Es la una de la tarde de un martes como cualquier otro. Un sol candente abrasa el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y los estudiantes no tardaron en quejarse: “Con este calor y ponerse a bailar ahora”. Van entrando uno a uno con sus excéntricos pelos rizos, tatuajes en la espalda, mechones de cabello color violeta, rabos de caballo en vez de moños de ballet y pantalones de baloncesto en lugar de medias negras. En una esquina observo la dinámica de estos jóvenes con una mirada de bailarina de ballet clásico que no puede entender cómo se puede bailar descalza.
Varios minutos después, con bastón en mano, vistiendo vaqueros color azul y camiseta negra, entra al salón la bailarina, maestra y coreógrafa Petra Bravo, quien imparte el curso de Ballet I en la Facultad de Humanidades. Todos asumen sus posiciones en la barra, mientras Bravo, con un tono jocoso, dice: “¿Ya saben pa’ qué traje el bastón, verdad?”.
Para esta experimentada maestra de ballet, enseñar esta disciplina por primera vez a jóvenes ya maduros representa un verdadero reto, pues desarrollar la disciplina escénica y técnica del ballet toma tiempo, esfuerzo y dedicación. Sin embargo, Bravo continúa su labor con entusiasmo como educadora en la Universidad de Puerto Rico, rol que asumió en el 1997 ofreciendo clases de ballet, danza moderna, coreografía y bailes folclóricos teatrales.
Para esa época, por la petición de un grupo de estudiantes, Bravo creó Hincapié, conjunto de danza que se dedica a la exploración en todos los aspectos de la danza y medios performáticos. Hincapié se ha convertido en un taller para alumnos y bailarines profesionales en el que se experimenta con la coreografía en actividades como Las Fiestas Coreográficas en el teatro Julia de Burgos. Actualmente, este colectivo está formado por bailarines como Norberto Collazo, Steven Rodríguez, Beatriz Irizarry, Carlos José Torres, Cristina Lugo, Yamillex Montañez, Lyulma Rivera, Marili Pizarro, Lucía Maisonet y Paola Adorno.
Petra Bravo da instrucciones a la bailarina Paola Adorno mientras ensayan una de las piezas que el grupo Hincapié presentará en la Campechada.
De Cuba a Puerto Rico
Bravo volvió a su natal Cuba en el 1959, luego de haber emigrado a Estados Unidos por razones de persecución política en su familia. Ingresó al Ballet Nacional de Cuba en el 1961, donde tuvo la oportunidad de participar en giras internacionales a Rusia, Vietnam, China, Alemania, Francia, Rumania, Mongolia y Polonia. En este momento, el Ballet Nacional de Cuba se encontraba en un movimiento de cambios sociales y económicos en el que se luchaba por la igualdad, respeto y responsabilidad en todos sus niveles. Para Bravo fue muy lindo compartir esta experiencia en el Ballet Nacional de Cuba.
Para el año 1970, la bailarina llegó a Puerto Rico junto a su esposo Otto Bravo, puertorriqueño y solista principal del Ballet Nacional de Cuba. Ambos fundan el Ballet 70 y luego el Ballet Teatral. En el 1974, se convirtió en madre de su único hijo Amed Bravo, quien es fotógrafo y profesor de Artes Marciales. Según Bravo, “crecer al lado de tu hijo es una bendición”. Han trabajado juntos en proyectos fílmicos, fotográficos y musicales.
Bravo considera que enseñar la disciplina de ballet por primera vez a jóvenes ya maduros representa un verdadero reto.
Movimientos experimentales
Bravo ha entrenado en compañías como el Chicago Ballet Company, Fusion Dance Company en Miami, Ballet Concierto de Puerto Rico y Ballets de San Juan. En estas últimas dos, fungió como ballet mistress y tallerista. También aprendió la técnica Martha Graham de danza contemporánea en el Fusion Dance Company, lo que influyó en su paso a la danza experimental.
Para la década del 80, comenzó a explorar nuevas posibilidades interpretativas, filmando los movimientos en su estudio para analizar los cambios de energía y rompimiento desde la pelvis. Fue esa incursión en la técnica moderna y experimental la que la llevó a crear nuevos grupos de danza como Danza Brava en el 1983, bajo el cual organiza los Encuentros de Danza Moderna Puertorriqueña. Bravo catalogó estas actividades como “un intercambio espectacular de aprendizaje”.
Otro de los cursos que ofrece Petra es de danza moderna.
Hincapié en la Universidad
El taller de danza que es Hincapié se ha convertido en uno de los grupos más respetados y respaldados en el ambiente artístico puertorriqueño. Este grupo, que opera con recursos económicos muy limitados, siempre ha mantenido la mentalidad de que la danza es un oficio por el cual se merece una remuneración económica. Sus propuestas artísticas han contado con el auspicio del Instituto de Cultura Puertorriqueña y otras entidades culturales.
Desde sus comienzos en la Universidad de Puerto Rico, han podido viajar a República Dominicana, España y Colombia para representar a la Isla en numerosos festivales de danza como el Festival del Cimarronaje, donde tuvieron la experiencia de bailar en ruinas esclavistas, y el Festival de Danza Alterna Brújula al Sur.
"Es un honor poder entregar el conocimiento del ballet roto [práctica de danza contemporánea que experimenta con los movimientos orgánicos y se distancia de la técnica clásica del ballet], a una danza moderna, experimental, creativa, con un toque de neo-clásico”, dice Bravo. Esta educadora mantiene un compromiso de excelencia con promover la danza y su enseñanza, además de las situaciones socio-políticas que arropan a la sociedad de nuestros tiempos.
El estilo singular que Bravo ha acuñado se puede ver en la técnica de sus alumnos en clase, a quienes se les ve libres, bailando por querer bailar, sin obligaciones, solo puras ganas de expresar lo que llevan dentro.
Para una bailarina clásica, es una lección indispensable ver cómo aprendices gozan de la danza sin preocupación, sin moño, vistiendo pantalones deportivos y no medias de ballet, mientras son guiados por una educadora que cree en la experimentación, en el cambio, en la invención de nuevas técnicas de movimiento y la búsqueda de un estilo propio.