Lo que antes era un murmullo se ha convertido en un clamor entre los ejecutivos de los grandes periódicos de EEUU: hay que buscar urgentemente una forma de cobrar por los contenidos digitales. A esto le dedicamos un artículo en Periodismo Ciudadano en el cual detallábamos los cuatro modelos que se están barajando: subscripción por las ediciones digitales (un modelo ya intentado y que fracasó), suscripción a través de nuevos dispositivos estilo Kindle (cuya implantación es todavía insuficiente), migración a un modelo sin ánimo de lucro (algo que nadie quiere) y, finalmente, un modelo de micropagos (un pago a la carta por cada artículo, al estilo iTunes). Por eliminación, la elección es clara. La pregunta es ¿quién se atreverá a implementar los micropagos primero? ¿El The New York Times? Por ahora, los grandes medios se miran unos a otros como vaqueros esperando a ver quién desenfunda primero. Otra incógnita importante es qué tipo de pistola desenfundará cada uno: ¿Una tienda estilo iTunes? ¿Paypal? ¿Crédito al estilo de los móviles de prepago?. También preocupa cómo afectará este sistema a la indexación de los contenidos en Google. Como ya comentábamos, estos modelos buscan salvar como sea unas naves maltrechas, tanto si sirven para navegar las nuevas aguas como si no. En cambio, nadie se plantea construir naves nuevas para surcar el panorama mediático del futuro. ¿Necesitan los periódicos tener rascacielos en el centro de las ciudades? ¿Mantener grandes redacciones jerarquizadas y centralizadas? ¿Imprimir y distribuir ediciones diarias en papel a miles de kioscos dispersos por la geografía? Estas son preguntas de las que se habla con menos frecuencia. Estos gurús tampoco se preguntan las razones por las cuales los escurridizos y taimados lectores no quieren ya pagar por las noticias. Eso no interesa tanto como el encontrar la manera de obligarles a pagar. En medio de este coro de avestruces pensantes, llegan como aire fresco las reflexiones de Scott Karp en un interesante artículo en Publishing 2.0. Resumimos a continuación algunas verdades sobre la crisis de la prensa escrita que no son tan evidentes o, al menos, de las que apenas se oye hablar. Para Karp, no es que la gente ya no quiera pagar por lo mismo de antes. Lo que ocurre es que “la ecuación del valor ha cambiado”. “Antes la gente pagaba por periódicos en papel que contenían mucho más que noticias” (pensemos en anuncios por palabras, búsqueda de empleo, carteleras de cine, farmacias, etc.) “Además también pagaban por la distribución de dichos periódicos, lo cual es un servicio”. Ahora la gente quiere pagar por contenidos cómo, cuándo y de la manera que ellos quieran” como está ocurriendo en el mundo de la música, la televisión y el cine. “La tecnología digital ha puesto a los productores de contenidos en un negocio de servicios” que estos no terminan de comprender. “No se trata de buscar formas de restaurar el equilibro de la vieja ecuación. Los nuevos modelos de negocio se basarán en intercambios de valor completamente nuevos.” Pero no nos paremos aquí, al contrario. Tomemos ahora estas afirmaciones de Karp y trasladémoslas al futuro. Supongamos que los medios encuentran nuevas fórmulas para otorgar un valor añadido a sus contenidos, y que dan con la manera de hacer que los lectores paguen por ellos. La siguiente pregunta es ¿cuál será la respuesta de los anunciantes? A este respecto, hemos rescatado otros dos artículos de Karp de diciembre de 2008 y de julio de 2007, que parten de esta premisa: si los periódicos desapareciesen ¿dónde irían los millones de dólares que se gastan las empresas en anuncios? En estos artículos, Karp nos está hablando de otra verdad que parece obvia pero, aparentemente, no lo es: las ediciones en papel compiten con las digitales a la hora de captar el gasto en anuncios de las empresas. A simple vista, el actual reparto de ingresos publicitarios, 90% papel -10% internet, parecería no aconsejar liquidar el papel. Sin embargo, si hacemos como en aquellos pasatiempos en los que se van uniendo puntos numerados hasta conformar un dibujo, la forma que aparece resulta interesante. Lo que se está pretendiendo es que las ediciones digitales subvencionen al papel a través de un sistema de micropagos cuyo éxito parece incierto. Se pretende, en definitiva, que los lectores cubran con sus micropagos lo que el 10% de ingresos publicitarios no puede cubrir porque el papel y otros lastres estructurales no se lo permiten. ¿No sería más sensato que los periódicos se deshicieran enseguida del papel y estos lastres, para beneficiarse lo antes posible del incremento en el gasto publicitario que se produciría? ¿O es que yo estoy uniendo mal estos puntos? ¿Qué opinan ustedes?
Artículo originalmente reseñado por CalaHondo y publicado en http://www.periodismociudadano.com/2009/02/14/las-verdades-no-tan-evidentes-de-la-crisis-de-la-prensa/