz sostuvo campañas efectivas con su proyecto Demand Progress en contra de las leyes Stop Online Piracy Act (mejor conocida como SOPA) y el Protect IP Act (PIPA). Ambas leyes suponían límites indeseables por parte del estado en cuanto al contenido disponible en el Internet. Su activismo y la transparencia de sus actos le llevaron en los años 2010 y 2011 a tomar parte como miembro de la Junta del Harvard Ethics Center on Institutional Corruption.
Precisamente, la ética que enmarcó su activismo a favor de una cultura abierta de Internet (léase, de conocimiento para todos los que tengan la posibilidad de hacer clic) marcaría su vida y destino. Swartz tuvo acceso a la mejor educación posible. Estudió en Stanford, una de las más prestigiosas universidades a nivel mundial; decidió, sin embargo, no continuar sus estudios luego de su primer año.
Debido a su activismo, Swartz continuó teniendo acceso a otras instituciones importantes, como la ya mencionada Harvard y el Massachusetts Institute of Technology (MIT). Cabe recalcar que Swar tz, en su humildad, mencionó en una ocasión haber tenido la suerte de que su padre trabajase en la industria de computación como manera de explicar sus logros. Esto nos deja entrever que desde temprano tuvo claro que el privilegio es un tipo de accidente, y que no debería ser así.
Es harto conocido que MIT ha estado siempre a la vanguardia en cuanto a tecnología se refiere. El technology de su título lo toman muy, pero muy en serio. La universidad ha tenido cursos disponibles precisamente a través del Internet, compartiendo sus recursos con personas que de otra forma no podrían acceder ese conocimiento. Fue en MIT que Swartz utilizó una codificación relativamente sencilla por él escrita para guardar millares de documentos de JSTOR. JSTOR es una base de datos sin fines de lucro que recopila y guarda escritos académicos. Son muchas las universidades suscritas a dicho sistema. Las instituciones pagan por dicho servicio para que sus estudiantes tengan acceso a los escritos.
El uso individual de la base de datos de JSTOR es considerablemente costoso, si uno no tiene acceso a su contenido a través de una institución suscrita al servicio. La curiosidad, el ethos de los hackers, ha partido en gran medida de este tema; el que la información no fácilmente asequible esté disponible para cualquiera.
Esto fue justamente lo que ocurrió con Swartz y donde su vida tomó un giro sin retorno. Usando su computadora, Swartz bajó cuatro millones de artículos de la base de datos de MIT. Aunque Swartz no hackeó los documentos propiamente porque los tomó a través de su cuenta activa, su acción constituyó en efecto, una violación a los términos de servicio establecidos por JSTOR. Cabe recalcar que los artículos nunca fueron publicados, y que nadie sufrió daño económico alguno. Era más bien un ejercicio teórico que ya había practicado en ocasiones anteriores, y que lo puso de antemano bajo el radar de los federales.
Una vez MIT se percató de la descarga masiva de documentos (la mayoría, cabe indicar, catalogados bajo el dominio público), MIT acudió a las autoridades federales. Hay que mencionar que las autoridades federales tenían una vendetta contra Swartz ya que éste había hecho públicos documentos gubernamentales por cuyo acceso el gobierno cobraba ocho centavos por página impresa. Por su parte, JSTOR desistió de tomar parte de las acusaciones y cargos que el gobierno radicó en contra de Swartz. Irónicamente, MIT no. En julio de 2011 se radicaron cuatro cargos contra Swartz que, al ser aumentados posteriormente a trece, podrían haber conllevado la pena de unos 35 años en prisión y la restitución de hasta $1 millón. Esto a pesar de que ni siquiera se difundieron los artículos y de que Swartz no recibiera, ni tenía la menor intención, de recibir compensación alguna.
Luego de que el MIT anunciara que abría una investigación interna en torno a la muerte de Aaron, el grupo Anonymous decididó dejar su huella en forma de tributo al joven: un Defacement a la página del MIT junto a una serie de ataques en conjunto a la página del Departamento de Justicia, la cual se mantuvo varias horas sin acceso.
Conocedores del Derecho han recalcado que los elementos del delito bajo las leyes de computer crimes son demasiado fáciles de satisfacer. Las posibles sentencias son draconianas. Sin embargo, aunque estas leyes son anticuadas (son de los años ochenta, antes de que hubiese una cultura de Internet propiamente establecida), fue el aparato fiscal el que falló al ponderar la cuestión aquí discutida. En este tipo de casos, el Departamento de Justicia tiene (o mejor dicho, debería tener) mayor discreción en cuanto a las penas a imponer a los acusados. Existen alternativas como arresto domiciliario y opciones mucho menos severas para cast igar estos delitos. Explica Gabriella Coleman:
El caso de Aaron Swartz demuestra cuán lejos los fiscales están dispuestosa llegar con los hackers, amparados bajo la Ley de Abuso y Fraude Informático (Computer Fraud and Abuse Act), que, aunque general y vaga, es la herramienta perfecta para que ellos hagan su trabajo.
En este caso, el aparato gubernamental – representado por la fiscal Carmen Ortiz – decidió no tomar en cuenta opciones menos severas. Comparemos el aparato gubernamental de justicia con Aaron Swartz. Aaron era un individuo que programaba, actuaba en cuanto a sus inquietudes y escribía en su blog. Ahí compartía sus intereses, pensamientos y preocupaciones. En ocasiones había escrito sobre su depresión, de manera muy franca. Más adelante, la fiscal del caso en su contra admitió saber acerca de su condición, que fiscalía estaba al tanto y que supuestamente hicieron concesiones debido a ello. El 11 de enero pasado, Aaron Swartz se suicidó. Su familia atribuye su muer te al abuso de las facultades punitivas y la intimidación por parte del sistema de justicia criminal. Ya para el 2002 (era apenas un adolescente entonces), Swartz había dejado escrito que, al morir, el contenido de sus discos duros habrían de hacerse disponibles de manera gratuita y sin ninguna restricción en cuanto a su contenido en su página de Internet.
Tres días antes de su muerte, JSTOR abrió acceso al público general a utilizar sus recursos de forma limitada. MIT, por su parte, abrió una investigación interna y foro abierto con su estudiantado para discutir lo sucedido. Uno de los miembros de la administración de MIT mencionó a la prensa que la fiscalía presionó a la Institución para que no retiraran los cargos que pesaban contra Swartz. La representante demócrata Zoe Lofgren, por su parte, presentó Aaron’s Law, inspirada en Swartz, para hacer enmiendas al Computer Fraud and Abuse Act, bajo el cual se le acusó.
La autora es abogada.