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Carlos Monsiváis no es Dios, pero aquí en México lo parece. El cronista mayor se ha convertido en una de las superestrellas más aclamadas de la FIL, a pesar de los múltiples premios de José Emilio Pacheco o del gran homenajeado: Mario Vargas Llosa. En la edición de la Feria de este año presenta tres libros; de entre los cuales se destaca su Antología Personal, publicada por La Editorial. Hay una peculiaridad en estas antologías que lleva publicando La Editorial, y es que son los propios autores quienes eligen los textos a ser antologados. En el pasado se ha reunido la obra de Rosario Ferré, Juan Bosch, Sergio Ramírez y José Luis González. Este año les tocó el turno al mexicano Monsiváis y al chileno Antonio Skármeta. Estas obras son un aporte incalculable en el esfuerzo por difundir la literatura de nuestro continente. Monsiváis también tiene a su cargo la apertura del IX Simposio de Periodismo Cultural. No es poco para este intelectual, que acaba de cumplir setenta años y que lo celebra con la satisfacción y el regocijo de saberse la encarnación y síntesis del pensamiento crítico mexicano. “Monsi”, como le llaman cariñosamente sus amigos, tiene aspecto de abuelo afable, es pausado, detrás de sus grandes anteojos se asoman unos ojos poco expresivos que, sin embargo, cambian cuando abre la boca. Este prolífico cronista, nacido en Ciudad de México, posee una lengua tan afilada como su pluma. Con la humildad que da el falso divismo, el autor de Los rituales del caos, usa la escritura crítica como si fuera un héroe de la lucha libre y derroca cualquier discurso, incluso el más pedante. De entre las conversaciones que se llevan realizando en la FIL con diversos periodistas, recogemos aquí algunas expresiones que dejan no poco asombrado hasta al más incólume. La lucidez que lo caracteriza a la hora de hablar nunca lo abandona, tampoco tiene pelos en la lengua a la hora de hablar de la actual situación política de nuestro continente, así como de la función del escritor: “Honduras es una obra de Becket: Esperando a Godot”. “El anonimato es mi esfuerzo de Narciso”. “Me gustaría escribir destruyéndome”. “El intelectual ha sido sustituido por el académico. El ha ido tomando el espacio público interpretativo”. “Sólo de vez en cuando se logra que la opinión pública modifique algo, que haya una caída o que detenga un proceso. En general, la opinión pública es un coro griego de otro drama”. “La época del escritor como profeta ya pasó”. “Hay más crítica que nunca, pero como nunca, la crítica no tiene resonancia”. “Ser profesionales brillantes de la ineficacia no es un gran destino”. “Lula (da Silva) es el fenómeno más interesante de América Latina”. Sigue la cobertura de Diálogo con La Editorial de la UPR desde la FIL de Guadalajara, México.