En estos días se sintió raro caminar por los pasillos de COPU, que solo son dos. Era algo así como caminar entre rumores y “bochinches” de esos que tanto nos cansamos de criticarle a la fallecida “Comay”. Irónicamente, eran los bochinches de la única Escuela de Comunicación Pública del País, de donde salen los mejores periodistas de esta Isla. Se escuchaba de todo, “ya lo destituyeron”, “el profesor dijo…”, “la profesora lo apoya”, “eso es mentira”, “hay una carta”, “supuestamente renunció”, “él dijo que no era cierto”, “el puesto ya está vacante”, “existe una carta”… en fin, todo fue pronunciado en nombre documentos inciertos y desconocidos. Uno tras otro los secretos a voces fueron corriendo salón tras salón, de boca en boca, entre profesores, empleados y estudiantes, que incluso publicaron artículos basados en rumores que respondían a pasiones, sin poder demostrar con fuentes verificables que aquello que decían era cierto.
Ante la destitución del director de COPU, doctor Eliseo Colón, mi preocupación más grande no es quien venga a ocupar el trono que han dejado vacante, sino la falta de objetividad que el estudiantado de COPU, en general, ha proyectado ante la situación. Me refiero a los estudiantes, por tratarse de mi generación, los futuros periodistas de este País. Bien podría hablar de la falta de objetividad de varios profesores, que deberían ser nuestro mayor ejemplo, pero optaré por recibir de ellos lo positivo.
Objetividad. Si fuera a escoger las tres palabras más pronunciadas por los profesores de periodismo de la Escuela de Comunicación Pública (COPU) de la Universidad de Puerto Rico (UPR), Recinto de Río Piedras, seguramente la palabra objetividad estaría incluida en esa lista. Esa palabra quedó grabada en mi mente, como las cicatrices en la piel, desde que aquella magnífica profesora me brindó mi primer curso de redacción periodística.
¡Qué responsabilidad tan grande tenemos los periodistas! ¿Cómo crear un balance entre democracia, libertad de expresión y objetividad? Y es que no se trata de abandonar nuestros derechos, pero como estudiantes de periodismo, la profesión que libre y voluntariamente decidimos escoger para ejercer, estamos todos invitados y casi obligados a ser objetivos.
Sé lo que estás pensando y estás a punto de pronunciar, “pero es que la objetividad nunca se alcanza completamente”. No. Sin embargo, es algo a lo que tenemos que aspirar, llegar a ella de la manera más completa posible. De momento llegan a mí mente otras palabras, sabias, bien pensadas y con el fin de protegernos a nosotros, los periodistas. No exactamente en las siguientes palabras, una de mis más grandes mentoras nos recalcó lo importante que es ser cortés y empático con nuestras fuentes… nunca amigos. En el ejercicio de nuestra profesión sabemos a quien podemos fiscalizar hoy, pero en el periodismo, como en la vida, no sabemos lo que pueda suceder mañana.
Cuidado con las pasiones, obstruyen el pensamiento libre, provocan desbalance. Invito a mis compañeros estudiantes de COPU, en especial a aquellos que tienen acceso y manejo de información, así como la capacidad de publicar a través de los medios de comunicación, incluyendo los que la propia Escuela provee, a trabajar objetiva y responsablemente. No convirtamos nuestra profesión y nuestros espacios de publicación en pozos de rumores y palabras lanzadas al vacío y sin base alguna. Eso es faltarle el respeto al periodismo, pero sobre todo, a nuestros lectores, que confían en lo que escribimos y en el conocimiento que compartimos. No podemos criticar ni fiscalizar las faltas de ética, los conflictos de intereses y las barbaridades que a diario ocurren tras bastidores en los grandes medios de comunicación, sino comenzamos dando ejemplo en nuestros propios medios.