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Sus versiones coinciden. Ninguno titubeó en dar detalles sobre el asombro que sus ojos, y sus espaldas heridas, sentían. En un intento por reconstruir qué aconteció la tarde del miércoles fuera de la Casa de las Leyes, entrevisté a cuatro testigos de los hechos violentos, quienes (horrorizados) corrierron por la Avenida Constitución, por temor a ser serveramente agredidos por la Unidad de Operaciones Tácticas.
Según relatan estas personas, a eso de las 5:30 de la tarde, cuando ya había ocurrido una primera agresión (a eso de las 4:00 pm) con golpes y gas pimienta dentro del Capitolio, un helicóptero de la Policía de Puerto Rico sobrevolaba el área conocida como la Lomita de los Vientos. Este vehículo aéreo volaba mucho más bajo de lo usual. En el interior, se observaba un uniformado con un arma larga en sus manos.
Laurie Garriga, periodista y colaboradora de Diálogo, sostiene que este artefacto era similar al que tenía uno de los policías en las escalinatas del Capitolio, el mismo con el que se lanzaron gases lacrimógenos para dispersar a la multitud.
Los ánimos estaban bastante caldeados a eso de las 6 de la tarde, en momentos en que algunos manifestantes en los laterales del Capitolio gritaban consignas de protesta.
Cuenta Garriga que uno de los oficiales que se encontraba en el perímetro establecido para obtaculizar el paso de la muchedumbre hacia las escalinatas del Capitolio, pidió a quien agarraba el altoparlante vociferando sus estribillos, que le dijera a las personas que les permitiera a la Policía despejar el área del estacionamiento del lado izquierdo del Capitolio para que pudieran los legisladores y otros empleados sacar sus carros. La persona le da el megáfono al uniformado, quien lo utiliza para informar sus intenciones. La respuesta de los manifestantes fue negativa. Reusaron moverse de área.
Entonces “de imediato los policías empezaron a empujar con sus macanas. Tiraron gases lacrimógenos. Yo estaba tirando fotos. Salí corriendo hacia la Avenida Constitución. Mientras corría, vi a una muchacha herida. Me quité un pañuelo que tenía para intentar aguantar su sangre, pero me di cuenta que lo que le pasaba era que fue rociada con pepper spray (gas pimienta). Un muchacho me ayudó a limpiarla. Corrimos, seguimos corriendo con miedo. En eso veo a un policía como saca una pistola y tira un primer tiro al aire. Eso nos hizo correr más. Luego se escucha otro. Entramos a una iglesia del área y allí nos quedamos. Pude salir de San Juan a eso de las 11:30 de la noche”, reza el testimonio de esta periodista y estudiante de Estudios Hispánicos en la Universidad de Puerto Rico (UPR).
Por su parte, Abdiel Segarra, fotógrafo y estudiante de maestría en Gestión Cultural en la UPR, manifiesta que “la cosa se calentó frente a mí. Corrí. La Policía se movilizó con la Unidad Montada para encima de la gente que cantaba consignas frente al Capitolio. Ya venían distribuyéndose de forma poco usual, habían policías en el techo del Capitolio y un helicóptero rodeándonos. Una vez salieron los primeros cartuchos de gases lacrimógenos pensaba que iban a ser los únicos. Y de momento la gente empezaba a correr alrededor mío con las cabezas rajadas. El helicóptero nos disparaba gases lacrimógenos, y entre huir y tirar fotos, respiré gas… fue una sensación horrible, me caía y la gente alrededor mío solamente corría, tuve policías cerca y solo me miraban marearme toser y caerme. Podía ver estudiantes correr con las caras tapadas y los ojos llorosos por el gas. La atmósfera era horrible, en San Juan atardecía y la gente huía de la Policía. No podía creer que la Policía nos atacaba, el Estado lo permitía. Nos estuvieron corriendo hasta la iglesia San Agustín. Después también nos querían sacar de la Plaza Colón en el Viejo San Juan. Hoy me levanté triste, no pude dormir, siento como si me hubiesen quitado algo a la fuerza”.
Entre tanto, Victoria Melissa Carro, estudiante de la Facultad de Educación de la UPR, hoy tiene tatuadas en su cuerpo las marcas de los macanazos que recibió este miércoles, en una tarde que no olvidará jamás. “Fue cuando estaba caminando para el lado sur del Capitolio cuando bajó el helicóptero de la Policía de Puerto Rico. Ahí comenzamos a correr en la otra dirección”.
¿Por qué corrías?, le pregunté.
“Salí corriendo porque venían tirando gases lacrimógenos y en el helicóptero había un efectivo con arma larga. Ahí salimos corriendo y de momento miro para el lado y veo a uno de los Policías que le mete un macanazo ‘barrecampo’ a un amigo y luego lo coge y lo arrastra mientras le sigue dando”.
¿Qué hiciste tú ante esta golpiza?, le cuestioné.
“Le brinqué en la espalda al oficial para que soltara a mi amigo y ahí fue que recibí golpes con brutalidad. Luego seguimos corriendo. En eso veo, veo y escucho los disparos que tiró uno de los policías. Mucha gente, en eso, salió corriendo hacia una iglesia. Yo también salí hacia allá, pero no entré”, relató Carro.
César Colón Montijo, periodista y profesor de comunicación de la Universidad del Sagrado Corazón, fue agredido también cuando pretendía huir de los predios del Capitolio, una vez la Policía lanzó gases lacrimógenos.
“Bajaban guardias corriendo hacia la Avenida Constitución. Una bomba de gas lacrimógeno cae mientras yo corría, mientras corría me dieron un macanazo por la espalda. Sentí el celaje del guardia y ahí viene el golpe. Él me veía venir corriendo y cuando le pasé cerca me dio. Me paré cerca del edificio de la Guardia Nacional. Ahí escuché cómo los policías insultaban a los manifestantes”, dijo el profesor Colón.
La Avenida Constitución, la Casa de las Leyes fueron escenarios de estas historias de pánico. Fue el miedo que imperó en una zona que en algún momento estuvo concebida para que se discutieran las ideas para el forjamiento y desarrollo del País. Hoy, ayer, vemos como se legisla, como se aprueba un presupuesto con olor a pimienta, con peste a abuso.
Versiones oficiales
Las expresiones que el Superintedente de la Policía, José Figuero Sancha, ha dado, luego de este claro ejercicio de exceso de fuerza y brutalidad policiaca, han justificado las acciones de la Uniformada, pues según él los manifestantes indicaron que irían a “tomar” el Capitolio y esta acción había que evitarla “porque aquí (en Puerto Rico) nadie va a tomar el Capitolio”.
Así las cosas, el senador Roberto Arango tildó de “héroes” a los policías. Y el gobernador, Luis Fortuño, mientras se encontraba en una actividad en la que se colocaba la primera piedra de una nueva mega tienda en el País, dijo: “aquí (en Puerto Rico) hay unas autoridades y tienen (los ciudadanos) que respetar”.
Algunos videos tomados durante los incidentes en los que se escuchan claramente las detonaciones: