El sol pegaba fuerte esa mañana del sábado 22 de marzo. Le ponía la piel brillosa a quien cruzara bajo ese ardor. Bonitos rayos eran, pero picaban como agujas de vudú. Por eso la gente pisaba por lo oscuro de las aceras o se resguardaban en alguna tiendita o barra del Paseo de Diego.
El calor se columpiaba por los tubos de las tres carpas desplegadas en la Plaza de la Convalecencia en Río Piedras. Allí comenzó la primera edición de la Feria de Servicios Legales, coordinada por el Pro Bono de Servicios de Orientación al Inmigrantes (SOI) de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y el Centro de Acción Urbana Comunitaria y Empresarial (Cauce). También participaron en la actividad la Comisión de los Derechos de las y los inmigrantes del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, la Organización Pro Derechos de las Mujeres (Opdem) y otros Pro bonos como el de Derecho Laboral, Democracia y Participación Ciudadana.
Todo estaba listo. Las abogadas, abogados y una mediadora comenzaron sus labores de orientación gratuita. Las mesas de la Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) y de la Sociedad para Asistencia Legal (SAL) estaban repletas de papeles informativos. Puerto Rico Community Network for Clinical Research on AIDS (PR CoNCRA) tenía sus vistosos condones de colores y lubricantes para regalar junto a informativos de educación sexual. También realizaron pruebas de VIH y se ofrecieron otros servicios médicos en conjunto con la Escuela de Medicina de la UPR.
Las payasitas tenían sus narices rojas puestas y un hula hoop con los que los pequeños jugaron mientras sus madres y padres participaban de las orientaciones y talleres sobre derecho laboral, derechos civiles, manejo de querella por violencia doméstica y defensa personal.
A medida que se trasladaba el sol y poca gente llegaba, surgió la pregunta: ¿dónde están las personas inmigrantes? Una lista de cotejo pasaba por la mente de quienes coordinaron la Feria: Río Piedras es uno de los lugares con mayor cantidad de residentes inmigrantes, hubo buena publicidad, la plaza es conocida por los residentes. Entonces, ¿qué pasó?
Algunos estudiantes de Derecho salieron a las calles con propaganda de la Feria y hojas informativas. Muchos transeúntes agradecieron la información, pero no se aparecieron. Otras personas mostraron escepticismo —diría yo— y empotraron su mecanismo de defensa cuando vieron una foto de una persona esposada frente a un escudo federal, imagen que estaba en uno de los folletos que explicaba los derechos que les cobijan aun cuando han sido detenidos. Ya sabemos que este fue un error publicitario pero que, a su vez, reveló otro problema: el miedo incrustado en la vida de las personas inmigrantes.
Por esta razón, la orientación legal se llevó a la plaza pública, en busca de mayor acceso a la justicia, ya que “las personas inmigrantes no se atreven a buscar servicios legales”, como sostuvo la estudiante de Derecho e integrante de SOI, Mayra Cristina Artiles Fonseca.
Sin duda alguna, esta primera Feria de Servicios Legales sirvió de campo de estudio en el calor de la realidad social. Ratificó la necesidad aún mayor de que todas las personas inmigrantes —y las no inmigrantes— conozcan sus derechos para empoderarse de sus vidas. Hay una necesidad masiva de conocer las protecciones y los medios existentes para hacer cumplir los derechos que les cobijan.
Así que bajo ese sol que picaba, se develaron otros ardores que hacen que las y los inmigrantes caminen por lo oscuro, por las sombras para evitar —como haría cualquier persona— deshidratarse por el camino.