“Cada uno de nosotros debe desarrollar conciencia sísmica y no pretender que sea el Gobierno el que nos socorra después de fenómeno geológico”, recomendó el experto en geomorfología Dr. José Molinelli Freytes. Según el científico, de ocurrir un terremoto en nuestro país, seremos nosotros, los ciudadanos, quienes tendremos que actuar como defensa civil. Porque en una catástrofe es difícil que el Estado pueda cubrir todas las necesidades. “Es muy probable que las primeras 48 a 72 horas estemos por nuestra cuenta ayudándonos mutuamente. Hasta que puedan oficialmente brindarnos ayuda”, advirtió el catedrático en una conferencia muy concurrida el pasado 27 de enero en el Recinto de Río Piedras, titulada El peligro del terremoto en Puerto Rico: lo que tenemos que hacer. Más del 95 por ciento de los terremotos que ocurren mundialmente se asocian directamente con una ubicación cercana al borde de las placas tectónicas. En Puerto Rico estamos muy expuestos a fenómeno de esta naturaleza puesto que estamos en el centro de dos de los márgenes de placas tectónicas caribeñas. El movimiento de estas placas es constante, en mayor o menor grado. No obstante, la convergencia de estas placas en el suelo patrio “es muy oblicua”, algo que -según Molinelli- favorece de cierto modo. Nuestro país está entre dos formaciones tectónicas. Sepa que al norte, hacia el Océano Atlántico, está la llamada Trinchera de Puerto Rico y al sur, dirección Mar Caribe, está la Fosa de los Muertos. La Trinchera de Puerto Rico marca el eje de la de Estados Unidos lo que provoca que la si la del país norteño se mueve, la nuestra se deslice en forma de cuña. El emplazamiento de la Trinchera de Puerto Rico provee una base geológica sólida y maciza que anula a ras el antiguo mito de que –si ocurriera un terremoto- la Isla se vendría abajo porque estamos sobre territorio hueco. Molinelli precisó que si comenzáramos a perforar entrañas terrestres abajo encontraríamos la litosfera oceánica a 150 kilómetros infra y comprobaríamos que esta oblicuidad “de cierto modo” favorece. Con todo eso, al estar en medio de los dos bloques tectónicos mencionados, la actividad sísmica siempre nos asechará. De hecho, en estos precisos instantes está ocurriendo debajo de neutros pies. Lleva siglos ocurriendo y no podemos evitarlo, son fenómenos naturales. Lo que es importante conocer es que las fallas tectónicas que pueden afectarnos no están en tierra sino en el mar. Por eso, de ocurrir un terremoto como el de Haití nuestra situación sería distinta. Además de que no estamos conectados a los sistemas tectónicos de la vecina isla. “Si bien somos parte de un macrosistema caribeño lo que determinará al fenómeno serán las condiciones de nuestras fallas”, especificó. Existen varias zonas sismogénicas que rodean la Isla. La más importante es la del Canal de La Mona a más de 100 Km. al norte del cañón. Aunque al sur, en la Fosa de los Muertos, existe otra zona de potencia sismogénica no está activa. Otro territorio de características similares es el de la Fosa de Anegada al sureste de la isla, en donde a “bastantes decenas de kilómetros al sur de Vieques se produjo el último terremoto en 1867”, comunicó. “La distribución de la actividad sísmica en el interior del Caribe a través de los años es menor, pero el perímetro completo desde Nicaragua hasta Cuba es amplio. La lista de terremotos en la zona es larga. Lo normal en este perímetro de la placa del Caribe es que ocurran sismos”, sostuvo. La placa caribeña se mueve hacia el este aproximadamente una pulgada cada año. Este movimiento, según articuló el catedrático, ha hecho que tanto la Isla como las demás Antillas Mayores y Menores -que nacieron en el lado del Océano Pacífico de América Central hace más de 130 millones de años- se estén moviendo sucesivamente en dirección a África.
