Décadas después de los movimientos más trascendentales del feminismo y las luchas por la igualdad entre géneros, muchas mujeres alrededor del mundo continúan sufriendo de opresión, violencia y discrimen. Desde leyes que protegen a los victimarios de violencia doméstica hasta pruebas de virginidad obligatorias, parecería que en ciertos países en el mundo los derechos de la mujer se dirigen en retroceso.
Según el reportaje Rollback of Women's Rights: Not Just in Afghanistan publicado en la revista National Geographic en 2014, en países arábicos como Egipto, hubo un incremento de abuso sexual en espacios públicos desde que comenzaron los movimientos sociales y la transición de gobiernos. Durante los meses de junio y julio de 2013, se reportaron aproximádamente 186 ataques sexuales en una sola ciudad.
Asimismo, en Indonesia, con el cambio más reciente de políticos conservadores islámicos al gobierno, se crearon 60 nuevas regulaciones discriminatorias hacia la mujer, algunas que permiten la mutilación genital femenina y las pruebas de virginidad para aquellas que desean ingresar a la milicia o a la Policía.
“En los países donde hay mayor desigualdad de acceso para las mujeres y niñas a los recursos naturales y a la oportunidad de generar riqueza a través de la tenencia de tierras, es donde las mujeres viven sujetas a experimentar mayor violencia estructural, social y económica”, aseguró Tanagra Melgarejo Pulido, manejadora de casos del programa de vivienda permanente en Proyecto Matria.
La portavoz de la organización explicó que en estos países el cuerpo de la mujer se convierte en campo de guerra porque la visión patriarcal y androcéntrica “se los ha entregado a sus maridos, padres, hijos y al Estado para que sean los que decidan por ellas y las controlen”. Para Melgarejo Pulido, esta es la razón que justifica las pruebas de virginidad y la represión de la expresión personal.
Del mismo modo, Josefina Pantoja Oquendo, abogada y portavoz del Movimiento Amplio de Mujeres de Puerto Rico (MAMPR), indicó que muchos países están dirigidos por el fundamentalismo religioso y tienden a ser indiferentes ante las violaciones de los derechos humanos básicos.
Al igual que Pantoja Oquendo, la portavoz de Proyecto Matria señaló que existe una relación cercana entre opresión y represión estructural de las mujeres en la presencia del fundamentalismo religioso. “Mientras mayor es el poder y el reconocimiento social que tienen estos grupos, mayor es la represión”, apuntó.
Por su parte, Pantoja Oquendo comentó que es posible un cambio. Para alcanzarlo, las organizaciones no gubernamentales juegan un papel importante porque logran expresarse en múltiples foros, forman alianzas y utilizan los métodos alternos de comunicación para multiplicar el apoyo por la equidad de géneros.
“Es necesaria la militancia política de las mujeres de los países afectados para lograr el cambio necesario junto a sectores aliados de sus naciones así como la solidaridad de las mujeres y de las organizaciones que a nivel internacional luchan por los derechos humanos y por un mundo mejor”, expresó Pantoja Oquendo.
En la lucha contra el sexismo en Puerto Rico
Aunque en otras partes del mundo los derechos de las mujeres han ido en retroceso, en el caso de Puerto Rico se han legislado políticas públicas a favor de la equidad como resultado de las luchas de las mujeres y sus organizaciones, aseguró Pantoja Oquendo. Sin embargo, para la portavoz de MAMPR los derechos reproductivos y sexuales se han visto “atacados” en los últimos años.
“Tiene que ver principalmente con el incumplimiento de la cláusula de separación entre Iglesia y Estado. Nuestros políticos y partidos políticos se dejan amedrentar por las iglesias y grupos organizados, interrumpiendo así un mayor avance en la reivindicación de los derechos de nosotras las mujeres”, explicó Pantoja Oquendo.
Del mismo modo, Amárilis Pagán Jiménez, directora ejecutiva del Proyecto Matria, indicó que en Puerto Rico no se ha experimentado un retroceso aunque lo que se ha logrado hasta ahora “está constantemente bajo el fuego de sectores que desean que las mujeres nos regresemos a nuestro lugar".
Según Pagán Jiménez, este lugar está definido desde el sexismo y las construcciones sociales que han expuesto a la mujer como sumisa y a los hombres como cabezas del hogar. La directora ejecutiva hizo hincapié en que el fundamentalismo religioso, así como el machismo, tienen una parte protagónica en la lucha en contra de los derechos por la igualdad.
“Hay que ser enfáticas y reconocer que hay tarea pendiente y mucha. Las mujeres aún no hemos logrado la equidad. Mientras no tengamos acceso pleno a los espacios en los cuales se toman decisiones sobre nuestros cuerpos, nuestros derechos y nuestro futuro, seremos vulnerables a la violencia estructural que nace de la falta de reconocimiento de nuestra humanidad plena”, afirmó.
Por otro lado, Pantoja Oquendo aseveró que las medidas adoptadas por el Estado para mitigar la crisis económica ha afectado a las mujeres, especialmente a las trabajadoras del sector público. Sus derechos en el área salarial, de protecciones sociales como los beneficios de retiro o jubilación han sido menoscabados, según la portavoz de MAMPR.
Para Pantoja Oquendo, también es fundamental el cambio en las políticas públicas y mayor activismo social de las mujeres y sectores aliados. Del mismo modo, todas las portavoces indicaron que la educación es la herramienta principal para erradicar el machismo y el sexismo.
Aunque aseguran que falta camino por recorrer, al menos en la Isla no se ha experimentado un retroceso de los derechos a favor de la mujer. Sin embargo, las portavoces dijeron que es necesario redirigir la educación hacia una que erradique los estereotipos aprendidos.
“Si educamos a niñas y niños para la equidad, venceremos la violencia y la pobreza que viven millones de mujeres a través del planeta”, concluyó Pagán Jiménez.