Los cosméticos son unos de los intereses que he mantenido a través de los años por lo que siempre estoy pendiente de los productos que se están moviendo en la industria. Hace un tiempo, noté una tendencia hacia las palabras paraben-free, organic, mineral, sulfate-free, entre otras, en las etiquetas de algunos productos, tanto en los anaqueles de Walgreens y CVS como en los mostradores de Sears, Macy’s, JC Penney y Sephora. Al ver que la presencia de estas palabras era cada vez mayor, decidí investigar sobre estos términos y los ingredientes que se utilizan en los cosméticos. ¿A qué se debe esta nueva forma de publicitar y de etiquetar los cosméticos?
Sin duda alguna, la industria de los cosméticos—que remite a un grupo de productos utilizados por mujeres y hombres, incluyendo maquillaje, pintauñas, jabones, desodorantes, champús y acondicionadores, entre otros—es una de las más rentables (generó $2.3 billones a comienzos de 2012y $53.7 billones en 2011) pero igualmente es una de las menos reguladas.
La industria de los cosméticos fue regulada por primera vez en 1938 por la Food and Drug Administration (FDA). Desde entonces, las regulaciones por esta agencia gubernamental han disminuido por lo que, actualmente, la industria de los cosméticos se rige por una autoregulación; es decir, las compañías de cosméticos son las que deciden qué puede consumirse. Esta autoregulación ha repercutido en que muchas de las corporaciones aprueben el uso de ingredientes tóxicos en sus productos. Cabe aclarar que no todos los ingredientes hallados en los cosméticos son necesariamente tóxicos pero sí pueden ser dañinos al cuerpo. Uno de los casos más populares fue el hallazgo de plomo en los lápices labiales que provocó que The Campaign for Safe Cosmetics presionara a la FDA para que realizara una investigación a fondo.
Puede que estés pensando eso no me aplica, yo no uso lápices labiales pero el uso de ingredientes tóxicos se ha registrado en la mayoría de los cosméticos. Ingredientes como diethyl phthalate (usado en cremas de afeitar y lociones para después del afeitado, desodorantes, champús), triclosan (utilizado en jabones antibacteriales), formaldehido (encontrado en pintauñas, productos para el cabello, incluyendo champús para bebésy jabones) y parabenos (utilizado en productos de cuidado para la piel y en el maquillaje) son causantes o secretan componentes que han causado cáncer y/o desórdenes hormonales. Sin embargo, las compañías, al ser autorreguladas, no están en la obligación de publicar todos los ingredientes que utilizan en las etiquetas por lo que éstos no pueden evitarse con facilidad.
Así como en los productos alimenticios, la publicidad y la marca juegan un papel importe en el consumo de los cosméticos. Irónicamente, marcas como Avon, Revlon y Estée Lauder producen cosméticos con empaques rosados para apoyar la lucha contra el cáncer de seno mas utilizaningredientes que se han identificado como cancerígenos.
Según Kim Erickson y Samuel Epstein, autores del libro Drop Dead Gorgeous: Protecting Yourself from the Hidden Dangers of Cosmetics,los fabricantes utilizan ingredientes tóxicos o dañinos porque son baratos y alargan la vida de los productos.Aunque estos ingredientes no causan un resultado negativo de inmediato, el uso continuo provoca que se acumulen en el cuerpo y aumenta la probabilidad de riesgo. Aun así, esto no es una opinión apoyada por todos.
La mayoría de los consumidores de cosméticos no creen que exista un riesgo en el uso de estos productos. Sin embargo, ¿por qué la industria de los cosméticos continúa autorregulándose y la FDA no reacciona al respecto?
En 2012, el gobierno de los Estados Unidos impulsó una ley para obligar a la FDA a que regulara los ingredientes que la industria de cosméticos utiliza en sus productos. Esta medida no fue apoyada por las compañías de cosméticos pues preferían hacer sus propias leyes. Una vez más, autorregulación.
La industria de los cosméticos claramente se rige por el negocio devenido de las industrias culturales, y acentuado por la economía política. La publicidad, las etiquetas ni la identificación de las marcas ayuda a alertar sobre el uso de ingredientes sospechosos pues éstas brindan opciones para continuar el ciclo capitalista. Al igual que con los organismos genéticamente modificados y los escándalos de Monsanto—que ha provocado cautela en la compra de productos que ingerimos—debemos tener cuidado con lo que ponemos en nuestra piel.
Este texto forma parte de nuestra republicación del blog del curso COPU 6515 Economía política de la información, parte del Programa Graduado en Comunicación de la UPR Río Piedras