Molinelli explicó que la ansiedad colectiva que se genera después de un terremoto da paso a mucha especulación sin base científica. Motivo por el cual se propagó en nuestro país en días recientes el temor de un inminente fenómeno similar. Razón, además, por la que decidió realizar la conferencia: “Luego del terremoto de Haití hemos escuchado que la Tierra tembló en Argentina, en Perú. Pero estos fenómenos no tiene que verse asociados necesariamente a lo que ocurrió en el Caribe, y quería conversarlo aquí con ustedes”. Detalló que en 1670 en Haití ocurrió un terremoto importante y a lo largo de esa década tierras caribeñas temblaron por la relación directa de la liberación de energía sísmica del primer sismo. No obstante, hoy día estos sistemas y eventos no están conectados con Puerto Rico. A pesar de lo relatado no se debe omitir que estamos en zona de propensa actividad sísmica repentina. Molinelli recordó que han ocurrido dos importantes terremotos en la Isla y que el tiempo promedio más corto entre uno y otro es de 51 años y el tiempo más largo es de 117 años. “Esto nos da una guía sobre la frecuencia con que han ocurrido. No podemos precisar, pero puede ocurrir uno mañana mismo o en cinco años, quizás veinte, pero debemos estar preparados”.
Repasando que nuestras fallas tectónicas están situadas en el mar y no en la tierra, encontramos la base para otro temor muy puertorriqueño: el miedo al maremoto. En 1918, y como secuela del seísmo ocurrido en Mayagüez, murieron 116 personas barridas por el agua. La zona noroeste sufrió un desplazamiento lateral de 7.3 en la escala Richter y esto a su vez potenció la actividad tsunámica. Ya que los desplazamientos terrestres súbitos producen efectos marítimos. Para que un maremoto ocurra tiene que haber un desplazamiento vertical y no horizontal. Pero tal fenómeno no sólo es causado por el movimiento perpendicular sino que en el fondo del mar pueden suscitarse derrumbes submarinos que lo ocasionen. La zona costera que va desde Isabela hasta Barceloneta posee sumideros formados por cañones submarinos, que se asemejan a bloques con hendiduras de forma concéntrica los cuales podrían colapsar y provocar a su vez derrumbes terrestres como consecuencia del dínamo. El maremoto a diferencia del terremoto tiene la capacidad de proyectarse en miles de millas y producir daños devastadores aún al otro lado del océano. Recordó que en tiempo geológico, hace 400 años, ocurrió un tsunami en Canarias que tuvo consecuencias de oleaje en América. No obstante, este tipo de fenómenos son cataclísmicos y aunque ocurren- dijo- “Yo no me preocupará mucho por ellos porque aunque son parte de los eventos son de muy baja probabilidad”. Cuando una ola sísmica tiene su origen en el océano profundo las venideras se transmiten más rápido y la longitud se acorta pero se vuelve más alta y cuando llega a la orilla –por el mismo moméntum- penetran una serie de olas tierra adentro. “Dependerá de las condiciones locales y la configuración de la costa para que los efectos varíen”, aclaró el catedrático. “En los 500 años de historia (oficial) las probabilidades de que ocurra un tsunami devastador son más bajas que los terremotos que han ocurrido. Han ocurrido dos tsunamis significativos ( 1867 y 1918), pero éstos sólo penetraron a cientos de pie en la costa. Esa idea de un maremoto que barre la Isla completa es bien improbable… Como único sería un evento de carácter geológico-cósmico donde venga un asteroide e impacte en la dirección correcta en el Atlántico y genere una catástrofe a nivel global”, presentó. Pero hay zonas en Puerto Rico que están más expuestas a maremotos que otras, como Punta Santiago en Salinas y el Valle Grande de Añasco. El geomorfólogo exhortó a los presentes a mirar los mapas de penetrabilidad de los terremotos que abundan en la Internet para estar informados.
