La conquista por el derecho al voto para las mujeres en Puerto Rico también tiene gladiadoras mulatas. Así lo atestigua, la gesta de la líder obrera comerieña Juana Colón.
Aunque en las elecciones del 1932, en Puerto Rico, algunas féminas lograron obtener el voto, aquellas mujeres que eran analfabetas no pudieron ejercer ese importante derecho.
Según la investigadora Magali Roy-Féquiér, se estima que “el número de mujeres votantes (letradas y analfabetas) para esa época ascendía a 300,000, de las cuales sólo 50,000 estaban cualificadas para votar, bajo el sufragio restringido”. Esto, de acuerdo con ella, dejaba fuera unas 250,000 mujeres votantes analfabetas.
“Juana Colón protestó de eso también, en la tribuna del 1932, ella no podía votar”, aseguró el licenciado William Fred Santiago, en una entrevista que le realizara para la investigación académica que desarrollara en torno a la figura de esa líder comerieña.
Recordemos que dentro del propio movimiento existían divisiones. Esto se debió a que el movimiento feminista “ha sido portavoz de un discurso de la clase dominante que privilegia a la mujer blanca de clase media y alta por sobre las mujeres negras, y que niega la existencia del racismo, al mismo tiempo que lo practica”, según una investigación sobre el tema realizad por la autora Aixa Merino Falú.
En esas divisiones se encontraba el grupo de la élite criolla y el de las mujeres obreras. El grupo de las mujeres letradas de la élite criolla, eran en su mayoría educadoras. Este fue el caso de Ana Roqué de Duprey, Mercedes Solá, Ana López de Vélez, Isabel Andreu, Beatriz Lasalle y Ricarda López de Ramos Casellas, entre otras, quienes eran maestras y posteriormente se convirtieron en líderes feministas. Dentro de esta élite se encontraban, ademas, mujeres profesionales como la escritora Luisa Amelia de Hostos y las doctoras en medicina Josefina Villafañe y Dolores Piñeiro. Las poetisas María Cadilla de Martínez y Trinidad Padilla de Sanz también pertenecían a este grupo.
Sin embargo, los intereses de estas personas no eran el sentir de todas las mujeres en Puerto Rico ya que éstas “favorecían reformas sociales, como la implantación de orfanatos de caridad,…etc”, según establece María de Fátima Barceló Miller en su libro: La lucha por el sufragio Femenino en Puerto Rico, 1896-1935.
El grupo de la élite criolla actuó de manera más conservadora, realizando obras filantrópicas y estaba vinculado directamente a la lucha por el sufragio y no a las condiciones que enfrentaban las mujeres de la clase trabajadora. De hecho, al establecerse la Liga Femínea en agosto del 1917, organizada por esa élite, se vio claramente los intereses de su lucha, ya que desde el comienzo la Liga Femínea “abogó y defendió el sufragio restringido; es decir, solo para aquellas mujeres que supieran leer y escribir”, de acuerdo con Fátima Barceló,excluyendo así a gran parte de las mujeres obreras.
Por otra parte, las mujeres obreras, aquellas que pregonaban las doctrinas del anarquismo se vieron marginadas por el propio movimiento feminista. Pero, este hecho no implica que estas mujeres de origen obrero no tuvieron participación. Han sido muchas las aportaciones de este sector ya que con sus protestas universalizaron el voto en Puerto Rico para el 1936.
Según indicó el licenciado Fred Santiago, los Liberales proclamaban una canción en Comerío que decía: “¡Quérevolú, qué alboroto, porque este año, Juana Colón no tiene voto!”. Sin embargo, el arraigo que tuvo Colón en el pueblo, fue amplio ya que ella representaba no tan sólo a la mujer obrera, que según el censo del 1930 constituía el 29.12% de la población femenina en Comerío, sino que también representaba a aquel sector de la población femenina analfabeta que, según ese censo, de 3,592 mujeres mayores de 18 años solo 1,145 sabían leer y escribir, o sea un 32%, el resto de las 2,447 féminas eran analfabetas, es decir, un 68% de la población.
Por otra parte, durante las propagandas para las elecciones del 1936 en Comerío, el Partido Socialista continuaba en pie de lucha y Colón, quien no pudo votar por ser analfabeta, proclamaba desde las tribunas de ese partido su discurso a favor del voto universal. “Ella hablaba de las luchas, de los derechos del obrero y de la mujer obrera. Ese era un tema recurrente…. Ella luchaba, sí, luchaba por el voto de las mujeres”, relató Fred Santiago.
Es importante señalar que Ricarda Ramos de Casellas, cuyo nombre correcto es Ricarda López de Ramos Casellas, se presentó en Comerío en más de una ocasión. Esta líder magisterial y republicana, luchó también por el sufragio femenino. La investigadora Sandra A. Enríquez Seiders aclaró, en su estudio referente a esta líder, que no todas las letradas, poniendo como ejemplo a López, estaban de acuerdo con el sufragio restringido.
Según los informes policiales de Comerío, López de Ramos Casellas, compartió tribuna con Colón por la Coalición, durante el mes eleccionario del 1936 en Comerío. De esos informes se desprende, que estas dos líderes feministas se encontraban haciendo propaganda por la Coalición en Comerío. Dos mujeres cuyos orígenes fueron totalmente diferentes, así como su formación, compartieron tribuna.
López, proveniente del pueblo de Manatí, perteneció a una familia acomodada y siempre estuvo involucrada en la política. “Se educó en Manatí, a los doce años terminó la instrucción primaria y a los quince la secundaria. A los diecisiete años se graduó de maestra en la Escuela Normal Española de San Juan en el año 1896”, según documenta Enríquez. Por otro lado, Colón, de Comerío, fue una descendiente de esclavos, criada en una hacienda cafetalera como agregada y no tuvo los medios económicos para asistir a la escuela. Aún siendo analfabeta, poseía el don de la oratoria. Sin embargo, el encuentro de estas dos grandes líderes demuestra que su lucha en defensa de los derechos de la mujer iba más allá de su formación.
Las fuentes orales confirman que la defensa a favor del voto universal fue parte del discurso de la líder de Comerío. El estribillo: “¡Qué revolú, qué alboroto, porque este año Juana Colón no tiene voto”, fue una realidad no tan sólo para esta dirigente obrera comerieña, sino para miles de mujeres en todo Puerto Rico. Una afropuertorriqueña como Juana Colón envuelta en campañas a favor del voto universal resulta extraño para la historiografía del movimiento feminista en Puerto Rico, quien les ha atribuido la victoria del voto femenino únicamente a las líderes letradas de clase alta. ¿Por qué no se habla de líderes negras como Juana Colón dentro de este movimiento?
La investigadora Merino Falú indica que “las deficiencias teóricas y conceptuales en el interior del movimiento feminista en Puerto Rico han reducido el problema de género descartando las diferencias étnicas, sociales, ideológicas y económicas de las mujeres”.
La lucha sufragista a la luz del personaje de una líder negra como Juana Colón, no tan sólo nos acerca a la realidad dentro de aquel grupo feminista que buscaba conseguir su derecho al voto porque había quedado excluido, sino que nos hace cuestionar su anonimato en la historia oficial.
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La autora es profesora de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Este trabajo es un extracto de su disertación doctoral titulada: “La lucha de la mujer obrera tras la figura de Juana Colón en Comerío, 1917-1936”.