¿Qué tienen las primarias presidenciales del 2008 que han acaparado las portadas de los periódicos del País, cuando no están dedicadas a alguna celebridad en colapso? Al parecer, el fenómeno no es exclusivo de Puerto Rico por la relación que existe con Estados Unidos, sino que el mundo entero está fascinado con el proceso y sus personajes. Desde China hasta Europa y América Latina, los ciudadanos de a pie están pendientes a las elecciones internas de los partidos estadounidenses y hasta tienen sus candidatos favoritos, como si se tratara de elegir a su propio presidente… o presidenta. ¿Por qué tanto interés? En realidad la pregunta correcta sería, ¿por qué no? Cuando inició la carrera en enero, había nueve candidatos aspirando a la nominación presidencial por el Partido Republicano y ocho por el Demócrata. Por el lado republicano, entre los contendientes que más han llamado la atención mediática están el ex alcalde de Nueva York Rudolph Giuliani, quien ocupaba la silla municipal cuando ocurrió el ataque a las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001; el ex gobernador de Arkansas Mike Huckabee, que además es un pastor bautista, y el senador por Arizona John McCain (que prácticamente ha asegurado la nominación), un ex prisionero de guerra en Vietnam. Sin embargo, la contienda demócrata es la que más interés ha desatado porque los dos candidatos con mayores posibilidades de ganar pertenecen a grupos sociales tradicionalmente marginados: un hombre negro y una mujer. El senador por Illinois Barack Obama ha compensado con su carisma inspiracional su falta de experiencia frente a su rival, la senadora por Nueva York y ex primera dama Hillary Rodham Clinton. El periódico indio The Economic Times abre su editorial del 11 de febrero, titulado “Las primarias reviven el interés en Estados Unidos”, diciendo: “Las primarias presidenciales en Estados Unidos son, en estos momentos, el espectáculo más grande en la tierra. Incluso, a veces parece que fueron planificadas para la hora de mayor audiencia en la televisión, como si un productor de entretenimiento, a lo Wag the Dog (película), se las hubiese ingeniado para lanzar juntos un conjunto de personajes dispares y llamativos que revivieran el interés en un decadente Estados Unidos”. Por su parte, el profesor Efraín Vázquez Vera, director del Departamento de Ciencias Sociales en la Universidad de Puerto Rico (UPR) en Humacao, apunta a que la atención internacional se debe a todos los problemas que tiene Estados Unidos actualmente. “Estados Unidos está inmerso en una guerra y en una de sus peores crisis económicas. Es cuando más desprestigiado ha estado. Por un lado, la situación económica de Estados Unidos tiene repercusiones alrededor de mundo, y por el otro, la guerra en Irak ha estado matizada por denuncias de violaciones a los derechos humanos”, puntualiza el internacionalista. En tanto, Javier Colón, profesor de Ciencia Política en el Recinto de Río Piedras de la UPR, resalta el hito histórico que representan las aspiraciones presidenciales de Obama y Clinton. No obstante, coincide con Vázquez Vera en que las controversias sobre los derechos humanos y las políticas unilaterales respecto a la guerra en Irak, que han generado hostilidad hacia Estados Unidos, han creado conciencia entre la comunidad internacional de la importancia de quién toma control de la Casa Blanca tras el desastre Bush. Especialmente porque Estados Unidos sigue siendo una superpotencia y sus movimientos repercuten a escala mundial. En el caso de Puerto Rico, explica Colón, los medios de comunicación suelen darle una cobertura secundaria a los eventos de la política estadounidense por lo que sobresale el seguimiento de primera plana que están teniendo estas primarias presidenciales. Los puertorriqueños, analiza Colón, no tienen una identidad política como demócratas o republicanos. Eso se limita a algunos líderes de los partidos políticos locales. Incluso, hay demócratas y republicanos tanto en el Partido Nuevo Progresista (PNP) como en el Partido Popular Democrático (PPD), apunta Colón. “Sin embargo, el que haya una figura con capacidad retórica como la de Obama está moviendo a algunos jóvenes a usar el Internet para seguir el proceso y ver cómo se desarrolla esa campaña, sobre todo en la parte demócrata que ha sido tan interesante e impredecible. Los expertos se han equivocado mucho. Unos pensaban que iba a ser corta y que Clinton iba a prevalecer. Ha sido una campaña fascinante en términos de posibilidades”, añade. Por su parte, Vázquez Vera sostiene que cualquiera que siga la campaña primarista en Estados Unidos se entusiasma. “Es prácticamente elegir al presidente del mundo”, opina. Primarias paralelas Mientras los estadounidenses eligen quiénes serán los candidatos para las elecciones presidenciales de noviembre, en Puerto Rico, el PNP se prepara para votar el 9 de marzo por el líder que esperan pueda obtener la gobernación. En este caso, se enfrentan dos antiguos compañeros de papeleta: el ex gobernador Pedro Rosselló y el actual comisionado residente, Luis Fortuño. Para los dos científicos políticos entrevistados por Diálogo, el proceso local tiene muy poco en