Me encuentro abrumada. Casi ni me atrevo a pensar, solo siento. Siento… una mezcla extraña de miedo y exitación, de horror y felicidad liberadora. Acabo de terminar Life of Pi, novela de Yann Martel, y que experiencia ha sido.
Hace años tenía pendiente esa novela, era de esos libros que compras por interés conveniente o conveniencia interesada mientras un Borders se cruzó en tu camino, y luego, así de ligero y fácil que llega se queda engabetado en el librero. Cogiendo polvo. Espereando su momento-si es que alguno tendrá. Libros vienen y van. El trabajo se acumula. El famoso momento libre para “catch up” con tus lecturas pendientes nunca llega y, mientras tanto, el libro espera. No le queda remedio. ¿Qué más puede hacer, coger patas y volar?
Quizás.
Si los libros vuelan este lo hace. Y no lo digo a lo “hará tu imaginación volar”. Por Dios, este pedacito de historia sobre historias invoca más que eso. La experiencia de leer Life of Pi ha sido mucho más. Sí, hay una imaginación sagaz, una habilidad para la descripción realista de hasta las más inconcebibles realidades, y la narración de hasta los detalles más insignificativos resulta wikipidesco en lo adictivo que puede terminar siendo. Pero hay tanto de profundidad en este librito, y sin ser pretensioso. Simplemente fluye, como el mar. Y a veces te arrastra tormentosamente, otras te hace reir a burbujas, otras simlemente es. No sé ni qué pensar. A poco me atrevo a sentir. Ya lo dije antes, pero lo reitero.
Dicen las reseñas que Life of Pi es una historia sobre religión, sobre filosofía,sobre supervivencia, sobre náufragos, sobre el encuentro casi trascendental entre el ser humano y lo salvaje animal…quizás… de seguro. A mí me recordó a la magistral simpleza de The Old Man and the Seas pero con más textura, a los momentos geniales de Lost, a los veintemil vericuetos heroicos de una épica, pero qué importa a qué me recordó en particular. El punto es que es una historia que hace más que contar una historia, es una historia que cuenta y crea historias a su vez, es una historia que evoca.
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Though one can read Life of Pi just for fun, trying to figure out
Pi’s relationship to God makes one feel a bit like the castaway hero
wrestling slippery fish into his lifeboat for dinner. An idea twists and
turns, glittering and gleaming, slaps you in the face with its tail and
slips away. Did the story really happen? Does it make one believe in
God? What kind of God? Early on the narrator says, “This story has a
happy ending.” But Pi also tells his interviewer, “I have nothing to say of my working life, only that a tie is a noose, and inverted though it is, it will hang a man nonetheless if he’s not careful”
– De una reseña publicada por The Nation
Este texto fue publicado en el blog de la periodista Diana Soto, ComUnArte. Para acceder a este espacio, pulse esta dirección: www.comunarte.wordpress.com