La frase “las cosas están malas” se ha convertido en una especie de enunciado idiosincrático puertorriqueño durante los últimos cinco años. Aunque comunica una decepción real ante la situación actual, es un mero eufemismo que simplifica de manera considerable la cantidad exorbitante de problemas que enfrenta la Isla, al igual que su magnitud.
A partir de la crisis económica, la deuda pública ha ido creciendo exponencialmente. Como si fuera poco, el pasado 4 de febrero la agencia acreditadora Standard & Poor’s (S&P) degradó la deuda central del Gobierno de Puerto Rico a chatarra. Moody’s y Fitch le siguieron el 7 y el 11 de febrero, respectivamente.
La Universidad de Puerto Rico (UPR) también está pasando por malos momentos. Desde la implantación (y subsecuente eliminación) de la cuota y la reducción de más de siete mil estudiantes matriculados el año pasado hasta los propuestos recortes, funcionarios del Gobierno y empleados de la Universidad están buscando maneras de fortalecer la Institución.
Expertos ofrecen soluciones al problema fiscal de la UPR
El economista Francisco Catalá, profesor retirado de la UPR, considera que la Universidad podría ser la víctima de medidas de austeridad para intentar sobrevivir la crisis.
“La Universidad recibe un 9.66% del fondo general del Gobierno. Si esa recaudación se ve afectada adversamente, se ve afectado adversamente el presupuesto de la Universidad. Esto exigiría prudencia en los gastos y podría significar una consolidación de programas”, declaró.
Según Catalá, la Universidad tiene potencial de crecimiento, ya que a pesar de los cambios demográficos del País, ha habido un gran aumento de estudiantes en las universidades privadas. Esto demuestra que la juventud reconoce la importancia de la educación y están dispuestos a asumir una carga económica para instruirse. Catalá explica que si la cantidad de estudiantes de la UPR creciera, no sería necesario recurrir a medidas más extremas, como aumentar el costo de la matrícula.
Por su parte, el catedrático del Departamento de Economía del Recinto Universitario de Mayagüez de la UPR, José Alameda, considera que “las alternativas no son muchas y a veces no son muy buenas”.
El profesor añadió que hay que hacer una campaña para promover que vengan estudiantes del exterior a estudiar medicina, ciencias y matemáticas. “Otra opción es aumentar las aportaciones de los trabajadores al sistema de retiro. No quisiera decir que el ajuste a la matrícula sería una alternativa, pero obviamente alguien va a tener que pagar”, comentó.
Ante la posibilidad de despidos, Alameda indica que quizás no serán necesarios, pero habrá que congelar las plazas de los empleados que se retiran. El economista también expresó que la degradación de los bonos de la Universidad afectaría la infraestructura de la Institución.
“La infraestructura se afectaría por la degradación de los bonos de la Universidad. Para hacer una inversión, necesitas entrar al mercado de bonos y coger préstamos de millones de dólares. Ahora tendrías que hacerlo con una tasa de interés mucho mayor”.
El ganador del Premio Nobel de Economía (2001) y profesor en la Universidad de Columbia en Nueva York, Joseph Stiglitz, comentó a Diálogo que la situación podría afectar el financiamiento de la Universidad.
“Conservar la fuerza de la Universidad en medio de una crisis presupuestaria es un reto considerable. Quizás el Gobierno tenga que pensar en cambiar el marco fiscal”, expresó Stiglitz en un aparte con Diálogo durante una visita reciente a la UPR.
Para corregir el problema, Stiglitz sugirió un sistema de préstamos basados en futuros ingresos parecido al que hay en Australia. El Higher Education Loan Programme (HELP, por sus siglas en inglés) fue fundado en 1989 para ofrecer préstamos de estudiantes a jóvenes universitarios. Cuando estos entran al mundo laboral, le informan a su patrono que recibieron préstamos de HELP y estos retienen parte de su paga para ayudarlos a pagar su deuda. Sin embargo, Australia ha ido acumulando una deuda estudiantil inmensa a raíz de estos incentivos.
Cuando se le comentó al profesor que la deuda de Puerto Rico es tan grande que sería casi imposible emitir más préstamos, contestó que las soluciones para estos problemas son a muy largo plazo y que casi siempre parecen malas a primera vista.
Otros economistas opinan que la Universidad no sufrirá consecuencias en el futuro inmediato. Carlos Colón de Armas, Decano Interino de la Facultad de Administración de Empresas en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Rio Piedras, es uno de ellos.
