Para crear ciudades sostenibles y felices es necesario que al planearlas o transformarlas se piense en una ciudad para la gente pobre, para los niños, para los viejos y para todos los ciudadanos vulnerables. Esta premisa sintetiza el concepto del exalcalde de Bogotá, doctor Enrique Peñalosa-Londoño en su presentación titulada Hacia una ciudad más sostenible y feliz ofrecida durante una de las plenarias del 52do Congreso Mundial de la Federación Internacional de Vivienda y Planificación (IFHP): “Vivienda Más Allá de sus Paredes: Planificando para un Hábitat Asequible y Sostenible”, auspiciado por el Departamento de Vivienda, la Sociedad Puertorriqueña de Planificación y la Federación Internacional para Vivienda y Planificación que se celebra en San Juan. Con su encendido verbo, Peñalosa Londoño -que en un momento pudo haber sido destituido del cargo por ordenar que se sacaran los carros de las aceras porque éstas (las aceras) pertenecen a la gente, colocando a los carros en el lugar que corresponde: la carretera- es un firme defensor de que las ciudades tienen que hacer feliz a las personas proveyendo espacios públicos que propicien el disfrute de todos por igual. “Lo que hace a una ciudad amable es que se pueda caminar”, dijo al explicar que una de las situaciones que no permiten más espacios públicos para el disfrute de todos es que la economía de mercado no funciona cuando se trata del precio de la tierra alrededor de las ciudades. En Colombia, por ejemplo, el valor de la tierra aumenta en tal forma que aunque aumenten los ingresos de las personas, esta es inaccesible; sobretodo para el desarrollo de proyectos de vivienda para personas de bajos ingresos económicos. Otra situación que ocurre con frecuencia es que el gobierno se ve obligado a legalizar y mejorar la construcción ilegal de viviendas, cuando sería más económico -cuestan hasta cuatro veces más- prevenir el desarrollo de este tipo de barrios planificando y construyendo viviendas a tono con su poder adquisitivo, tomando en cuenta los subsidios. En opinión del doctor Peñalosa hay muchos que creen que porque el “comunismo fracasó” debe olvidarse el concepto de igualdad. “Hoy todos creen que la economía de mercado es la mejor forma de administración”, y aunque las constituciones de la mayoría de los gobiernos establecen explícita o implícitamente que todos los ciudadanos son iguales ante la ley y que el interés general prevalece sobre el interés particular, en la realidad no se ve eso. “Si eso fuera así, entonces el transporte colectivo debería privar sobre el particular”, dijo en referencia al uso “excesivo”, que en su opinión se le da al automóvil. Uso que afecta la calidad de vida de las personas en las ciudades en detrimento del disfrute de los espacios públicos. Peñalosa-Londoño indicó que el uso de la bicicleta como medio de transportación no es sinónimo de países pobres porque las ciudades holandesas tienen un ingreso per capita más alto que Estados Unidos, y utilizan con mucha frecuencia la bicicleta como vehículo de transportación. Sin embargo, advirtió que existen aspectos relacionados con la forma en que se organiza una ciudad que son ideológicas, no políticas,y relacionadas con el arte. “En una ciudad buena las personas caminan para ser felices. En una ciudad buena se esta con al gente, se tiene contacto con la naturaleza y la gente no se siente inferior”, sentenció. En las ciudades avanzadas, los ricos y los pobres se encuentran y comparten en los espacios público, añadió. Pero además de la felicidad del compartir e interactuar, la ciudad debe ser sostenible. Para Peñalosa-Londoño el ambiente sostenible es aquel “donde el ciudadano realiza su potencial humano más plenamente. La ciudad mas propicia para la felicidad humana”. El exalcalde de Bogotá arremetió contra la construcción de autopistas para resolver el problema de los ataponamientos y la congestión de tránsito, ya que dondequiera que se ha utilizado esta solución al problema no lo se ha resuelto. Además, el aumento en los vehículos de motor abona a hacer más evidente los conflictos entre los más ricos (que tienen auto privado), y los más pobres que tienen que tomar el transporte público. Asimismo, llamó la atención a que la inversión económica que se hace en construir más autopistas y carreteras desvia un dinero que podría usarse para resolver necesidades apremiantes de los más pobres. Desde su punto de vista, es necesario ofrecer alternativas de transporte colectivo eficientes, seguros y puntuales que brinden confianza a los usuarios. Asimismo, tildo de sociedades enfermas aquellas que fomentan la sustitución del espacio peatonal por los centros comerciales. Igualmente, exhortó a que se utilicen los frentes de agua para brindar acceso a todos con vias que lejos de estar llenas de carros se llenen de peatones y ciclovias (para bicicletas). Abogó porque se construya una infraestructura que invite al uso de la bicicleta. “Una cicloruta protegida es un símbolo de democratización”, dijo. Finalmente, Peñalosa-Londoño advirtió que uno de los problemas que podría presentar el futuro para el pobre es negarle el acceso al verde (naturaleza). Los parques no son un lujo, apuntó, son una necesidad y advirtió que el acceso al verde podría ser un factor de exclusión si los gobiernos no reservan tierras para que todos tengan acceso por igual a la naturaleza.