Amigo puertorriqueño: Te escribo desde mi porqueriza para hablarte francamente, de tú a tú, sobre este asunto de la influenza AH1N1 que tanto revuelo ha causado, y que tanta ignominia le ha provocado al buen nombre del lechón puertorriqueño. Primero que nada, esa referencia a “gripe porcina” tiene que acabar. Atenta contra los cuajitos, los pinchos, las chuletas y mis patitas. ¿Por qué no aludir al nombre en propiedad: Influenza AH1N1? Si la ciencia ya estableció la distinción que no perjudica la imagen de nosotros, los cerdos que hurgamos en el fango de lo más tranquilitos, sin toserle encima a nadie. Y que conste que se dice “influenza”, no “influencia”! ¿Oyeron, reporteros de El Vocero? Lo segundo que les quiero decir, que posiblemente no les gustará: ¡Ustedes se merecen esta plaga! Nadie ha comido más cerdo en la historia del mundo que los puertorriqueños. Nos usan para hacer gandinga, mondongo y morcilla. Hasta el rabito y la pezuña se comen, eso que casi ni tiene carne. Admítanlo, cualquier excusa es buena para las “lechonadas” navideñas. ¡Los puertorriqueños se vuelven los patrocinadores de un genocidio porcino de proporciones épicas! Lo lindo es que, no conforme con cometer un acto tan atroz, luego vienen y hacen la puercada de escribir una canción parrandera que describe la triste historia de uno de mis desafortunados compañeros, quien, antes de que le metieran el diente, murió de repente con un clavo en la frente y otro en el corazón. ¿Qué hizo ese pobre lechón en su vida para merecer un desenlace tan macabro, más allá de ser sabroso? Miren, yo soy un cerdo pacífico, que prefiere hacer el amor y no la guerra. Gruño por la desgracia ajena. Sin embargo, quizás esto de la influenza AH1N1 es una manera de hacer que los boricuas lo piensen dos veces antes de parar en Guavate para llenarse la panza con algún amigo mío. Parece como si la Madre Naturaleza estuviera dándoles un amansaguapo, haciéndoles pagar por su desenfrenado consumo porcino. Vayan aprendiendo. El que cerdo mata, a cerdo muere. Atentamente, Don Lechón El autor es colaborador del periódico humorístico El Ñame: http://elname.com/