“Los recaudos del Gobierno han aumentado, así que la Universidad debe recibir más dinero. Todavía hay problemas serios a nivel del Gobierno Estatal y su déficit presupuestario, pero yo no he visto evidencia que me demuestre que la Universidad debería tener recortes”, sostuvo.
Colón de Armas explicó que la degradación de créditos no afecta el presupuesto de la Universidad, sino que complica el proceso por el cual la Institución puede emitir nuevos préstamos. Para el profesor, esto no guarda relación con el tema de los recortes. Según el catedrático, el Gobierno no ha explicado por qué está planteando la posibilidad de hacer recortes en la Universidad.
“Lo que le sucede a la Universidad es diferente a lo que le sucede al resto del Gobierno por la fórmula establecida en ley para darle autonomía fiscal a la Universidad, que establece que no podemos ser parte de los vaivenes del Gobierno Estatal. No tengo los números exactos frente a mí, pero los recaudos de Hacienda de junio a enero de este año fiscal están más de 500 millones de dólares por encima de junio a enero del año pasado. Si eso es así, aquí no hay necesidad de recortes”.
Asimismo, Antonio Fernós, catedrático auxiliar de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, reiteró que la degradación implica que la tasa de interés y los términos de condiciones serían más estrictos si la Universidad fuese a salir a los mercados, pero al igual que Colón de Armas, no ve consecuencias inmediatas para el sistema de la UPR.
“Ciertamente, hay que buscar la manera de trabajar con los ingresos recurrentes de la Universidad. Cada recinto tiene que asegurarse de que no haya una insuficiencia estructural, pero desde el punto de vista operacional, no pasará nada tangible en los próximos meses”, indicó.
Sin embargo, Argeo Quiñones, catedrático de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, ve un panorama mucho más problemático para el futuro de la Universidad.
“Yo no tengo la menor duda de que la Universidad va a ser afectada por la situación económica y fiscal que atraviesa el País. Se están planteando recortes de 800 millones en gastos públicos. Cuando tú le quitas eso a una economía que está en la situación de la de Puerto Rico, estas echándole más combustible a las llamas de la recesión. Eso repercute negativamente en los recaudos de Hacienda y eso repercute a su vez sobre la asignación de fondos para la UPR”.
En relación a los ingresos adicionales del Gobierno aludidos por Colón de Armas, Quiñones explica que ese dinero no necesariamente se le asignará a las áreas problemáticas del presupuesto, ya que se usará para disminuir la deuda pública. Además, el profesor añadió que la Universidad recibe menos de lo que se supone que reciba del fondo general porque está subsidiando otros sectores del Gobierno.
“Aunque los servicios que la Universidad le brinda a otras agencias tienen un significado social bien importante, están erosionando la situación fiscal de la Universidad”.
De igual forma, no considera que un alza en la matrícula sería una táctica efectiva, porque crearía más problemas de los que podría resolver. “Seguir aumentando la matrícula les limitaría el acceso a la educación universitaria a los grupos de menores ingresos. La UPR es uno de los instrumentos por excelencia para cerrar la brecha de desigualdad y no podemos seguir encareciéndola”, indicó.
“La Universidad tiene que mirarse a sí misma en términos administrativos. Para hacer esto, se necesita un ejercicio amplio y transparente. Esto se tiene que hacer con la administración central y con los once recintos. Tenemos que establecer cómo se está utilizando el dinero que le llega a la Universidad todos los años, ya sea del fondo general o de las matrículas que pagan los estudiantes”, concluyó Quiñones.
Un instante en la historia
Esta no es la primera vez que la Universidad de Puerto Rico enfrenta vientos adversos. Luego del huracán San Felipe en el 1928, la caída de la bolsa de valores en Nueva York en el 1929 (conocido como el Jueves Negro) y el huracán San Ciprián en 1932, la Universidad de Puerto Rico pasó por muy malos momentos. Muchas de sus estructuras se vieron seriamente afectadas y se necesitaba un plan de acción inmediato para restaurar la institución. En la década de los treinta, la creación del Departamento de Estudios Hispánicos y un plan de desarrollo infraestructural que incluyó la instalación de nuevos edificios le dieron nueva vida a la Universidad, que alcanzó una matrícula de 12,000 estudiantes.