El Dalai Lama dijo el martes que cada vez más chinos empiezan a ver el control sobre el Tíbet como un problema y lamentó que la patria que abandonó hace 50 años se convirtiera en un “infierno en la tierra”. Hablando ante unos 10.000 tibetanos de todo el mundo, el líder espiritual de 73 años arremetió contra China por traer “sufrimiento y destrucción inexpresables” al Tíbet durante una serie de campañas de represión y violencia desde 1959. “Esto llevó a los tibetanos a unos niveles de sufrimiento y desdicha tan profundos que literalmente padecían el infierno en la tierra”, dijo desde el principal templo budista en Dharamsala, la ciudad del norte de India donde tiene su sede el Gobierno tibetano en el exilio. “El resultado inmediato de estas campañas fue la muerte de cientos de miles de tibetanos”, añadió. Las autoridades chinas reforzaron la seguridad en áreas de la etnia tibetana, para silenciar potenciales protestas contra su control en el 50 aniversario del levantamiento fallido que llevó al Dalai Lama al exilio en India. Monjes, que iniciaron muchas de las protestas de los últimos años, dijeron a Reuters que estaban siendo vigilados y policías antimotines bloquearon carreteras y prohibieron el acceso de periodistas extranjeros a partes de las provincias de Sichuan, Gansu y Qinghai. Más tarde el martes, el Dalai Lama dijo en una conferencia de prensa que el apoyo al Tíbet en China estaba creciendo constantemente. “Más y más chinos están empezando a reconocer que allí hay un problema”, dijo. “De hecho, un número considerable de altos funcionarios chinos y miembros de sus familias están mostrando interés en el budismo, el budismo tibetano”, comentó. LAGRIMAS Unos 20 jóvenes, vestidos en su mayoría con trajes negros tibetanos para honrar a las víctimas de la represión, salieron antes del discurso del Dalai Lama tocando tambores y gaitas y cantando “Levántense, levántense”. El himno tibetano sonó y se guardó un minuto de silencio en memoria de las víctimas de la represión china del año pasado en el Tíbet. “Hoy, la religión, la cultura, la lengua y la identidad, que sucesivas generaciones de tibetanos han considerado más preciosas que sus propias vidas, están casi en extinción. Resumiendo, los tibetanos son considerados como criminales que merecen morir”, dijo el Dalai Lama. OPERATIVO DE SEGURIDAD Mientras, en la elevada meseta de la provincia de Qinghai, fronteriza con el Tíbet, la policía antidisturbios bloqueaba las carreteras y devolvía a los periodistas que intentaban entrar en el pueblo y monasterio de Tongren. “¿No pueden verlo? Es tan tenso. ¿Qué puedo decir sobre el 10 de marzo? Miren a todos estos policías y soldados aquí”, dijo una mujer campesina llamada Manang. El Diario del Pueblo, del gobernante Partido Comunista, publicó el martes un editorial ensalzando el desarrollo del Tíbet en los últimos 50 años y criticando lo que llamó la miseria de la vieja sociedad feudal, en la cual la gente luchaba por conseguir perros para comer y el analfabetismo era moneda corriente. “Nadie quiere dar marcha atrás en la historia y sólo unos pocos dueños de esclavos añoran la vida pasada. La felicidad del Tíbet hoy es la felicidad del pueblo, no la de los dueños de esclavos”, dijo. El Dalai Lama también usó el aniversario para renovar su demanda de una “autonomía significativa” para la región. Pero Pekín dice que sus pedidos aspiran a exigir la independencia. Muchos tibetanos exiliados se inclinan por un tono menos conciliador que el del líder espiritual.