En un pedazo desvirgado de ciudad llamado Río Piedras, en un cuarto-caja-de-fósforo lleno de humo o en calles de cunetas hediondas, por las noches, alto en sustancias, hablaba de Borges, de Guy Debord, del situacionismo, del ciudadano insano en la nación postmortem y de otros fantasmas, del hardocore, del punk y de publicar su primer libro. Era raro hablar con alguien que se declare poeta, hasta ese momento no conocía a ninguno.
Que así sea es su segunda publicación y en ella el poeta indaga sobre el amor, por supuesto, y otras experiencias gratas situadas en una ciudad intensa. También sentencia, analiza, diagnostica y pronostica porvenires inciertos en poemas que narran historias. Pero sobre todo bascula por las arterias del poder —a veces con odio y asco, otras con esperanza— mientras sugiere estrategias (solidarias, comunitarias) para cercenarlas de una vez y por todas.
Por eso en sus poemas le habla al gentío decapitado (Anatomía) mientras repasa el inventario de los dispositivos tropicales —Hoteles/Manicomios/Cárceles— (País Telescopio) de una isla caribe que no se reconoce.
Vivo en un país antena,
con itinerarios; repleto de piedras,
Fronterizo.
Como en todo país,
el dominio (extravagante/bribón)
atiende clamorosamente la opacidad
de sus animalitos de dos patas.
[…]
Puede que algunas ratas habiten mi país;
pero, las torpes ratas no me conciernen
porque lo sé
ratonera más obvia que nuestro perímetro jamás
podría existir;
-País Telescopio
Su nombre es Daniel Pommers y nos hemos vuelto a encontrar en otro pedazo de ciudad, Santurce, después de ocho años de encuentros y conversaciones fugaces y fragmentadas, para hablar de su último libro, de Gato Malo —su editorial— y de su vida. Que así sea.
Nuestras primeras conversaciones tuvieron lugar en un quinto piso de un edificio de apartamentos del que se dice que hace años fue refugio de dominicanos exiliados del trujillato. Ahora ese edificio carcomido es habitado mayormente por estudiantes, en cierto sentido también “exiliados”, del campo, o de una vida anterior que inevitablemente será transformada. Eso es lo que hacen las calles de Río Piedras, a veces con mucha más contundencia que la misma Universidad. Y Pommers lo sabe.
En 2009 publicó su primer libro, El Esqueleto Presenta; un paseo a pie por las calles de su Santa más querida, Santa Rita de Río Piedras, en momentos en que el neoliberalismo criollo entraba en pleno apogeo con sus características más significativas: despido de empleados públicos, recortes en el gasto social, militarización de las calles…
¿Recuerdas el motín entre estudiantes y policías en la Avenida Universidad?, le pregunto mientras tomamos una cerveza en una barra que también es una librería.
“Santini (ex alcalde de San Juan) era el jefe. Yo estaba en el Café 103 con varias personas, pero yo delego lo que hay que delegar… Cuando estaba de camino me encontré a estas personas que tenían sus máscaras y que iban pa’llá a bregar con lo que tenían que bregar. No tenía que quedarme para todo el reguero para saber lo que pasó, lo mío es escribir sobre eso. Hay que tener bastante malicia para bregar con esas situaciones”.
Pommers es escritor y también “radio operador”, un empleo civil en un cuartel de la policía municipal de Trujillo Alto. (Eso me acuerda que el escritor Roberto Bolaño era poeta y “vigilante nocturno” en el Camping La Estrella de Mar, en Cataluña). “Aquí, en Puerto Rico, todos los escritores trabajan”, recuerda Pommers.
A mi llegada, observé al compañero del turno
en el estacionamiento,
conversando por el celular. No me mira
y lo juro, quiero que me mire de una vez, y
quiero firmar el libro de entrada.
Me saludó cordial,
en mi rostro una sonrisa.
Los autos ocupados, la grama,
los versátiles bochinches de otros turnos,
Estás relevado, digo; y una sonrisa
Como respuesta y costumbre me asalta…
-De regreso a labural
Desde allí asiste a los policías que están en la calle, desde el retén de la Estación Carraizo. Pommers cuenta que una vez un tipo llamó diciendo que detrás de él iba otro corriéndolo con un cuchillo para matarlo…
“Estas en contacto con la comunidad, totalmente, y con lo que está pasando en el área y con todos ellos. Nunca pensé trabajar para la policía, pero de todas maneras uno viene de acá, de Río Piedras, de la U-P-ERRE, de estar metido adentro de los portones, de estar ready pa’ joderse con la policía”.
“Que así sea” reúne poemas escritos entre el 2005 y el 2011, “recoge esa época” comenta, y se divide en tres partes: Qué así sea, Egoístas y Estampas del malhumorado. De la primera parte, la más “política”, dice que “es un amén por toda esa locura que estaba y que está pasando”, pero aclara que no es un amén cristiano, “para nada”.
“País Telescopio (el primer poema del libro) te pregunta al final, ¿Telescopios/rifles/solidarios? porque está diciéndote estamos aquí, ¿qué es la que hay contigo? Esto expone una pregunta y como una bofetá en la cara. Igual el Juego del Siglo, La enfermedad del siglo, se meten en la calle y en ese aspecto de ver lo que está ocurriendo y luego caminar para analizar”.
La enfermedad del siglo es tan alimaña
que nos
convierte,
[…]
“cómo puede, mediante osmosis o cantazos,
existir tanta figura dura y flaca y pasmada?”
-La enfermedad del siglo es
“Porque somos el resultado de un colonialismo de tantos años que estamos bregando con esto así. Estos son los tentáculos de la neocolonia, y esos poemas van por ahí, van para dar duro a eso, a lo que es Caribe, pero en tiempo y en perspectiva de Puerto Rico”, remata Pommers con otra cerveza en la mano.
En la segunda parte del libro, “Egoístas”, dice Pommers que se adentra “directo a esa subjetividad, a mí, al individuo. Porque hay que hacer una poesía de comunidad. Y en esa segunda parte no podía dejar de lado ese hecho de que tú te puedes identificar con sentimientos que son universales. Si me conoces, conoces lo que hay ahí, si no me conoces, tal vez conoces el sentimiento, conoces lo que es el caminar del dolor al sufrimiento, también conoces la alegría y lo que es reírse, o sea, no hay una cantaleta ahí. Ya en la segunda y tercera parte me voy yo para que tú vivas la experiencia conmigo de lo que yo viví”.
Recuerdo los enormes
cachetes de aquella mujer.
Sudados, olorosos,
engendros de una camaleónica
nigromancia.
Disfrutaba al observar sus cachetes…
Parecían bocadillos, parecían
una porción de exquisito pan con queso.
[…]
Cada cachete, una civilización.
-Risa histérica
Contrario a otros escritores, Pommers no tiene problemas con hablar del significado o del mensaje que quiere transmitir con su poesía. En parte porque rechaza la muerte del autor dictaminada por el crítico Roland Barthes y otros teóricos de la literatura contemporánea, y porque entiende que el escritor debe ser “totalitario”.
“Eso significa que tiene que ser más responsable consigo mismo y con lo que produce y con el lector. Me gusta asegurarme de que el mensaje llegue pero no lo presiono, sino que soy bien sincero aunque sé que es poesía. Pero te estoy diciendo la que hay, no te voy a coger de pendejo o de pendeja. El engaño que se lo lleven los medios. Entonces vamos por un lugar donde no estamos mintiendo para que no puedan tener trazos y luego te puedan trazar lo que tu hiciste. Porque después lo recogen y las palabras las usan en contra tuya. Tú lo has escuchado desde todos los gobiernos que ha habido aquí y en todos los lugares del mundo, utilizan las palabras para devaluar sus conceptos… Por eso es que al autor no puede estar muerto, no debería estar muerto y no deberíamos de matar al escritor, el escritor tiene que estar presente porque tiene que estar ahí”.
No es por nada que el padre del Gonzo, Hunter S. Thompson, figura como una de sus influencias, así como Charles Bukouski, del que hay un epígrafe como embocadura a la tercera parte de Qué así sea:
I can unders
tand why th
ey never invi
ted him bac
k.
Y en su primer libro, “El Esqueleto Presenta”, aparece esta otra cita del “Chinasky” Bukouski.
we are
born like this
into this
“Para esa época (2005-2011) había mucho marxismo estructuralista en lo académico. Igual cuando escribí El Esqueleto eso era lo que yo me había metido bastante al cuerpo. Y era eso, mucho de lo que fue el debate posmoderno del setenta y pico y del partido comunista francés con Bauman, Althusser, Foucault, de los que todavía hay unos soportes dentro de lo que sería el análisis. Por eso es que te hablo de aparatos represivos de estado, porque todavía tiene relevancia, a mi entender”.
Gato Malo Editores
Daniel Pommers también tiene a su cargo la editorial independiente Gato Malo Editores, la cual sigue el espíritu D.I.Y (hazlo tú mismo) que siempre ha estado presente en la escena de música independiente de la que también ha participado, tocando en bandas hardcore o simplemente paseándose en los jangueos punks del área metro.
“Publicamos literatura que queremos leer, no literatura que tu pagas para que te publiquen. Y no estoy diciendo que si tu pagas para publicar es malo, porque hay que pagar para costear y mantener la editorial. Pero desde mi punto de vista al que yo le voy a publicar, va a ser porque me gusta de una manera u otra, si no le gusta a la gente o le gusta pues eso no es problema mío ya”.
Bajo ese concepto han publicado ya tres libros: la colección de cuentos de ficción especulativa, “Cosmos Burlescos“, del escritor Miguel Pruné, “Que así sea” de Pommers y “Actias Luna“, poemario del esotérico poeta Jonatán Medusa.
“Yo soy el presidente, Miguel vicepreside, pero es calle, estamos hablando de autogestión total”, dice Pommers sobre la editorial Gato Malo.
Pero cuando dices que sacas lo que te gusta, ¿cuál es el criterio, qué es lo que te gusta?, pregunto.
“No tiene que estar súper bien escrito, porque la gramática no dice que eres un buen escritor, aunque sí determina varias cosas. Pero más allá de la gramática es el contenido, depende si es un poemario si es un libro de ensayo o si es narrativa, vamos a estar verificando que no esté muy lejos de una línea editorial que no te va a censurar porque puede ser bien diversa, no hay una línea específica. Pero sí hay un compromiso de calidad y sinceridad. En ese sentido pudiera salir un libro que a mí no me encante, porque tampoco voy a cortarle la cabeza a la gente porque no piense como yo. Así que no es de pensamiento, es de que haya esa vitalidad y esa ricura que a mí me gusta y que nos gusta a nosotros”.
Aquí nos despedimos. Daniel Pommers volverá al retén en el cuartel de Carraizo, a escribir más poesía y, por su puesto, a caminar por la ciudad. Espero con ansias otro encuentro de los inesperados, el abrazo, las sustancias, y la buena música. Que así sea.
Este texto fue publicado originalmente en 80 grados.