DENVER, EEUU (Reuters) – El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, firmó el martes su paquete de estímulo económico de 787.000 millones de dólares para convertirlo en ley, pero los mercados globales se desplomaron ante el temor de que la recesión se profundice pese a las medidas del Gobierno. Obama, que ha descrito el paquete como parte de un plan para resolver los males económicos del país, tiene previsto anunciar una estrategia el miércoles para frenar el remate de viviendas por incumplimiento del pago hipotecario y medidas para enfrentar la crisis de vivienda que desató la caída del sector financiero. Mientras tanto, las golpeadas compañías General Motors Corp y Chrysler LLC se apresuraban a terminar los planes de reestructuración que deben ser entregados al Gobierno de Obama este martes, como parte de una esperada negociación que permita mantener las operaciones de las dos mayores empresas automotrices de Estados Unidos. Obama, hablando en el estado de Colorado, donde visitó una instalación de energía solar, ha vinculado su reputación política al paquete de estímulo, que combina recortes impositivos y proyectos de gastos, afirmando que su éxito determinará el suyo como presidente. “Estamos poniendo a trabajar a estadounidenses para hacer el trabajo que Estados Unidos necesita que se haga en áreas críticas que han sido ignoradas durante demasiado tiempo (…), trabajo que dará inicio a un cambio real y duradero para generaciones por venir”, dijo Obama. Obama ha dicho que piensa que el plan de estímulo salvará o creará más de 3,5 millones de empleos en los próximos dos años. La Casa Blanca ha dicho que tomará cerca de un mes para que el dinero que contempla el paquete comience a fluir, pero algunos economistas creen que las medidas llegan demasiado tarde para tener un efecto en el 2009, cuando muchos expertos pronostican que la producción se contraerá todo el año. El paquete incluye recortes impositivos para la clase media, gasto en infraestructura, ayuda para los pobres y desempleados e inversiones en energía alternativa. Aunque un gran éxito para su joven presidencia, el debate del plan de estímulo en el Congreso dejó al descubierto serias divisiones sobre cómo impulsar una economía que sufre de una creciente tasa de desempleo del 7,6 por ciento y una crisis bancaria que casi ha congelado el préstamo. Sólo tres republicanos votaron a favor de la medida en el Senado de 100 bancas y ningún legislador republicano se animó a respaldarlo en la Cámara de Representantes, argumentando que contemplaba demasiado gasto y no suficientes exenciones impositivas. El plan final se dividió entre 36 por ciento para recorte de impuestos y 64 por ciento para gastos y otras previsiones. Las acciones estadounidenses caían el martes y llevaban a Wall Street cerca de niveles mínimos, en seguimiento a otros mercados globales que se hundieron por los temores a que la acción del Gobierno sería insuficiente para que Estados Unidos salga de la recesión y se evite la profundización de la crisis financiera mundial.