“Pichéale” a la gripe porcina. Ignora al “faranduleo”, a Don Omar y a Jackie Guerrido. Olvídate del Baloncesto Superior Nacional y la guerra entre Piratas y Vaqueros. Deja a un lado la política, que Puerto Rico tiene un nuevo deporte nacional: la violencia. En todos los pueblos compiten campantes por la medalla de oro. A cualquier hora hay oportunidad de ganar el campeonato, y la prueba máxima se dio este fin de semana. “Hallan cadáver baleado en San Juan”, “Asaltan peaje de Guaynabo”, “Violento fin de semana”, “El crimen no para”, “Muere motociclista en Caguas”, “Asesinado en medio de asalto”, “ Triple asesinato en Ponce”, “Asesinato en Barrio Obrero”, “Lo asesinan frente a su familia”, ese es el tétrico panorama que continúa “in cresendo”,y mostraban hoy los titulares de los principales rotativos del País. Se rompió el récord de matanzas, el domingo, cuando llegamos a la cuarta masacre. Pareciera que con los asesinatos de Ponce, alcanzamos la cifra de tener una masacre cada dos meses. Pero no, con ésto las masacres parecen una moda en boga. Y es que la matanza anterior se dio hace tan sólo una semana en el negocio El Taquito en Isla Verde. Unos niños en Salinas encontraron osamentas humanas, las salidas para liberar el estrés terminan en holocaustos, y los asesinatos ascienden a 505 en lo que va de año. Según El Vocero, ya son 29 crímenes más que el año pasado para esta misma fecha. Sin embargo, el problema no radica en los jugadores, ni en los fanáticos, ni en los espectadores. No recae completamente en los culpables, ni en las víctimas. El peso mayor, recae en la insensibilidad y en la apatía. Sentimientos que predominan en las expresiones de los jefes de la Policía, los cuales actuan indiferentes ante el mar de violencia que tapa como un tsunami las calles del País. “No eran unos angelitos de la caridad, ni unos ‘boys scouts’. Estaban fuertemente armados, lo que significa que fue un asesinato de una organización criminal a otra”, expresó el superintendente de la Policía, José Figueroa Sancha sobre los 3 jovenes asesinados en El Taquito. Mientras, el jefe de la Policía en Ponce, Héctor Agosto, aclaró que la matanza del domingo en el mismo municipio era “una venganza que inevitablemente, en algún momento dado, iba a suceder, pero desconocíamos dónde”. Estas expresiones parecen una busqueda para justificar la inacción desmañada que señaló la alcaldesa de Ponce, María “Mayita” Meléndez, cuando criticó que las autoridades policiacas no hubiesen hecho nada para evitar un aniquilamiento que se esperaba. Asimismo, según el periódico El Nuevo Día, el coronel José Caldero López indicó que la masacre del lunes pasado en Isla Verde, donde una joven resultó herida, es un asesinato por acecho, lo que implica que la persona que va matar, ya sea por contrato o por venganza personal, “buscará a su víctima o sus víctimas donde sea y cuándo las encuentre las matará. No importa si hay policías cerca o si hay niños. El crimen por acecho es muy difícil de evitar”. El Departamento está dejando que los criminales lleven a cabo su “justicia” y se aniquilen unos a otros. Parece la manera más fácil de acabar con los gatilleros; que se maten entre ellos. Pero, ¿y las víctimas inocentes que caen enredadas en las balaceras? ¿Qué pasó con la joven víctima de una bala perdida en Guayama? ¿Cuándo se convirtió el asesinato en el pan de cada día? ¿Qué están haciendo? ¿Van a cerrar los sitios más temprano? Ya no es culpa del “jangueo” o de los “pubs”. Matan a todas horas, en cualquier lado. Al hombre que ultimaron a las 9 de la mañana, en su residencia, frente a su familia, no le afectó el horario de los negocios. Tampoco le perjudicó al jóven que, hace unos meses, asesinaron en uno de los estacionamientos de Plaza las Américas, a plena luz del día. Entonces, si continuamos en esa línea, la solución al problema de criminalidad es encerrarse como hermitaños. Es no salir ni a la entrada de su casa. En algún momento Ruben Blades lo advirtió a la sociedad: “La sociedad se desintegra. Cada familia en pie de guerra. La corrupción y el desgobierno hacen de la ciudad un infierno… Nace la indiferencia, se anula la conciencia, y no hay ideal que no se desvanezca….Y perdida entre la cacofonía se ahoga la voluntad de un pueblo entero. Y entre el insulto y el Ave María, no distingo entre preso y carcelero…”