Cuando se entra al pueblo de Adjuntas por la carretera que viene de Ponce, a la derecha, se puede ver una casona de estilo colonial, pintada de rosa y blanco con tres balcones de madera que dan a la calle. Tiene un patio delantero cubierto de grama y un árbol de maga que le da sombra. Se trata de Casa Pueblo, el centro de operaciones del Taller de Arte y Cultura, que este mes celebra su 30mo aniversario. El Taller nació allá en los años 80 con la intención de evitar la explotación minera en el área de Adjuntas, Utuado, Lares y Jayuya. Son muchos los éxitos y muchos los proyectos que han florecido en tres décadas de lucha. No sólo lograron detener la explotación minera, sino que también crearon el Bosque del Pueblo y el Bosque La Olimpia, el Primer Corredor Biológico y la Reserva de la Biosfera. Adquirieron una finca para producir y vender café, construyeron un mariposario, hidropónicos, los estudios de transmisión de una emisora radial y un sistema de energía solar. “Estamos satisfechos, pero esto continúa”, dice Alexis Massol, quien junto a su esposa Tinti Deyá, fundó la institución. Es mucho lo que hay que celebrar, así que las actividades comenzarán el 19 de abril con talleres educativos y exposiciones de arte e insectos y se extenderán hasta el 25 de abril. Este último día, a las 9 de la mañana, comenzará la gran fiesta en la plaza del pueblo de Adjuntas. Habrá música, artesanía, un mercado agrícola, comparsas, trovadores, maratonistas, batuteras y varios coros. “Antes de Casa Pueblo… yo era ingeniero civil”, recuerda Massol cuando saca un momento de su ajetreada agenda para charlar unos momentos con Diálogo Digital. Habla con pausa, con precisión y también con un dejo de dulzura. “Tinti y yo somos naturales de Adjuntas pero vivíamos en Guaynabo. Nos dedicábamos a hacer dinero. Cuando surgió la amenaza de la explotación minera en Adjuntas conocimos a Doña Consuelo [Lee Tapia, la esposa de Juan Antonio Corretjer] y fue una inspiración. Tomamos la decisión de dedicarnos al cambio y a la transformación de Puerto Rico”. En el 2002, Casa Pueblo recibió el premio Goldman, un reconocimiento internacional a la lucha ambientalista.
Casa Pueblo crece vegetales mediante el proceso hidropónico. Con el sistema hidropónico les enseñan ética laboral a los estudiantes del Instituto. La institución tiene como meta proteger los bosques y educar a futuras generaciones sobre la importancia del medio ambiente. En un país como Puerto Rico, donde el desarrollo descontrolado parece que lo va a consumir todo, la iniciativa del Taller se presenta como un oasis de consciencia ambiental y sentido común en general. Como parte de su propuesta educativa, Casa Pueblo tiene en el patio de atrás un mariposario abierto al público y en los salones de clase que le cedió la escuela Washington Irving, que le queda justo al lado, se dan clases a niños de cuarto a sexto grado sobre biodiversidad, cultura y ética laboral. Además, Casa Pueblo adquirió en 1991 una finca que se llama Madre Isla y allí se reciben grupos de estudiantes universitarios durante todo el año. Pero si ambicioso es el proyecto educativo, más abarcador es el objetivo ambientalista. Después de despejada la amenaza minera en el 1995, lograron proteger por ley el área afectada convirtiéndola en el Bosque del Pueblo y en 2003 hicieron lo propio con el Bosque La Olimpia. También en 2003, presentaron los planos digitalizados y la documentación necesaria para la creación del Primer Corredor Biológico de Puerto Rico que uniría el Bosque del Pueblo con los bosques Guilarte, La Olimpia, Toro Negro y Tres Picachos. El proyecto fue aprobado por la Junta de Planificación en 2004 tras una amplia campaña y vistas públicas lideradas por Casa Pueblo. Luego vino la creación de la Reserva Puertorriqueña de la Biosfera. En un área de 36,000 cuerdas de terreno ubicadas en 10 municipios la institución ofrece un sistema de desarrollo sostenido mediante la demostración de métodos de conservación. “Estamos trabajando con los agricultores un programa de manejo de fincas privadas para desarrollar prácticas ecológicas”, explicó Massol. “Va un biólogo y les dice a los agricultores cuáles son las prácticas ecológicas para el manejo de desperdicios y erosión, y prácticas de control ecológico de las plagas, [entre otros]”. Pero tantos éxitos y proyectos no se pueden alcanzar sin sacrificios. Para Massol, el mayor precio a pagar en todos estos años fue el tiempo que no le pudo dedicar a sus hijos. “Las circunstancias nos obligaron a nosotros, por el acecho de las compañías mineras y el gobierno, a tomar una decisión de urgencia. En esa acción de urgencia tuvimos que descartar unas cosas importantes, como la atención a los niños. Los niños aprendieron en la lucha”. La pareja procreo cuatro hijos, Arturo, Axel, Alexis y Ariel. Dos de ellos siguieron carreras relacionadas con el medio ambiente y la agricultura. A finales del año pasado, Ariel, el menor de los hermanos, falleció en su finca a causa de un accidente. Meses después, la familia anunció que Casa Pueblo seguiría con los planes de celebración del 30mo aniversario. “Estamos más entusiasmados porque es un compromiso hacia él también. Él [Ariel] estaría haciendo todas estas cosas que estamos haciendo nosotros. Lo estamos honrando”. Por eso, en su nombre se presentará durante este aniversario el Jardín Botánico y Agrícola Comunitario Ariel Massol Deyá. “Ariel está presente en todo”, dijo Massol. “Desde que estaba en la escuela intermedia repartía boletines contra la explotación minera. Trabajaba en el hidropónico y era el intelectual, el estratega”. Casa Pueblo es un proyecto de autogestión. Se mantiene gracias a donaciones y a la producción y venta del café Madre Isla que se cultiva en la finca Madre Isla y otras fincas de la zona. Así que si va a pasar por Adjuntas durante esta semana, aparte de celebrar y pasarla bien recuerde comprar su pote de café. Aportará a una magnífica causa.
Esta casa de estilo colonial continúa siendo la casa sede del proyecto. Puede visitar la página de la organización en la siguiente dirección: www.casapueblo.org