Entre los millones de epítetos que se le pueden atribuir tanto al hombre como a la política que el presidente estadounidense, Barack Obama, ha ejercido y que promete -no como el inadecuado ‘slang’ partidista boricua- que “lo mejor está por venir”, decirle auxiliador no está muy lejos de la realidad. Estados Unidos, desde finales del siglo 19, se autodenominó como la tierra de las posibilidades, miles de inmigrantes acudieron a la nación a realizar el sueño americano que promete riqueza, igual oportunidad de empleo y libre asociación. Si bien es cierto que del dicho al hecho, el trecho es hirsuto y distante, grandes poblaciones minoritarias a lo largo de los siglos se han establecido y desarrollado en el país, creando comunidades híbridas. De hecho, el mismo Obama nacido en Honolulu, Hawaii de padre keniano y madre estadounidense, representa esta multiplicidad que compone el suelo estadounidense. Tal vez todo este andamiaje es el que permite que hoy, a diferencia de la pasada administración, se hayan flexibilizado las medidas para el asilo de mujeres extranjeras maltratadas. Según informó el rotativo The New York Times, el Departamento de Seguridad Nacional (Homeland Security) aceptó refugiar a una mexicana, identificada como L.R., que en 2006 solicitó asilo tras violada desde que era adolescente a punto de machete y pistola por un hombre. Éste también la mantuvo cautiva e intentó quemarla al saber que estaba embarazada; ella tuvo tres hijos, producto de las violaciones sexuales. “El Departamento contempla la violencia doméstica como una causa de petición de asilo en Estados Unidos”, manifestó Matt Chandler, portavoz de la agencia de Seguridad Nacional. Sin embargo, inicialmente un juez de inmigración denegó la petición de L.R., aunque posteriormente el Departamento la aceptó. “Cada caso se basa en unos hechos y requiere una investigación especial de las amenazas que enfrenta cada denunciante”, expresó Chandler. Para recibir asilo en Estados Unidos se debe demostrar un temor de persecución por motivo de religión, raza, nacionalidad, posturas políticas o –la que se alude para refugiar a mujeres maltratadas- el pertenecer a un grupo social determinado. El diario neoyorquino detalla que el año pasado, el país cobijó a 23 mil personas. De otra forma, no es la primera vez que se intenta hacer una política para refugiar a mujeres que han sufrido abusos, pero ni con Bush, ni con Bill Clinton se efectuaron. Este tipo de reformas parecen estar más vigentes en momentos en los cuales, por detallar un sólo ejemplo, resoluciones de organizaciones globales no logran crear un ambiente sano y saludable para las mujeres en distintas regiones del Planeta, como el bien sonado caso del Congo. Situado en el continente africano, el Congo sufre disturbios civiles y políticos desde hace años, estos mismos conflictos étnicos desembocan en abusos sistemáticos contra las mujeres. Desde niñas infantes hasta mujeres son abusadas sexualmente y después de un año de su aprobación, la Resolución 1820 de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que busca eliminar la impunidad hacia actos violentos contra la mujer (y los feminicidios) ha demostrado ser inefectiva. “Un año después de adoptar la resolución, el Congo continua siendo el lugar más peligroso en el Planeta para ser mujer”, manifestó la activista Eve Ensler en el periódico The Washington Post.