El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y el Dalai Lama debatieron la necesidad de promover la paz, los valores humanitarios y la armonía religiosa, en un encuentro que se dio pese al descontento del gobieno de Pekín. La reunión de Obama con el Dalai Lama en la Casa Blanca generó una advertencia de China sobre que las relaciones chino-estadounidenses podrían verse afectadas. Las conversaciones entre el mandatario y el líder tibetano estuvieron cerradas a la prensa, pero luego el Dalai Lama dijo a periodistas que le había expresado a Obama su admiración hacia Estados Unidos como un “defensor de la democracia, la libertad, los valores humanos” y la creatividad. En un comunicado, la Casa Blanca indicó que Obama y el Dalai Lama estuvieron de acuerdo en la importancia de una relación de cooperación entre Estados Unidos y China. El mandatario estadounidense instó a un diálogo directo entre China y el Tíbet, según el comunicado. Se espera luego de la visita Con las economías de ambos gigantes (EEUU y China) tan firmemente entrelazadas, se considera improbable que las tensiones escalen a una confrontación abierta. La Casa Blanca sólo espera críticas limitadas. Pero la visita del Dalai Lama podría complicar los esfuerzos de Obama por asegurarse la ayuda de China en temas clave como imponer sanciones más drásticas a Irán, resolver la disputa nuclear con Corea del Norte, y forjar un nuevo acuerdo global sobre cambio climático. Al proceder con la cita ignorando las objeciones chinas, Obama podría estar tratando de mostrar su resolución frente a la actitud cada vez más firme de Pekín, tras enfrentar críticas en su país por ser demasiado suave con los líderes de China en su viaje a ese país en noviembre. “Los funcionarios chinos han sabido de ésto y su reacción es su reacción”, declaró -quitándole importancia al tema- el portavoz de la Casa Blanca, Robert Gibbs. Aunque visto por millones alrededor del mundo como un hombre de paz, el Dalai Lama es acusado por Pekín de ser un peligroso separatista que fomenta la agitación en el Tíbet. Gibbs insistió en que Estados Unidos y China -la primera y tercera economía del mundo, respectivamente- tienen una “relación madura” capaz de soportar los desacuerdos. Pero tomando en cuenta la sensibilidad china, la Casa Blanca ha buscado alcanzar un equilibrio en la visita del Dalai Lama. Esta se produce luego de que Estados Unidos anunció un plan para vender $6.400 millones de dólares en armas a Taiwán, considerado por China una provincia renegada. Buscando no alienar a Pekín, Obama aplazó una cita con el Dalai Lama hasta haberse reunido primero con líderes chinos durante su gira asiática del 2009, un desaire que fue criticado por legisladores y grupos de derechos humanos. Zhu Weiqun, viceministro del Departamento del Frente Unido del Trabajo del gobernante Partido Comunista chino, advirtió este mes que una reunión entre Obama y el Dalai Lama “dañaría la confianza y cooperación entre ambos países”. El gobierno de Obama ignoró el pedido de China a suspender la reunión. Sumándose a la tensión, Obama se comprometió recientemente a abordar los temas de monedas con Pekín y “a adoptar una posición más firme” sobre comercio. Washington se queja de que China mantiene su moneda devaluada, dañando la competitividad de los productos estadounidenses.