A finales de los noventa comencé a escuchar la música de Tempo. Me gustaban sus canciones porque rapeaba de manera distinta. Su manera de hablar, el flow que transmitía gustaba a los jóvenes que escuchaban rap y reggaeton. Sus temas eran variados. En casa teníamos todos sus cd’s. Con su poesía callejera el intérprete de música urbana parecía encarnar en sus canciones al narcotraficante, al gatillero, el rapero que denuncia el prejuicio contra el movimiento del rap y al reggaetonero que lograba poner a todos a bailar. En sus temas, el personaje del maleante y la expresión poética no son independientes uno del otro.
Recuerdo que desde pequeños mis hermanos y yo tuvimos la experiencia de ver a mi madre recitar poemas de Julia de Burgos y José de Diego. Pero en el proceso de nuestro crecimiento nos inclinamos por el inculto reggae en español de El General, de Nando Boom, el rap de Vico C y posteriormente por el criminal e inmoral rap underground surgido del ingenio y la experiencia cotidiana de jóvenes de las comunidades pobres de Puerto Rico.
Las canciones de Tempo gustaban tanto que mis hermanos y yo nos aprendimos varios temas de memoria. Con en el pasar del tiempo mis hermanos comenzaron a cantar y escribir temas rapeados y posteriormente chanteados encima del beat afro-caribeño del reggaeton. Viví escuchando esta música ante un aura de pánico moral de un discurso compartido que demonizó y acusó con dedo inquisidor de chivo expiatorio a una identidad social y musical que incomprendida incitaba al desorden social ya sea por su expresión sexual y carnal en temática y baile o por su alusión al uso de drogas ilícitas y la delincuencia.
Un concierto con máxima seguridad
Como su fanático al fin no podía perderme su concierto… Nunca antes me había topado con tan estrictas medidas de seguridad en el Coliseo de Puerto Rico. Antes de ingresar por una de las puertas tuve que pasar por dos puntos de cotejo. Primero, en el exterior de la infraestructura fui revisado por oficiales de seguridad. Luego en el interior del Coliseo tuve que atravesar un detector de metales. La prensa publicó dos días antes del evento que la gerencia del Coliseo advirtió que habría presencia de la Policía, la Unidad Canina y agentes de seguridad privados. Así mismo fue. Me pregunto si los siguientes espectáculos artísticos tendrán estas mismas medidas de seguridad o si en esa ocasión se trató de excepciones a la regla, dado la imagen de una identidad social todavía asociada a la delincuencia y al desorden social.
El panorama no era muy distinto al que reseñó Mayra Santos Febres en un artículo sobre el rap underground durante los años noventa. Santos Febres describe en su texto la imagen de peligrosidad que representaba la comunidad rapera durante un festival de rap underground celebrado en la parada 18 en Santurce ante la amenazante presencia de la Policía de Puerto Rico en el bloque donde se ofrecía el concierto y en la tarima. Si la situación es una excepción a la regla no es extraño porqué las historias en distintas sociedades dan cuenta de grupos y turbas que optan conveniente culpar a personas, grupos e identidades que se tornan para el perseguidor en la fuente de las calamidades que sufren. Lo cierto es que la identidad del rap y el reggaeton todavía son percibidos con sospecha de peligrosidad y sus temas un mal ejemplo para la juventud.
Efectos especiales
El concierto de nombre, Freedom, comienza con un video que recrea a Tempo encarcelado y el momento en que sale de prisión. El cantante surge de la superficie del escenario y como símbolo de su libertad, arranca las cadenas de sus muñecas y se despoja del uniforme de reo para comenzar a cantar el tema “Amén”, creado como respuesta a la doble vara moral hacia un movimiento y expresión artística que a pesar del intento de las instituciones de vigilancia y los medios de comunicación en constreñir su avasalladora propagación en ningún momento mostró signos de desfallecimiento.
