TEGUCIGALPA- El Congreso de Honduras pospuso este lunes su decisión en torno a una amnistía política para el depuesto presidente Manuel Zelaya, propuesta del mediador costarricense Óscar Arias para superar la crisis política tras el golpe militar del mes pasado. Los diputados nombraron una comisión especial que decidirá esta semana sobre el perdón para Zelaya, acusado de violar la Constitución con sus aspiraciones de extender su mandato. “El Congreso debe remitir esa opinión en el término que vence el día jueves”, afirmó el jefe del Congreso, José Saavedra. Pero en vísperas de cumplirse un mes del golpe militar del 28 de junio, crecían en el Congreso las señales de que el acuerdo de Arias será rechazado por el poder legislativo. La restitución de Zelaya, el tema central de la propuesta de Arias para destrabar la peor crisis política en Centroamérica en 20 años, compete sin embargo a la Corte Suprema de Justicia, que aún no se ha pronunciado. “Mientras ellos (el Congreso) no la acepten (la propuesta de Arias), están perdiendo su tiempo”, dijo Zelaya a periodistas en la localidad nicaragüense de Ocotal, cerca del punto fronterizo Las Manos. Entretanto, Estados Unidos insistió hoy en que Zelaya debe volver al poder, mientras el mandatario seguía instalado en la frontera nicaragüense en busca de ingresar a pie a su país, pese a las advertencias de Washington de que eso no ayuda a su retorno. Pero Washington no se ha comprometido a endurecer las sanciones contra el Gobierno de facto de Honduras, a pesar de sus amenazas de congelar más ayuda financiera. Un esperado viaje de Zelaya a Washington para reunirse con la secretaria de Estado, Hillary Clinton, estaba en suspenso. Zelaya, aliado del izquierdista presidente de Venezuela Hugo Chávez, había exhortado a Estados Unidos a endurecer la mano con Honduras para facilitar su vuelta al poder. Hasta ahora, sin embargo, Washington sólo ha cancelado asistencia militar al empobrecido país por 16 millones de dólares. “Queremos la restauración del orden democrático y eso incluye el regreso de mutuo acuerdo del presidente democráticamente elegido, es decir de Zelaya”, dijo el portavoz del Departamento de Estado Ian Kelly en Washington. Zelaya llegó el viernes pasado a la frontera con Honduras manejando un jeep a la cabeza de una caravana desde la capital nicaragüense y cruzó la militarizada línea limítrofe unos metros, para luego retroceder a tierras de Nicaragua. Ese desafío al Gobierno interino que asumió tras el golpe y que tiene una orden de arresto sobre él, generó las críticas de la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton. “Todas las partes han de centrarse en una solución política pacífica”, dijo Kelly a periodistas. El derrocado mandatario permanecía el lunes por cuarto día consecutivo en Ocotal, mientras del lado hondureño se mantenía un fuerte operativo de policías y soldados que impedía por cuarto día consecutivo el acceso de sus partidarios a la frontera. El presidente de facto Roberto Micheletti defendió una vez más el golpe de Estado en un editorial publicado el lunes en el diario estadounidense Wall Street Journal. “La verdad es que él fue removido por un gobierno civil democráticamente electo, porque los poderes independientes judicial y legislativo de nuestro gobierno encontraron que él violó nuestras leyes”, escribió.
Muchos de los partidarios de Zelaya que intentaron unirse a él en la frontera regresaban el mismo lunes a sus casas, frustrados por los controles policiales que impedían su avance. Apenas unos 200 simpatizantes quedan en la ciudad de El Paraíso, a unos 12 kilómetros de la frontera con Nicaragua, delante de un retén con policías antimotines y soldados armados con rifles de asalto. Otras 500 personas que burlaron el cerco militar caminando durante horas por las montañas, se replegaron con Zelaya a la localidad nicaragüense de Ocotal. Alrededor de 350 manifestantes, cansados y hambrientos tras días a la intemperie, fueron asistidos con alimentos y primeros auxilios en El Paraíso, dijo el representante de la Cruz Roja de Honduras, Carlos Rodríguez. Zelaya dijo el domingo por la noche que se quedaría en Ocotal “el tiempo que sea necesario” hasta recuperar el poder. Los opositores al Gobierno de facto reanudaron las protestas en Tegucigalpa y otros puntos del país. Manifestantes incendiaron dos automóviles de la policía en una zona rural de Honduras, en una señal de que los ánimos están caldeados en la empobrecida nación centroamericana. El domingo, durante el funeral de un joven muerto en la frontera con Nicaragua en circunstancias aún poco claras, partidarios de Zelaya golpearon a dos policías e incendiaron una patrulla, dijo un fotógrafo de Reuters en el lugar. El regreso de Zelaya es resistido por los empresarios e incluso por sus copartidarios, alarmados por su cercanía al presidente Chávez, a quienes muchos hondureños ven como culpable de la actual crisis política.