común con el que se lleva a cabo en Estados Unidos. Vázquez Vera entiende que la campaña en Estados Unidos es un ejemplo de debate de altura, en la que los candidatos discuten los asuntos que realmente les importan a sus ciudadanos y presentan soluciones viables. “No hay malas palabras ni insultos. No hay golpes bajos, y si los hay, son hasta elegantes”, asegura al preguntársele sobre la supuesta campaña acalorada que han llevado los principales candidatos demócratas, en la que el esposo de Clinton –el ex presidente Bill Clinton- le sacó en cara a Obama su admisión de que usó drogas en la juventud, mientras que el equipo del senador por Illinois no se cansa de repetir que la ex primera dama votó a favor de la invasión a Irak. “Los trapos sucios que se han sacado son bien sutiles. Al político que diga aquí que fumó marihuana le dirían ‘el tecato’”, puntualiza Vázquez Vera. Para el profesor del recinto de Humacao de la UPR, la falta de soberanía en Puerto Rico lleva a que los candidatos locales no puedan tener un debate de altura y con contenido porque no tienen los poderes para resolver los problemas de la Isla. “En Puerto Rico, los ‘políticos’ no tienen poder sobre los asuntos trascendentales del País: la defensa, el sistema monetario, las telecomunicaciones, etcétera. En realidad, no son políticos porque no ejercen poder, por eso pueden aspirar a cargos electivos personas que no tienen nada que debatir”, sentencia. Vázquez Vera también opina que en la campaña local los candidatos se limitan a hacer promesas de resolver los problemas de la gente, pero no presentan estrategias precisas de cómo lo van a lograr. En la presente contienda primarista del PNP, tanto Rosselló como Fortuño han prometido resolver el status político de Puerto Rico. Incluso, el Comisionado Residente llama a los votantes de su partido a apoyarlo para acabar con la “amenaza separatista” que representa la actual administración del PPD. También, ambos acusan al gobernador Aníbal Acevedo Vilá de crear un caos en la economía isleña y prometen arreglarla. La pregunta para ambos sería ¿cómo lograrán lo que se proponen? A diferencia de las primarias en Estados Unidos, donde los candidatos de los dos partidos se han expuesto a decenas de debates para responder las preguntas de los periodistas, los ciudadanos y sus propios contrincantes, los puertorriqueños no podrán pedirle a Rosselló y a Fortuño que expliquen sus planes para arreglar el status y la economía porque aquí la campaña lleva el enfoque tradicional de las caminatas por los barrios para animar a los electores a votar. Parece que es más importante señalar por qué no deben elegir al contrincante y asegurar que son la ficha vencedora contra el partido contrario, que explicar sus planes para el País. Colón opina que los debates en Estados Unidos han servido para demostrar los diferentes estilos de los candidatos y darles ventaja a los que saben exponer mejor sus ideas. En el caso republicano, McCain ha conseguido una amplia ventaja sobre sus contrincantes a pesar de que el ala más conservadora de su partido lo considera un liberal por sus posturas a favor de los inmigrantes. Lo mismo sucedía con Clinton y Obama, que aun cuando se presentaban junto a los otros seis candidatos iniciales, sobresalían en la discusión. Además, el académico entiende que los debates han servido para estimular la participación de los electores, que ha llegado a niveles récord durante este evento. En Estados Unidos, agrega Colón, hay una apertura mayor para que los votantes independientes puedan participar en las primarias de los partidos. En la Isla, sólo los miembros registrados pueden participar del proceso de su partido. “En Estados Unidos”, dice el profesor, “ha habido un proceso mucho más amplio de la presentación de visiones y estilos de los candidatos. Acá son las famosas promesas, pero no en un formato en que haya prensa que pueda realizar preguntas incómodas. No han tenido que dar respuestas detalladas”. Esto sin contar que Rosselló insiste en que no está en campaña aunque el equipo de Fortuño denuncia que utiliza su puesto como presidente del PNP para impulsar su candidatura en supuestas actividades oficiales de la colectividad. El proceso de primarias locales termina con un sólo evento el 9 de marzo, para dar paso a ocho meses de una intensa campaña de cara a las elecciones generales del 4 de noviembre. Por su parte, los estadounidenses deben esperar para saber oficialmente quiénes serán sus candidatos hasta las convenciones de cada partido. La demócrata será en Denver, Colorado, del 25 al 28 de agosto, y la republicana, en Minneapolis-St. Paul, Minnesota, del 1 al 4 de septiembre. Eso sólo deja dos meses antes de las elecciones generales, que también serán el 4 de noviembre. Sin embargo, las primarias terminan el 12 de julio para el Partido Republicano, y para los demócratas, concluyen el 7 de junio en Puerto Rico, donde se pondera la posibilidad de realizar una primaria abierta en vez de un caucus de delegados como es usual. Si en los próximos meses no se define el favorito entre Clinton y Obama, los puertorriqueños podrían “hacer la diferencia”, aunque luego no puedan votar en noviembre.