Un ramo de rosas rojas, una caja de chocolates y, quizás, si hay oferta en la farmacia más cercana, un peluche. El amor no tendrá precio, pero los regalos sí. ¿Cuál es el valor de una demostración (material) de amor en el día de San Valentín? ¿$10, $20, $30? Dolerán un poco en estos tiempos de crisis económica, pero ciertamente no es una cantidad que muchos piensen sea necesario pedirle prestado a un banco. Mas para los 1.4 billones de personas que viven en extrema pobreza, según estimara el Banco Mundial en su informe del 2009, $20 pueden muy bien ser una cantidad definitoria: la diferencia entre establecer tu propio negocio y mejorar o mantenerte en las mismas circunstancias de hambre y miseria. Es algo que tiende a pasar cuando ganas menos de $1.25 al día. Es por esto que, en estos días de corazones, serenatas y citas a la luz de una vela, ha salido una nueva oferta al mercado: ¨Invierte con tu corazón en el día de San Valentín¨. Se trata de una iniciativa que invita a los enamorados y demás entusiasmados del amor y la amistad a invertir $20 o más, en nombre de su ser adorado, en una institución de microfinanciamiento. Además, recibirán una bolsa de chocolates directo de un negocio de comercio justo en Ghana. Mas no es un mero (aunque honorable) acto de caridad, después de todo se trata de “invertir” o hacer una “inversión”, es decir, se espera recibir algo a cambio, específicamente el dinero que diste con alguna ganancia. Y es que el dinero dado iría a microfinancieras que se encargan de dar pequeños préstamos (por lo general entre $20 y $100) a personas pobres para que abran su propio negocio. Como todo préstamo, las personas tienen que poco a poco ir haciendo sus pagos, con intereses, y según lo hagan vas recuperando tu dinero. Todo esto surge a partir de una idea que tuvo en el 1970 Muhammad Yunus, un economista de Bangladesh, que pensó que sí era posible y económicamente viable hacer pequeños préstamos a los más pobres. Tan buena fue su idea, que hoy, 30 años después, él y su invención, Grameen Bank, ganaron un Premio Nobel de la Paz y hay microfinancieras en más de 43 países del mundo. Microplace.com, compañía detrás de la campaña de “Invierte con tu corazón…” ha aprovechado el éxito que han tenido los microbancos y microfinancieras y ha creado un portal cuyo propósito es enlazar posibles inversionistas, ciudadanos comunes y corrientes, con las diversas instituciones microfinancieras. Para facilitar el que encuentres exactamente el lugar donde quieres invertir y el carácter social y económico de tu inversión, el portal te permite hacer una búsqueda por nivel de pobreza con el que trabaja la microfinanciera en la que invertirías (pobre, muy pobre y extremadamente pobre) y el tipo de organización (con énfasis en proyectos ambientales, dirigido a las mujeres, el comercio justo, etc.). De igual forma, como inversionista, puedes delimitar la búsqueda de donde invertir por zona geográfica, el plazo en el que se te pagaría de vuelta y el nivel de rendimiento esperado, además de decidir si va a una sola institución o a varias. Evidentemente, como toda inversión, hay algún riesgo. No obstante, según Microplace, históricamente el 97% de las personas pobres a los que se les ha prestado dinero lo han devuelto tanto a través de momento buenos como malos de la economía y hasta el momento ninguna de las instituciones microfinancieras que tienen ha dejado de hacer sus pagos, algo que no necesariamente pueden decir ciertas grandes empresas y bancos. No se proyecta que ninguno de los inversionistas de Microplace se haga millonario. La meta no es el lucro propio al estilo banquero con banquetes sino el estrechar lazos para que todo el mundo, tanto los más pobres que reciben la ayuda como los que la dan y que en estos momentos de crisis bien se pueden estar sintiendo bastante más pobres, puedan por vía de la inversión y los negocios con fines sociales “hechar pa’lante”. Si la cruzada tiene éxito y San Valentín se vuelve algo más que un gran mercado para tarjetas de amor con mensajes pre-preparados quizás podamos darnos el lujo de hacer algunos cambios en nuestro refranero popular: el amor y el interés se fueron al campo un día, pero tanto pudo el amor como el interés que tenía.