SAN JOSE- Los intentos por hallar una salida rápida a la crisis desatada en Honduras por un golpe de Estado naufragaron ayer en Costa Rica, luego de que el presidente interino, Roberto Micheletti dejara el encuentro diplomático sin reunirse con el depuesto mandatario Manuel Zelaya. Como mediador, el presidente costarricense y premio Nobel de la Paz, Oscar Arias, recibió en su país a Micheletti y Zelaya, con quienes se reunió por separado pero no logró sentarlos en la misma mesa para tejer acuerdos y superar la peor crisis política en Centroamérica en dos décadas. “No se ha producido una reunión cara a cara”, dijo a periodistas Pablo Gueren, asesor del ministro de la Presidencia de Costa Rica. Aunque Arias había prometido no dejar partir a los rivales políticos de suelo costarricense sin llegar a acuerdos, Micheletti subió a un jet privado el jueves por la tarde de regreso a Honduras, dejando un equipo de trabajo negociando. “Se ha iniciado el diálogo y queda instalada nuestra comisión de trabajo”, dijo a periodistas Micheletti después de la reunión con Arias. A pesar de la partida de Micheletti, comisiones de trabajo del Gobierno interino de Honduras y del depuesto mandatario Zelaya estaban siguen en suelo costarricense y planean más reuniones con Arias. “Están avanzando en primera instancia las dos delegaciones y posteriormente ojalá que cuando tengamos acuerdos los presidentes se incorporarían, pero estamos en un proceso primario”, dijo la ministra de Comunicaciones de Costa Rica, Mayi Antillón. Después de reunirse con Arias, Zelaya insistió que su Gobierno sea restablecido. “Creemos que hemos sido congruentes con la posición de Honduras que es la restitución del Estado de derecho, la restitución de la democracia y la restitución como lo ha pedido la organización de Naciones Unidas y la OEA, del ejercicio del presidente electo por el pueblo hondureño”, dijo Zelaya. Zelaya fue depuesto hace casi dos semanas por un grupo de militares que lo sacó de su casa a punta de rifle, lo subió en un avión y lo expulsó a Costa Rica cuando buscaba hacer una consulta para abrir la posibilidad de una reelección. Ese mismo día Micheletti fue designado presidente. La crisis desató en Honduras protestas a favor y en contra de Zelaya, que dejaron al menos un simpatizante del derrocado mandatario muerto. La comunidad internacional condenó el golpe y exhortó al Gobierno interino a restituir a Zelaya.
Pero las posiciones radicales de unos y otros parecen dejar poco margen de maniobra para que el diálogo destrabe la estancada situación en el país centroamericano. Incluso antes de las reuniones, el Gobierno interino -que tiene respaldo de los mayores partidos políticos, la Corte Suprema y empresarios de Honduras- no alimentó muchas esperanzas de encontrar una salida al enfatizar que el retorno de Zelaya no es negociable, pese a los reclamos de distintos países del mundo y a la presión de organismos internacionales. Desde Washington, el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel Insulza, dijo que para resolver la crisis se podrían adelantar las elecciones, crear un Gobierno de unidad nacional, decidir una amnistía o enjuiciar a personas determinadas, entre otras opciones. “La piedra de tope es que el Gobierno de facto acepte el retorno del Gobierno constitucional. Todo lo demás es conversable”, explicó. Pese a las posturas intransigentes, la presión internacional y la amenaza de duras sanciones económicas contra Honduras tarde o temprano podrían llevar a las partes a ceder. Estados Unidos anunció el miércoles la suspensión de la ayuda militar por 16,5 millones de dólares y de asistencia al desarrollo a la empobrecida Honduras y advirtió sobre el riesgo de otros fondos por 180 millones de dólares. El Gobierno interino hondureño, a través de su ministra de Finanzas, Gabriela Núñez, dejó en claro que esa decisión de Estados Unidos es “contraproducente” para el diálogo. Los hondureños, divididos entre dos presidentes que claman su legitimidad, protagonizan desde el día del golpe masivas manifestaciones a favor y en contra de Zelaya, un empresario maderero que a mitad de su mandato adoptó un discurso de corte socialista cercano al del presidente venezolano, Hugo Chávez. Cientos de partidarios de Zelaya cortaron el jueves el acceso sur a la capital hondureña con barricadas de piedras y neumáticos, generando una enorme congestión de autos y camiones que llegaban del campo para exigir la vuelta del mandatario. “No va a haber pacto, ya Micheletti ha dicho que no lo va a dejar volver a Mel. Que no vuelva (Zelaya), que espere a las elecciones”, dijo María Ucles, una maestra retirada de 80 años que acababa de llegar a Tegucigalpa desde San Pedro Sula. De acuerdo con un sondeo de Cid Gallup difundido el jueves por la prensa de Honduras, un 41 por ciento de los hondureños justificó el golpe de Estado contra Zelaya, un 28 por ciento se declaró en contra de su salida forzada y el 31 por ciento no quiso pronunciarse sobre el tema. La embajada de La Habana en Tegucigalpa anunció en un comunicado que estaba retirando de Honduras a 143 trabajadores que hacían labores de asistencia, luego de que el Gobierno interino acusó a colaboradores cubanos de organizar protestas en su contra. Cuba anunció que, sin embargo, mantendrá a su personal médico en el país centroamericano.