Un sujeto extiende su mano para agarrar una bebida, preferiblemente algún frapé o quizás la autóctona piña colada. Está bajo el sol candente bronceándose, mientras el mar, azul claro, le arrulla los pies. Si a este cuadro se le añade una música de salsa tocando de fondo, probablemente hayamos recreado la imagen que el visitante extranjero tiene acerca de la Isla. ¿Es esa visión paradisíaca nuestro único ofrecimiento? ¿Cómo podemos mejorar el turismo boricua? Para el ex director de Planificación de la Compañía de Turismo, José E. Rivera Santana, hay que dirigir el turismo hacia lo que nos hace diferentes. “Concentrar el turismo en sólo sol, playa y casino es un fracaso, pues esto se puede hacer en todos los lugares del mundo donde haya costas, no es único de Puerto Rico”, dijo el profesor universitario. El también consultor en Planificación opinó que la política pública del Estado se debe enfocar en mirar hacia una actividad turística que, además de aportar a la economía, vele por el medioambiente y que sea sensible a nuestro patrimonio y nuestras comunidades. Rivera Santana, resaltó por ejemplo, las bahías bioluminiscentes, el sistema de cuevas y cavernas y el turismo cultural. El entrevistado apoya también al turismo sostenible, que la Organización Mundial de Turismo (OMT) define como la actividad turística que satisface las necesidades de turistas y regiones anfitrionas a la vez que protege y mejora oportunidades para el futuro. Rivera Santana considera que aunque la Compañía de Turismo ha adoptado medidas a favor del turismo sostenible en el País, las obras están por verse. El planificador explicó que el turismo sostenible no se limita a aspectos económicos. “[El turismo sostenible] conlleva el manejo de todos los recursos de tal manera que necesidades económicas, sociales y estéticas puedan ser satisfechas mientras se mantiene la integridad cultural, los procesos ecológicos esenciales, la diversidad biológica, y los sistemas de apoyo a la vida”, declaró. Con Rivera Santana también concordó el profesor del Departamento de Administración de Hoteles y Restaurantes de la Universidad de Puerto Rico en Carolina, Paul Rivera Alicea. El educador destacó que hay que enfatizar en las manifestaciones culturales del pueblo puertorriqueño y mostrar esto como oferta turística. Rivera Alicea aconsejó no obviar el atractivo de las playas, pero sí resaltar otros atributos isleños como la comida, la música y las fortificaciones coloniales, en especial el Fuerte San Felipe del Morro y el Castillo San Cristóbal. De igual forma favorece la diversificación y regionalización de áreas de Puerto Rico. “Al dividirse la Isla en cuatro secciones geográficas esto le da la oportunidad a que cada cual se especialice en sus peculiaridades y se pueda mercadear al exterior de esa manera”, informó.
De acuerdo al informe elaborado por la Organización Mundial de Turismo, que mide los mejores 130 destinos turísticos del mundo, Puerto Rico se ubica en la posición 46. Según esta lista, la Isla ocupa el segundo lugar dentro de los países de Latinoamérica, precedido sólo por Costa Rica. Este documento evalúa 23 criterios dentro de cuatro vertientes principales: regulaciones y leyes, infraestructura, recursos humanos y recursos naturales. Para el profesor Rivera Alicea, esta clasificación no es motivo de celebración. “No es que sea mala, pero, ¿por qué estar orgulloso de un número 46? Tenemos los primeros lugares en reinas de belleza, artistas y deportistas, ¿por qué no en el turismo?”, planteó. Rivera Alicea consideró injusto el número 46, pues entiende que al País se le juzga como “lugar paradisíaco” y no se toma en cuenta que también es una gran urbe. La Junta de Planificación de Puerto Rico informó que, para el año 2006, el país recibió más de 5 millones de visitas. Esta cifra contrasta con los ofrecimientos de las hospederías, pues hay sólo alrededor de 13 mil habitaciones disponibles. El profesor aclara que estos números se obtienen al contabilizar todos los visitantes, independientemente de si pernoctan, pues se registran todas las personas, tanto pasajeros en tránsito y tripulaciones como los demás turistas que acuden a la zona. “Por eso las estadísticas dicen que hay tantos [turistas], pero el visitante promedio no pasa más de dos noches aquí”, sostuvo. El educador, quien pertenece al Consejo Directivo de la Confederación Panamericana de Escuelas de Hotelerías y Turismo (CONPEHT), mencionó varios de los obstáculos que tiene Puerto Rico en la competitividad turística. “Puerto Rico depende casi en un 88 por ciento del mercado norteamericano, eso es una limitación”, señaló. Explicó que la Compañía de Turismo se enfoca primordialmente en atraer al turista estadounidense, pues es el que más visita la Isla. Entre otras desventajas que enfrenta la Isla, enumeró los altos precios de las estadías, muy por encima de las tarifas establecidas en las hermanas Antillas Mayores; el problema de las pocas rutas de transportación turística y las escasas habitaciones en las hospederías. Sin embargo, un aspecto que considera positivo con respecto al turismo es que la educación sobre éste ha mejorado. “En los 1970’s no había bachillerato de Turismo, la gente se tenía que ir afuera. Hoy día no”, declaró. Atribuye ese “éxito” a la demanda e interés que las generaciones más jóvenes han tenido por dicho estudio y prevé que en el futuro cercano habrá maestrías y doctorados en esta disciplina.