SANTIAGO- Tras adjudicarse la victoria el domingo, el magnate opositor de derecha Sebastián Piñera indicó este lunes que buscará el apoyo de los votos que quedaron en el camino rumbo al reñido balotaje que disputará con el oficialista Eduardo Frei. Piñera no logró la mayoría absoluta en la elección del domingo, pero su votación lo dejó en una buena marca para una segunda vuelta el 17 de enero que podría poner fin a casi 20 años de gobiernos de centroizquierda, tras la dictadura de Augusto Pinochet. El empresario, de 60 años de edad, con una fortuna de 1.000 millones de dólares según Forbes y que quiere más incentivos a los privados, obtuvo el 44,03% de los votos, escrutado un 98,3% de las mesas de votación. El ex presidente Frei, candidato de la coalición Concertación en el poder y que ha prometido seguir con las políticas de la popular mandataria Michelle Bachelet, logró el segundo lugar, con un 29,62% de los sufragios. El candidato de derecha aseguró que la elección superó sus propias expectativas y que se abocará a captar los votos de quienes buscan un cambio, haciendo un guiño a los que votaron por el candidato independiente Marco Enríquez-Ominami, que logró un tercer lugar en los sufragios. “Nadie es dueño de los ciudadanos, ni de los votos y, por tanto, (…) los que quieran el cambio (…) saben muy bien que en nuestro proyecto y en nuestra campaña está el verdadero cambio”, declaró Piñera al canal de televisión TVN. Según sondeos de opinión, una parte de los sufragios de Marco Enríquez-Ominami, quien sacó un 20,12%, pasaría a Frei y otra, menor, iría al empresario Piñera en el balotaje. Pese al cómodo triunfo de Piñera, analistas creen que la segunda vuelta no es una “carrera corrida” ya que el comportamiento de los votantes tiene factores impredecibles. “La segunda vuelta no es un simple trámite, es extraordinariamente difícil proyectar sobre todo por qué el equipo de Frei no tenía un ‘plan B’ frente a esto”, explicó Carlos Huneeus, director de CERC, cuyas proyecciones antes de la elección estuvieron en línea con los resultados. “El dilema de Frei es bien complejo. Si Frei se come a la izquierda puede perder votos centristas que podrían ser más cercanos a Piñera”, añadió. Un Gobierno de Piñera, uno de los controladores de la aerolínea LAN y accionista del popular club de fútbol Colo Colo, no implicaría un cambio profundo en la política económica de apertura que ha convertido a Chile, el mayor productor de cobre del mundo, en un modelo de estabilidad.
Piñera, que postula a la presidencia por segunda vez, se ha beneficiado del desgaste de la Concertación, con divisiones internas que le costaron la salida de algunos de sus líderes. La alianza entre socialistas y democratacristianos llegó al poder en 1990 tras 17 años de dictadura de Pinochet, quien murió en el 2006. Pese a las fracturas, Frei apostó después de la elección por la unidad del sector “progresista”. “Una mayoría nos ha dicho que se identifica con las ideas progresistas y democráticas y ha elegido a esta opción para presentar a todas estas ideas en enero. Arrate y Enríquez-Ominami expresan valores que compartimos y tenemos que sumar”, aseguró Frei ante sus partidarios la noche del domingo. Pero Enríquez-Ominami no comprometió sus apoyos, a diferencia del cuarto candidato, el izquierdista Jorge Arrate, quien ha llamado a unir fuerzas contra la derecha. “La postura de Marco Enríquez podría eventualmente beneficiar a Piñera”, apuntó Huneeus, aludiendo a las declaraciones del independiente, hijo de un guerrillero asesinado en la dictadura de Pinochet, que aseguró que ninguno de los aspirantes a segunda vuelta implica un cambio. “Clave será cómo se dividirán los partidarios de Enríquez-Ominami entre Piñera y Frei y cuántos no votarán, dado que muchos de los votantes de Ominami están desilusionados con el ‘establishment’ político tradicional y la falta de renovación política en los últimos años”, coincidió Alberto Ramos, analista senior de Goldman Sachs. En la elección se renovó completamente la Cámara de Diputados y, parcialmente, el Senado con lo que el Congreso mantendría un equilibrio entre los bloques de derecha y centroizquierda, pero con la novedad de la incorporación de tres legisladores comunistas por primera vez en 37 años. Así, el ganador del balotaje deberá lidiar con un Congreso dividido y sin una mayoría legislativa contundente. “Una potencial presidencia de Piñera podría estar restringida por el hecho de que probablemente estaría forzado a una cohabitación política con un Congreso dividido”, agregó Ramos.