¿Ahora los ejercicios caducan? Hubo un tiempo, reciente, en que el Insanity era lo que estaba a la moda. Todos conseguían los vídeos –pirateados obviamente– e incluso se reunían en grupo para hacer el entrenamiento. Yo lo hice. Lo mismo sucedió con P90x, Turbo Fire y muchos más.
Lo primero que hago al despertar es mirar mi celular. Un mensaje.
–¿Me acompañas a una clase de Crossfit la semana que viene?
Pocas veces rechazo invitaciones de mis amigos. Además, acostumbro a ejercitarme, por lo que accedí. La idea era conocer sobre este famoso ejercicio de alto impacto. Por primera vez, pensé, iba a dar el máximo haciendo un entrenamiento. Soy de las que dice que correrá 30 minutos y corro 20.
Por lo que leí, el Crossfit es un entrenamiento que se distingue por combinar diferentes ejercicios –incluida la gimnasia, el atletismo y la resistencia– para evitar la rutina. Estos ejercicios se practican de forma intensa y sin pausa con el fin de desarrollar la fuerza y el tono muscular.
El día llegó. En el parking, a lo lejos, dos hombres sudados corren de un lado a otro, casi como autómatas. ¿Qué hacemos aquí?, parece preguntar mi amiga con la mirada antes de estacionarnos.
Otro hombre, tirado en el piso, sin camisa y con el cuerpo brilloso nos recibe en la entrada del lugar. El recinto semeja un almacén. Adentro hay nueve personas: tres mujeres y seis hombres. Cualquiera esperaría encontrar gente musculosa o al menos en buen estado físico. Error. No dudo, sin embargo, que estén en mejor condición que yo. El calor no está de nuestra parte. Firmamos unos papeles y uno de los entrenadores lanza un chiste lapidario.
– Por si se mueren, no nos hacemos responsables.
Del acuerdo, me detengo en la primera oración.
– […] Certifico que estoy físicamente calificado.
¿Cómo se define físicamente calificado? Asumo que si vinimos a hacer ejercicios es porque no lo estamos, pero queremos estarlo. Firmamos.
Por fin el instructor nos hace una seña para comenzar el entrenamiento. Caímos en el grupo de los principiantes, por suerte. Rompe el hielo, inmenso como un iceberg imposible en esta caldera, y pregunta si hemos hecho algún tipo de ejercicio. Un hombre anuncia que fue bombero, militar, karateca y no sé qué más. Nunca falta alguien físicamente cualificado en estas cuestiones. Llegó el momento. El entrenador nos explicó los ejercicios y las repeticiones que nos tocaban.
Full squats y burpees. Las palabras no me dan para explicar cómo se hace un burpee en Crossfit. Tres sets de cada ejercicio, el primer set de quince repeticiones, el segundo de doce y el tercero de nueve. Una locura. Los squats aguantando una bola de ocho libras, por aquello de fortalecer los brazos y ponerle sazón al asunto.
Los ejercicios
El tiempo arranca. No tengo problema con los squats, pero el hecho de aguantar la esfera complica la situación. Con los burpees las tuercas se aprietan. El oxígeno escasea. Ya el sudor corre por todas partes. Termino el primer set, en el segundo set, en el segundo hice trampa. De los doce burpees, hice nueve. Salté el conteo un poco adrede y otro por despiste. Total, en el acuerdo decía que debía ir a mi ritmo y hacer lo que entendiera que no me fuera a causar problemas.
Había leído que un joven murió haciendo Crossfit, así que elegí no ser un número más. Respiro. Sudo. Siento los músculos reclamándome tanto esfuerzo. Si este es el comienzo, el resto será mejor no imaginarlo. Siete minutos alcanzan para sudar lo que no se ha sudado en toda una vida.
A mi amiga le fue peor. “Esto no es chiste”, jadeaba sin voz. En un break, un hombre empieza con el mismo ejercicio que ella. Él cree que la motiva. Y lo logra. Al final termina y una sonrisa se le dibuja en la cara. Pude, parece decir.
La tortura finaliza, la tortura introductoria. El entrenador anuncia los horarios de los próximos días. Las dos pudimos. Ahora nos miramos. Mejor no. Dos ejercicios bastaron para no regresar.