“Nicole Rodríguez” llega a su casa luego de un agotador día en la Universidad de Puerto Rico (UPR). Ofrece unos saluditos lejanos a sus familiares y se dirige velozmente a su cuarto. Abre la puerta, se arrima a la mesa de estudio y prende su computadora. Como una acción casi automática, entra a su página de Facebook para escribir un comentario simple como: “Por fin ya stoy @ ksa!!”, sin olvidar, por supuesto, el innovador lenguaje del chat. Desliza sutilmente el cursor por la pantalla, leyendo los mensajes similares que han escrito sus amigos, dejando notitas aquí y allá. En unos pocos minutos, el ambiente de la red la enamora, la envuelve y se apodera de ella. Se sumerge en un mar de palabras, de imágenes y movimiento. Tras visitar las páginas de sus compañeros y ofrecer su opinión respecto a fotos y mensajes, se dispone a utilizar su juego favorito. Gira su cabeza y dirige su vista al reloj de pared de su cuarto, sin contener su asombro: “¿Dos horas en Internet? Debe ser un error.” El tiempo seguía su curso, mientras su libro de Matemáticas continuaba en el mismo lugar donde lo había puesto la noche anterior, esperando a ser abierto. –Siempre me pasa lo mismo, pero no lo puedo controlar. Es una adicción. ¿Cuánto tiempo empleas diariamente en Facebok? –Como una o dos horas corridas. ¿Y en total? –No sé. De cinco a seis horas. No son pocos los que permanecen conectados a las redes durante largo tiempo. Tras realizar una encuesta entre estudiantes de distintas facultades de la UPR en Río Piedras, un 15% admitió utilizarlas por cinco horas o más. La mayoría (35%) dedica al menos una hora diaria a este “medio de distracción social”, según lo describe Rosanna Díaz, estudiante del mismo recinto. “Cuando estoy en Facebook, me olvido de todo; me olvido de comer, de dormir, de todo” –expresa Ivan Colón, estudiante de Comunicación. Estas palabras suelen ser comunes entre quienes participan de los servicios que ofrecen las redes sociales, muchos de los cuales sienten que éstas se han vuelto imprescindibles en su vida. Luz Feliciano, estudiante de Comunicación en Río Piedras, indica entre carcajadas y preocupación que la resolución de Año Nuevo de una de sus amigas será dedicarle menos tiempo diario a su página de Facebook. Todo parece indicar que es, precisamente, Facebook la más popular de las redes sociales entre los universitarios, con un 48% de popularidad entre los jóvenes encuestados. MySpace y Twitter le siguen en la carrera, con 30% y 14%, respectivamente. Este pequeño estudio no parece estar muy lejos de la realidad. Según el blog del Centro Tecnológico para Pequeñas Y Medianas Empresas (PYMEs), “Facebook.com es el website de red social más usado en Puerto Rico, con más de 672 mil usuarios registrados en la red de San Juan”. La suscripción a redes sociales, en general, aumentó un 10% de septiembre de 2007 a septiembre de 2008 en la Isla –indica un comunicado de prensa de ComScore, una compañía de investigaciones en el área de mercadeo cibernético. Este año, las cifras continúan en aumento. Y es que las redes sociales se vislumbran como la manera más rápida y sencilla para mantener contacto con familiares y amigos sin que la distancia sea un obstáculo. Para este propósito, nada mejor que el chat, que además, ha generado una revolución en la comunicación escrita. Se presenta un ambiente propicio para conocer personas de distintas edades, ideologías y culturas, algo que atrae bastante a los jóvenes puertorriqueños más arriesgados, aunque este último aspecto merece ser tratado con cautela. Estos espacios no sólo son ideales para iniciar y mantener relaciones interpersonales. Sirven como un medio para que sus usuarios se desahoguen y liberen sus tensiones, exteriorizando sus alegrías y tristezas. Entre otras informaciones, los universitarios suelen publicar lo siguiente: crisis estudiantiles, quejas de todo tipo, estados de ánimo, lugares en que se encuentran, actividades que realizan, planes, anhelos, emociones, relaciones sentimentales y hasta una que otra frase o cita célebre que les sirva de motivación. A continuación, un par de ejemplos. “Lauren Adrianna” escribe: “Dnd estará el cargador del celular??? Q bueno q para estos momentos d crisis comunicativa existe FB ^_^ … y ahora la mayor decisión d mi vida: ESTUDIAR O DORMIR, ESTUDIAR O QUEDARME EN FB, ESTUDIAR O PONERME A HACER CUALKIER COSA MENOS ESTUDIAR…. ahhh son tantas las opciones…”. Por su parte, “Luigi Angelo Roccia” “intenta alcanzar el cielo pero con los pies sobre la tierra”. Pero no todo termina una vez comparten sus comentarios. Como “Nicole Rodríguez”, varios prefieren otras formas de diversión. La variedad de opciones parece infinita: desde clásicos juegos de mesa como Uno®, Scrabble®, Dominó y Póker, hasta la oportunidad de crear y mantener un parque de diversiones, un acuario, una granja o un restaurante cibernético. Otras de las actividades más comunes son publicar fotos y videos, propios u obtenidos a través de la Internet, y compartir noticias de medios electrónicos. Adicional a eso, los usuarios tienen la opción de hacerse miembros de grupos y participar activamente de las discusiones que se pongan sobre la mesa, o en este caso, sobre la pantalla. Como se ha podido evidenciar, no existe un argumento universal para explicar lo que más le atrae de las redes sociales a los jóvenes de hoy. Unos prefieren el chat; otros, escribir y leer mensajes, jugar o publicar imágenes. Algunos las usan para distraerse, para establecer contacto con seres queridos, para hacer nuevas amistades o, simplemente, porque está de moda. A muchos, lo que los atrapa es la combinación de todas estas posibilidades. Lo que sí es seguro es que estas redes tienen un efecto casi hipnótico entre el público boricua. Su gran poder de seducción logra que cada vez sean más los que disfruten de sus servicios. Tienen una magia que hace que los estudiantes corran el riesgo de dejar a un lado sus libros para adentrarse en un mundo de color, que les permite el deleite de una experiencia visual única. *Notas: 1. Se utilizó un nombre falso entre comillas para proteger la identidad de la entrevistada principal, pues no quiso ser identificada. 2. Las citas utilizadas aparecen tal y como fueron escritas, para conservar su pureza. Algunas de ellas presentan errores ortográficos y/o de sintaxis. 3. Además de las entrevistas, se les administró un cuestionario a 20 estudiantes universitarios de las facultades de Comunicación, Administración de Empresas y Finanzas, Ciencias Naturales, Educación y Ciencias Sociales.