En Puerto Rico, probablemente, una de las imágenes que más se asocia con el 68 sea la del movimiento estudiantil universitario. Ya para 1967 se habían presentado algunas escaramuzas entre estudiantes y policía en Puerto Rico, las cuales hacían presagiar el despertar de un movimiento universitario vehemente y beligerante como el de sus pares a nivel mundial. Para el doctor José Luis “Pinchi” Méndez, profesor de la facultad de Ciencias Sociales del Recinto de Río Piedras, “el impacto más grande que tuvo Mayo del 68 en Puerto Rico fue que hizo consciente al estudiantado de ese fenómeno nuevo que en aquel momento se llamó el poder estudiantil”. Y aunque las preocupaciones de los estudiantes puertorriqueños eran las mismas que se vivían en otros países, la centralidad del estatus político se hacía evidente en sus reivindicaciones. Sin embargo, el acontecimiento que trajo a primera plana el tema del estatus no fue protagonizado por una protesta estudiantil sino por un hecho político-partidista; el triunfo del candidato a la gobernación por el Partido Nuevo Progresista (PNP), Luis A. Ferré. De un lado la elección de Ferré manifestaba la inconformidad del electorado con la hegemonía política del Partido Popular Democrático. Pero de otro lado, el crecimiento del anexionismo y la radicalización de los grupos independentistas parecían estar directamente relacionados con las políticas reaccionarias del Partido Popular. “En aquel momento, en plena guerra fría, hubo una campaña muy virulenta de parte de los populares, en gran medida reforzada por toda la sospecha de que lo que no fuera incondicionalmente americano era comunista, un poco tratando de representar al independentismo en general como un movimiento comunista; y fue tan virulenta esa campaña que eventualmente se viró contra los propios populares, opina el profesor Méndez. Con el PNP en el poder el movimiento estudiantil se volvería más consistente e insistente, y la represión y la mano dura no se harían esperar. Las protestas en los alrededores del Recinto de Río Piedras el 4 de marzo de 1970 y el 11 del mismo mes sólo un año después, se recuerdan como las más graves de la época. En la primera perdió la vida la estudiante Antonia Martínez, a causa de una bala perdida; y en la segunda murieron un oficial de la policía y un cadete de la ROTC (Reserve Officers Training Corps). Y aunque quizás el más inmediato logro de aquellos dos enfrentamientos lo constituyó la salida de la ROTC del campus de Río Piedras, definitivamente una enorme producción cultural y masa crítica surgió de todos los eventos que se dieron en aquellos años. Hoy, cuatro décadas después, la Universidad parece haber perdido esa centralidad que tuvo hacia el 68, según manifestó una de sus docentes, la doctora Mara Negrón: “La crisis en la Universidad se podría decir que no es solamente que los estudiantes no hagan su trabajo, es que a veces del lado de los docentes el debate no es el mismo. Lo más político de la Universidad de Puerto Rico es el discurso sindical, que es el discurso de las reivindicaciones y que es un derecho importante que tiene que ver con la gente, pero un cuestionamiento más profundo de la institución, de la organización, de la Universidad, del Recinto, etc., no se hace; el claustro no se reúne para eso.”