En Puerto Rico, donde me encontraba coordinando un taller literario de la Universidad, se habla uno de los castellanos más expresivos que escuché jamás. Esta Isla es un estado asociado de los Estados Unidos. La moneda corriente es el dólar. Los habitantes pueden votar por un gobernador que su función principal es decidir cómo se distribuye el dinero que llega del norte. Las cosas son así desde el 1917. Desde entonces se ha intentado, mediante varias leyes nacionales, borrar el español para imponer el inglés como lengua oficial, no lo lograron. No se puede borrar tan fácil la lengua que usa la gente todos los días. Quizás porque es la lengua madre, y como decimos los argentinos, ‘con la vieja no te metas’…
Extracto de Lengua Boricua, de Pedro Mairal
El escritor argentino Pedro Mairal participó hoy del foro El proceso creativo: Palabra, imagen y escritura en la Universidad de Puerto Rico en Carolina como parte de la agenda cultural Sinestesias del recinto y del Festival de la Palabra 2014, que se celebra esta semana.
El escritor indicó que es la cuarta vez que visita a Puerto Rico y siempre le parece curiosa la manera en que los puertorriqueños utilizan el lenguaje, lo que lo llevó a escribir el texto Lengua Boricua, que habla sobre cómo en Puerto Rico el español se transforma, pero no se sustituye por el inglés.
“Me llamó la atención la gracia del boricua para usar el lenguaje. Tiene como un swing, tiene la capacidad para tomar palabras en inglés, digerirlas y alargarlas de otra manera, eso me impresiona mucho. Es muy extraño lo que pasa a nivel lingüístico y es un poco lo que pasa en Lengua Boricua. Es muy difícil que se borre la lengua madre. Lo que entiendo es que ya no se intenta cambiar el idioma principal. Ustedes lo que hacen es tomar palabras en inglés que sirvan y las transforman, se apropian de ellas”, dijo Mairal.
Durante la conferencia, además de hablar sobre el uso del lenguaje en Puerto Rico, Mairal deleitó a los presentes con tres escritos de su autoría que hicieron al público reír y aplaudir. Posteriormente, el autor tuvo la oportunidad de contestar preguntas de la comunidad universitaria en relación a su proceso de escritura.
Otro de los textos que leyó fue El hipnotizador personal, que trata sobre un hombre que se enamora de una mujer, quien a su vez desea que alguien la duerma en los momentos que esté aburrida. Pero la historia que levantó más emociones en el público fue Tocar a Jimena, que se enfoca en describir las emociones que sienten los personajes principales al tocarse.
Y es que para Mairal, uno de los secretos principales para una buena historia es hacer que el lector se sienta parte de ella a medida que la lee —justo lo que logró cuando leyó Tocando a Jimena.
De otra parte, para todo aquel que desee comenzar a redactar pero nunca ha tenido un acercamiento a ese proceso creativo, Mairal recomendó utilizar los cinco sentidos para crear una buena historia.
“Explotar los cinco sentidos, usar los cinco sentidos en la escritura, eso me parece que hace una literatura viva. Meter los olores, meter los sonidos, meter el tacto, el gusto, lo visual. Es decir, la presencia de los cinco sentidos en la escritura hace que el lector sienta que está viviendo eso a medida que lo lee”, aseguró.
Además, dijo que todo aquel que desea escribir debe comenzar por leer esos libros que en algún momento no les permitieron leer —los que denomina “los libros prohibidos”— y que siempre carguen con una libreta donde puedan anotar lo que observan.
El autor argentino afirmó que otra manera de construir buenas historias es utilizando experiencias vividas o el temor de que estas le ocurran.
“Yo uso lo que me pasa y lo que casi me pasa, lo que tengo ganas que me pase y lo que tengo miedo que me pase. Uso el deseo y el miedo. Creo que el miedo es un gran motor de generar historias. Cuando uno está con miedo por la calle. se imagina un montón de cosas que le pueden pasar. Esa máquina de imaginar que es el cerebro está todo el tiempo trabajando de una manera narrativa”, concluyó.
…En el lavamanos del baño de un bar vi el cartelito oficial, seguramente establecido por ley, que dice: ‘Employees must wash their hands’, los empleados deben lavarse las manos. Pero en la pared los grafitis están en español, uno dice: ‘Daddy Yankee no me representa’. Al final, lo que importa es la lengua que usa la gente para escribir en las paredes del baño. La lengua que usan para amar, para reírse, para insultar. Es absurdo querer imponer un idioma, es como si le impusieran a la gente de un lugar usar la ropa típica de otro lugar. Lo que la gente hace finalmente es tomar las cosas prácticas de esa imposición, unos botones, alguna hebilla o un tipo de zapato. Así aparecen las palabras del inglés que tintinean en el castellano de la Isla. Tomada por economías del lenguaje por prácticas o porque en el castellano no existen. El ‘wiper’ se dice en lugar de nuestro larguísimo limpia parabrisas, el ‘hamper’ se le llama al canasto de la ropa sucia, ‘janguear’, que viene del hang out, significa salir con nuestros amigos a no hacer nada. En Puerto Rico no se percibe una lengua dominada por otra, se siente la fuerza imborrable y viva del castellano, que ya hace tiempo es el segundo idioma más hablado de los Estados Unidos.