SEUL- Corea del Norte reabriría su frontera con Corea del Sur, terminando con un bloqueo autoimpuesto a una fuente vital de ingresos para los líderes de Pyongyang, en momentos en que su devastada economía se encuentra asfixiada por sanciones de la ONU. El acuerdo para flexibilizar las restricciones en la frontera se logró en un encuentro entre el líder máximo norcoreano, Kim Jong-il, y la presidenta del grupo surcoreano Hyundai, que viajó a Pyongyang para buscar la liberación de un trabajador detenido durante casi cinco meses por insultar a los líderes norcoreanos. La reunión se produjo poco después de una visita del ex presidente estadounidense Bill Clinton con el fin de conseguir la liberación de dos periodistas estadounidenses encarceladas en el país. Este es el último esfuerzo del régimen norcoreano por reanudar algún tipo de relación con el mundo exterior, del que ha estado completamente aislado gracias a meses de un exhibicionismo militar que incluyó un segundo ensayo nuclear en mayo y una serie de lanzamientos de misiles de corto y largo alcance. “Corea del Norte (…) quiere una mejor relación con Estados Unidos. Para que eso pase, ellos primero deben tener una relación bien establecida con Corea del Sur”, dijo Cho Myung-chul, un experto en Corea del Norte del Instituto para Política Económica Internacional de Seúl. Bajo el acuerdo, se reanudará el paso por tierra a través de la frontera, que estaba bloqueado casi totalmente desde fines del año pasado, permitiendo un tráfico normal hacia el parque industrial Kaesong. También se reiniciará el turismo hacia el pintoresco centro vacacional Mt Kumgang, cancelado hace un año luego de que un soldado norcoreano mató de un disparo a un turista surcoreano que se había adentrado en una zona militar. Corea del Norte permitirá además a partir de octubre el reinicio de las reuniones de familias separadas por la Guerra de Corea (1950-1953). Las relaciones entre ambas Coreas, técnicamente en guerra desde hace más de medio siglo, empeoraron después de que el conservador presidente de Corea del Sur, Lee Myung-bak, asumió el cargo hace 18 meses, terminando con años de abundante ayuda a menos que su vecino abandonara su programa de armas nucleares. Corea del Norte ha dicho que necesita disuasión nuclear mientras las tropas estadounidenses -actualmente unas 28.000- estén ubicadas en Corea del Sur. Pero los esfuerzos por crear un arsenal atómico han conducido a sanciones más severas de la Naciones Unidas, que según los analistas están comenzando a surtir efecto, especialmente en sus redituables exportaciones de armas. Algunos analistas dicen que Corea del Norte, cuyos 23 millones de habitantes se encuentra permanentemente al borde de la hambruna, podría enfrentar otra pobre cosecha este año. Si bien los últimos ensayos nucleares y lanzamientos misilíticos han enfurecido a la comunidad internacional, los analistas dicen que han ayudado al prestigio de Kim fronteras adentro, especialmente entre los jerarcas militares. Los medios norcoreanos han sido también muy cuidadosos de mostrar las dos visitas internacionales recientes como un tributo al férreo líder Kim, de 67 años, cuya salud es objeto de intensa especulación. Se cree que Kim estaría buscando garantizar que su hijo menor sea el tercero en una sucesión familiar al frente de la única dinastía comunista. KCNA reportó que el viernes Kim “le concedió una larga audiencia y tuvo una charla cordial con Hyon Jong Un, presidenta del Grupo Hyundai, en su visita a Pyongyang, y cumplió con todos sus pedidos”. El grupo Hyundai tiene negocios turísticos con Corea del Norte y opera el parque industrial Kaesong cerca de la frontera, ambos ricas fuentes de ingresos para el régimen de Pyongyang. Las visitas turísticas a través de la última frontera de la Segunda Guerra Mundial que sigue en pié se han detenido y el parque industrial mismo ha quedado amenazado pues las relaciones entre los dos vecinos de la Península Coreana han empeorado.