Uno alcanza los 40, mientras el otro no pasa los 25. El primero ha viajado a Hungría, el segundo aún no ha salido de Puerto Rico. Iván lo hace para expresarse, mientras Raúl confiesa lo que busca es vender su arte. Dos vidas opuestas; paralelas en un solo fin: la pintura. Estas son sólo algunas características que describen a los artistas Iván Martin y Raúl Esterás. Características que podrían explicar porqué ambos artistas tienen una visión distinta acerca de la pintura. El movimiento artístico en Puerto Rico cada vez es mayor; ya sea la pintura, la escultura o la fotografía, entre otras, el arte es un bien más del consumo en la Isla. Quizás sea esta última premisa, el consumismo, lo que ha lleva a muchos jóvenes a dedicarse a este tipo de profesión. Esto ya que son muchas las empresas, tanto públicas como privadas, que adquieren este tipo de obras para engalanar sus oficias, recibidores o los alrededores de sus instalaciones. En el caso de Iván Martin, artista que posee un Bachillerato en Artes Plásticas e Historia del Arte en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, cuenta con 25 años de experiencia artística con exposiciones en Japón, Hungría, Finlandia, Alemania, Canadá, Estados Unidos y Puerto Rico. Es esta trayectoria la que según el artista le permite alzar su voz en reclamo por un respeto mayor a su profesión. Según Martin el consumo desenfrenado de pinturas y obras en general es “un descaro, ya que hoy en día la gente no compra arte por lo que es o por apreciación a un movimiento, sino porque le combina con el sofá. Entonces muchas galerías aprovechan esto y comienzan a dar descuentos a las obras”. Además el artista advierte que este giro que se ha dado en la Isla hacia la poca apreciación del arte se debe a la falta de educación en las escuelas y universidades sobre la importancia de estas obras al patrimonio cultural. “Es bueno que ahora hayan tres veces la cantidad de artistas, aunque realmente no los hay, pero no es bueno que hayan tantos artistas que no respeten este movimiento. Ósea tener ese mirar del arte como parte de la cultura puertorriqueña”. Por otra parte para Raúl Esterás, artista que tan sólo cuenta con cinco años de experiencia y quien nunca ha tomado algún curso universitario, la postura es diferente. Según el joven, pintar le genera economía y es por esto que busca complacer cien por ciento a sus clientes. “La primera vez que vendí un cuadro me entusiasme mucho por el ingreso que me dejó. Fue ahí que me di cuenta que podía vivir de algo que sé hacer y además lo disfruto. Nunca he estudiado nada y vi en este pasatiempo la oportunidad de salir adelante”. Para Esterás afirmar dicha postura no es faltarle el respeto al arte pues, según el joven “sería una falta de respeto no dar a conocer mis obras ya que entiendo que si tengo el talento debo compartirlo”. Sin embargo aunque Iván Martin acepta que el arte genera ingresos, aclara que ese no debe ser el fin principal. “Hay un trabajo elaborado desde la mente hasta el producto final. En ese camino están las experiencias desde lo que estudiaste hasta lo que experimentaste en el mundo. Es por esto que permitir que alguien exija qué colores quiere y el tamaño de una pieza es una falta de respeto hacia el artista”, destacó el también maestro de Arte-Terapia y aprendizaje a estudiantes regulares y con necesidades especiales. No obstante ambos artistas parecen coincidir en el hecho de que el arte no debe ser una moda más. Según Esterás “no es justo que la gente siga comprando y desechando nuestras obras, aunque nos beneficie, porque es mucho esfuerzo el que se pone para lograrlas”. Mientras que para Martin “el arte no tiene tiempo, ni horario, ni caducidad, ni mucho menos es una moda. Ahí tenemos a Davinci o a Picasso, su arte sigue vivo. El arte no deja de existir porque el artista se muera. Es por eso que no es correcto que las personas compren una obra como si estuvieran comprando una nevera”, concluyó.