La ciencia tiene muchas características buenísimas. Por ejemplo, el rol de las observaciones cuidadosas en esencial. El desarrollar hipótesis que pueden ser corroboradas o descartadas de manera experimental nos ha llevado a miles de descubrimientos vitales para nuestra supervivencia como sociedad. Otro aspecto que la ciencia promueve es la objectividad a la hora de interpretar los datos sobre el mundo natural. A pesar de estas virtudes, la ciencia también tiene sus limitaciones. Una de éstas es la inducción, es decir, tratar de generalizar tomando como referencia un número limitado de observaciones. El problema de la inducción es que la generalización peligra si surgen nuevas observaciones en el futuro o si se encuentra una mejor manera de interpretar las observaciones que hay. Por ejemplo, se creía que como los dinosaurios se parecían a los reptiles, estos debían tener sangre fría. Sin embargo, ahora sabemos que los dinosaurios, al igual que las aves, tenían sangre caliente. Un ejemplo perfecto de cómo hasta las teorías más sólidas están sujetas a revisión dependiendo de nuevas observaciones es la formación de planetas. Basado en el ejemplo del sistema solar, los científicos desarrollaron un modelo que explica su formación. Según este modelo, un sistema solar comienza con una nube de átomos de hidrógeno, helio, otros elementos, polvo y gases. Esta nube gira a muy baja velocidad alrededor de su centro. Mientras la materia se concentra en este centro, atraída por la gravedad, la nube toma la forma de un disco. Eventualmente hay suficiente hidrógeno y helio en el centro para crear una reacción termonuclear, haciendo que nazca una estrella, un sol. El resto de la materia en el disco se atrae entre sí, formando lo que eventualmente serán planetas, lunas, asteroides, cometas y meteoroides. Un aspecto esencial de esta teoría asume que si la nube de gas original giraba en una dirección contraria a las manecillas del reloj, el sol rotaría en su eje es esta idéntica dirección y todos los planetas orbitarían al sol contrario a las manecillas del reloj. Además, se supone que el sol, todos los planetas y todas las lunas roten alrededor de su propio eje en esa dirección también. Estos idénticos movimientos son una consecuencia de la ley de conservación del momento angular. Nuestro sistema solar cumple con casi todas estas observaciones. Todos los planetas orbitan el sol en la misma dirección de la rotación solar. Casi todas las lunas grandes (excepto por Tritón, una de las lunas de Neptuno) siguen el patron establecido por la teoría. Las excepciones son las lunas pequeñas, que probablemente fueron atraídas por la gravedad de los planetas mucho después de la formación del sistema solar. ¿Y qué tiene que ver la inducción con la formación de planetas? Pues que la teoría se crea a partir del ejemplo del único sistema solar que conocemos, el nuestro. Sin embargo, con el descubrimiento reciente de exoplanetas, es decir, planetas que orbitan estrellas lejanas a nuestro vecindario astronómico, tenemos nuevas observaciones sobre otros planetas y otros soles. ¿Es el movimiento de los exoplanetas consistente con el modelo aceptado de la formación de sistemas solares? La respuesta es, increíblemente, no. Científicos de la Universidad de California en Santa Bárbara recientemente reportaron haber descubierto nueve exoplanetas. Aunque este descubrimiento eleva el número de exoplanetas observados a unos 450, lo fascinante es que varios de los exoplanetas orbitan en una dirección contraria a la rotación de su estrella central. Estas órbitas al revés son incompatibles con nuestra teoría de formación planetaria. Ahora los científicos tienen dos opciones. Una opción sería ignorar el descubrimiento reciente y quedarnos con la teoría de formación planetaria original, lo que sería deshonesto y antiético. La otra opción es resignarse a saber que la teoría de formación de sistemas solares, teoría con la que los científicos nacieron, se criaron y hasta enseñaron en sus clases universitarias, necesita serias modificaciones que expliquen el movimiento zurdo de los exoplanetas. Como la ciencia siempre es tentativa y está sujeta a revisión, los científicos saben que muchas teorías serán revisadas en el futuro según surjan nuevas tecnologías que nos permitan explorar aspectos desconocidos del mundo natural. Es así como la ciencia se mantiene al día, vibrante y relevante. Para acceder al texto original puede visitar: www.cienciapr.org.