Respeto por la vida demostró ser más que una protesta universitaria, fue una caminata de pueblo. La Marcha por la Paz fue organizada por Diego Segurola, novio de la joven asesinada el pasado 26 de junio tras ser utilizada como escudo en una redada en el Viejo San Juan. “En esta marcha silenciosa hemos dado un gran grito. Esperamos deje sordo a todos esos males sociales que se interponen entre nosotros y una sociedad de paz”, dijo Segurola, estudiante de administración de empresas de la Universidad de Puerto Rico del Recinto de Río Piedras (UPR). La asistencia aproximada de mil participantes incluía a niños de escuelas elementales, intermedias y superiores, estudiantes de todas las facultades de la UPR, trabajadores, profesores, líderes comunitarios y sindicales, organizaciones estudiantiles, padres y miembros de la clase artística. Encabezaron la marcha Segurola, Pedro Hernández y Patricia Irizarry, padres de Patricia Hérnádez Irizarry, la joven cuyo futuro prometía grandes logros y se vio nublado por el azote de la violencia en el País. La comunidad en protesta marchó por la institución universitaria en silencio. Entre las camisas blancas y las caras de reflexión de muchos sobresalían pancartas con fotografías de la víctima, estadísticas alarmantes de la violencia en Puerto Rico y citas de grandes ilustres de la historia; “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala, es el silencio de la gente buena” (Gandhi), “La vida es muy peligrosa no por las personas que hacen el mal, si no por las que se sientan a ver lo que pasa” (Einstein). En las estadísticas alarmantes de violencia, ofrecidas por los estudiantes del curso de Liderazgo y Ética del profesor Ángel Rivera, figuraban el que 98 por ciento de los asesinatos de este año 2009 (838) se desconoce si existe relación entre la víctima y el victimizado y que 765 de estos casos fueron cometidos con armas de fuego. “Un asesinato es algo bien fuerte, pero un asesinato de una universitaria nos intimida, hace sentir que la violencia y la muerte están cada vez más cerca y accesible para la juventud”, comentó Mariana Hernández, estudiante de la Facultad de Educación, quien figuraba entre las cientos de personas solidarias. Segurola señaló la indiferencia como lo peor que puede tener un ser humano, expresó, a su vez, su preocupación por la falta de líderes y modelos a seguir en nuestra cultura, y exhortó a la juventud a crecer por iniciativa propia y ser protagonistas de la historia. Los padres de Patricia expusieron, en un mensaje de amor y conciencia, que la educación debe ser base de la cultura. De esta forma, agradecieron el afecto y la iniciativa de Diego y el apoyo de todos los presentes, mientras alentaron a que la Marcha por la Paz sea un evento de por vida. Tras unas palabras de consuelo y satisfacción, varios fueron los ojos que derramaron una que otra lágrima.