La experiencia histórica con los terremotos fuertes que han afectado a Puerto Rico, según el conferenciante, es que no ha habido un sismo que destruya la Isla completa, sino que afectan a la zona del epicentro. Los conceptos de ‘intensidad y magnitud’ fueron aclarados para propósitos de comprender la información generada por la prensa luego de anomalías terrestres. La intensidad quiere decir los efectos que producen (oscilación de casas, si la gente que estaba dormida lo sintió, si se viraron floreros, si la gente se podía mover de pie o si eran lanzados por el aire). “Puede haber un terremoto de una intensidad pequeña pero como la construcción es mala los efectos son catastróficos”. La magnitud se refiere a una medida de la cantidad de energía que se libera durante un sismo. “Es una medida científica y no depende de los efectos que tenga. Si las edificaciones están bien hechas, los daños pueden ser muy bajos”, sostuvo. Como resultado del “capitalismo no inteligente”, el catedrático argumentó que hay áreas de desarrollo urbano en la Isla que se verían afectadas. Sobre todo las zonas de los aluviones costeros. Los materiales blandos o rellenos artificiales en zonas inundables como Cataño y el distrito del Centro de Convenciones en San Juan son ejemplo precisos. Asimismo, las zonas rellenas cercanas a los ríos de Manatí y Arecibo. Aclaró que “no es que necesariamente (estas zonas) vayan a desaparecer, pero van a temblar por más tiempo y el potencial de daño será más fuerte y severo”. Muchas de las escuelas de Puerto Rico tampoco cumplen con los requisitos de edificios antisísmicos y exhortó al público a preguntar estos detalles a la administración de las escuelas cercanas. “Recuerden que si ocurre un desastres las escuelas serán los refugios. Pero más importante aún es que si ocurre un fenómeno en horas lectivas los resultados serían nefastos”. Muchas de las estructuras rurales en el país también se verían afectadas. Ante todo aquellas hechas sobre bloques o columnas desiguales y las que ubican en zonas barrancadas. Como parte de esa conciencia sísmica que debemos desarrollar Molinelli dijo que el primer paso es evaluar las condiciones de nuestro hogar y lugar de trabajo. Observar qué estructuras están en las inmediaciones para reconocer si al momento del desastre es conveniente permanecer dentro o salir. “La gente cree que lo mejor es salir, pero en el terremoto de México muchas de las víctimas fueron atacadas por proyectiles aéreos”.
1. Haga una compra de comida enlatada y provisiones que pueda almacenar por largo tiempo. 2. Póngale aldabas de seguridad a los distintos armarios del hogar (cocina, baño, etc.) 3. Ancle los libreros en su hogar y trabajo. 4. Corrobore que los muebles en el hogar no excedan en altura la anchura. 5. Amarre los tanques (de gas o de otros flamables) con cadenas. 6. Asegúrese de que el hospital más cercano está actualizado con la ingeniería antisísmica. 7. Diez segundos a partir del primer temblor se sentirá el terremoto alcanzar la mayor magnitud. 8. Evite usar las escaleras durante un terremoto. 9. Si se aloja debajo de un pupitre o escritorio, hágalo en forma de triángulo y con el cuerpo hacia fuera. 10. Es importante que los cuerpos de seguridad (bomberos, policías, ambulancias, defensa civil) mantengan sus vehículos oficiales aparcados fuera de los edificios para evitar que se destruyan si el la estructura colapsa.
*El 11 de octubre de 1918 al noroeste de Aguadilla en el Cañón de la Mona, con una magnitud aproximada de 7.5 grados en la escala. * El 18 de noviembre de 1867, veinte días después de que la Isla quedara devastada por el huracán San Narciso, ocurrió un terremoto con magnitud aproximada de 7.5 grados en la escala Richter, en el Sureste de la Isla. * El 2 de mayo de 1787 se sintió uno fuerte en toda la Isla y pudo haber alcanzado una magnitud de 8.0 grados en la escala Richter. Su epicentro fue probablemente al norte, en la Trinchera de Puerto Rico. * En 1670 sucedió otro sismo, pero no se precisó su magnitud. San Germán se perjudicó significativamente.