TIFLIS (Reuters)- Cuando apenas se han cumplido unos meses de la guerra del Cáucaso, Georgia envió tanques para controlar una rebelión en una base militar cerca de la capital Tiflis y el Gobierno de Mijaíl Saakashvili acusó a Rusia de financiar un intento de golpe, lo cual fue negado por Moscú. El presidente Mikheil Saakashvili calificó la rebelión como una “amenaza seria”, pero dijo que los amotinados estaban aislados. Unos 45 minutos después, el ministro del Interior, Vano Merabishvili, dijo a Reuters en declaraciones por teléfono desde la base Mukhrovani de un escuadrón de tanques que la rebelión había terminado y que el comandante de la instalación había sido arrestado. Saakashvili acusó a los conspiradores de estar vinculados con Moscú y pidió a Rusia que “se abstenga de hacer provocaciones”. Georgia perdió una breve guerra contra su vecino Rusia en agosto del año pasado en la que se disputaron las regiones rebeldes de Abjasia y Osetia del Sur. El enviado de Rusia para la OTAN, Dmitry Rogozin, dijo que Saakashvili, quien está enfrentando una creciente oposición y manifestaciones que demanda su renuncia, estaba tratando de culpar a Moscú de sus propios problemas internos. La policía mantuvo a los reporteros alejados del complejo militar. No estaba claro cuántos de los varios cientos de soldados apostados en la base apoyaban el alzamiento ni cuál era el objetivo. Previamente, la agencia de noticias rusa Interfax dijo que el comandante de la base, Mamuka Gorgishvili, había hecho una declaración criticando al Gobierno de Saakashvili, pero prometiendo no hacer uso de la fuerza. “Uno no puede mirar pasivamente el proceso de descomposición del país y la actual confrontación. Pero nuestra unidad de tanque no recurrirá a acciones agresivas”, dijo Gorgishvili, según citó la agencia. Un periodista de Reuters vio alrededor de 30 tanques y vehículos blindados en la principal ruta que va desde Tiflis hasta la base. Saakashvili ha estado bajo una fuerte presión doméstica desde la guerra con Rusia.