La mayoría de los treinta temas que Tempo interpretó estuvieron acompañados de coreografías de bailarine/as. La Banda Municipal de Guayanilla con el ritmo de los bombos, tambores y platillos acompañó a Tempo en dos de sus temas. El artista de 36 años aprovechó el gusto que tiene por la moda del vestuario cuando interpretó el tema, “Dónde están las girlas”. Como si se tratara de una noche de pasarela modelos de San Juan Moda se pasearon por el escenario antes de presentarse al escenario con otro atuendo.
El evento contó con la presencia de varios exponentes de la música urbana: el dúo JKing & Maximan, Guelo Star, Fat Joe, Ghetto y Gastan, Daddy Yankee, J Alvarez, Wisin. Tempo cantó parte del repertorio de temas del pasado y los nuevos temas que forman parte del mixtape “Free Music”, lanzado en diciembre luego de salir de prisión.
La lírica como objeto de delito
En la canción, “Mil formas de vivir”, se presenta el proceso en que Tempo fue juzgado por delitos de narcotráfico en la corte, como evidencia de las andanzas del artista por el bajo mundo. No es extraño que una canción de rap, una expresión artística, sea reducido a material ilícito y forma inculpatoria de delito. De esta manera exponentes del rap estadounidense han sido juzgados por la justicia. En el 2002 le tocó a Tempo conocer con expresión de sorpresa que un tema suyo era utilizado como material que contenía relación directa e irrefutable con sus andanzas criminales. Esta posición hacia una expresión artística musical, como bien señala Raquel Rivera en su estudio en torno al rap underground, convierte la lírica en ventana del espíritu del autor o vocalista. En el concierto Tempo interpretó el tema, “25 de septiembre”, que catalogó como muy sentimental porque es una expresión de desahogo a partir de la amarga experiencia del proceso criminal en su contra. Este tema lo interpretó sentado en el piano que tocaba en esos momentos el compositor y músico Eddie Montilla, que a propósito, lo acompañó en otros temas que interpretó en el concierto.
Tiraera
Uno de los aspectos musicales del género urbano que ha distinguido a Tempo ha sido la tiraera o guerras liricales. Sus tiraeras eran dirigidas al dúo OG Black & Master Joe, Daddy Yankee, Nicky Jam, Don Omar, Lito & Polaco.
En su presentación en el Coliseo, Tempo le dirigió dos temas de tiraera a Cosculluela, no sin antes sentarse en un sillón color rojo que representaba su trono. Previamente, Cosculluela dirigió una tiraera a Tempo después de lanzar su mixtape. En gran medida, la respuesta lirical de Cosculluela se burla y pone en entredicho el argumento del artista que se presenta como el mejor en el género del rap. De acuerdo a la respuesta que he recibido de jóvenes de distintas edades que siguen el género musical y la reciente tiraera que ha acaparado los medios de comunicación sale favorecido Cosculluela tanto en lírica como en la pieza musical. En torno al asunto, una amiga me comentó que no se trata que uno sea mejor que el otro, sino, que Cosculluela responde al gusto de los jóvenes de hoy día, similar al gusto que en un momento los jóvenes sintieron por los temas de Tempo.
El público
Durante y entre cada tema, el intérprete de música urbana, recurrió efusivo a buscar la interpelación del público con el propósito de animar y darle mayor dinamismo al evento. Aunque el concierto no estuvo abarrotado de personas y hubo algunas sillas vacías, quienes fueron al evento lo disfrutaron. Hay un punto en contra en el diseño del Coliseo de Puerto Rico cuando se presenta un vocalista que interpreta temas bailables como el reggaeton. Ante la presencia de las butacas, los espectadores, en su mayoría jóvenes, se pusieron de pie y comenzaron a mover un tanto el cuerpo, pero no recurrían a perrear con su pareja. Es un espacio diseñado principalmente para observar. Antes de despedirse del público Tempo chanteó los éxitos: “Ahora sí mami” y “Descontrólate”. Dado la emotividad que suscitó la producción, al igual que otros jóvenes a mi lado, me levanté de la butaca para recordar los momentos en que junto a mis hermanos y amigos acompañábamos a coro las canciones abyectas de Tempo.